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—¿Qué opinas? —le pregunta Wanda a Tony, mostrándole los sándwiches de atún que ella preparó.

—Se ven deliciosos. —El genio le da el visto bueno al aperitivo y seguidamente continúa empacando refrescos en lata dentro de la canasta—. ¿Te dijo Clint cuando regresara?

—Mencionó que llevaría a su familia de vacaciones a Santa Bárbara por una semana y que volvería al complejo en dos meses —ella informó, abriendo la alacena y sacando dos paquetes de oreo.

—Espero que traiga a Laura y a los niños. —Wanda le tiende las galletas y él las sujeta para colocarlas dentro de la canasta—. No los he visto en mucho tiempo y la última vez que hablé con Laura fue para asegurarle que su marido no sería separado de su familia.

Ante la mención de aquello, Wanda se puso cabizbaja. Anthony les pidió a los residentes que no hablaran sobre los sucesos de la Guerra Civil. Sin embargo, los ex prófugos todavía seguían culpándose por sus acciones. Los más arrepentidos eran Steve, Sam y Wanda. Steve le había dicho a Tony que los demás no se hubieran implicado en la pelea, de no ser por él, en otras palabras, se echó toda la culpa. Sam arregló las cosas con Rhodey y pese a que le pidió disculpas, no dejaba de sentirse terrible cada vez que observaba el aparato ortopédico que debía usar para caminar. Y luego estaba Wanda, recriminándose a sí misma por no entender la magnitud de su error en Lagos y por no haber querido escuchar a Stark. Él nunca le quitó su libertad, la estaba protegiendo de las autoridades que exigían su cabeza y de la opinión de los ciudadanos.

Wanda tuvo que eliminar su Twitter para no toparse con más comentarios que la tachaban de terrorista o villana. Fueron comentarios de desconocidos, pero perforaron duramente en su pecho.

—¡Listo!, creo que ya tenemos lo necesario para el picnic —manifestó el castaño.

—¿En serio Stephen y tú no vendrán con nosotros? —A la bruja le decepcionó que la pareja no viniera con el equipo.

—Stephen ha dejado descuidado el Sanctum y Wong fue solicitado en Hong Kong. Ser el Hechicero Supremo conlleva una inmensa responsabilidad y él no puede ignorar eso por una vida doméstica. —Tony entendía perfectamente a su novio, su trabajo demandaba mucho y no le reclamará a Stephen por no pasar tiempo con él y con los demás Avengers. Aun así, le entristecía saber que en cualquier momento el hechicero tuviera que irse por un tiempo indefinido. Y también estaba la jodida preocupación de que su pareja nunca regrese de una misión en otra dimensión.

Los dos superhéroes abandonaron la cocina y se encaminaron hacia la sala de estar. Ahí los otros miembros del equipo se encontraban listos para partir. Tony le entregó la canasta grande a Thor y el blondo sin ningún esfuerzo la cogió.

—¿Estás seguro de que no quieres venir, Tony? —preguntó Steve mientras se ajustaba una gorra en su cabeza.

Stark afirmó con la cabeza.

—Descuiden chicos, estaré bien. Vayan y diviértanse. Ah, y por lo que más quieran no causen problemas —él advirtió.

—Cálmate, Tones. Me cercioraré de vigilar a los mocosos —aseveró Rhodes, dándole una amistosa palmada en el hombro al héroe de armadura. Anthony sonrió, su adorado ornitorrinco es un experto en cuidar niños latosos. El coronel adquirió mucha práctica en el MIT, cuidando de un Tony de quince años. Bueno, en la actualidad aún necesitaba que lo cuidasen.

—Oye, no nos llames mocosos —se quejó Wilson.

Bruce se levantó del sofá y enseguida se acomodó sus lentes.

—Regresaremos en unas horas, Tony.

—O menos, dependiendo de quién comenzará un incendio —comentó Natasha con socarronería.

Iron Mom, Doctor Dad and their children Avengers |Ironstrange|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora