La cabeza le dolía, tal vez por los recuerdos, tal vez por haber recibido un golpe con el palo de escoba mientras bromeaba con el guardia, quién sabe.
Caminaba despacio conforme la larga fila en la cafetería avanzaba, carajo todo era más caótico los últimos días desde que llegaron nuevos reclusos, “Chamacos pendejos” piensa cuando le viene a la mente como solo el día de ayer, un grupo de los nuevos intentó saltar por un muro y fracasó rotundamente en cuestión de segundos.
Recibiendo su charola de comida con una mueca, busca con la mirada donde sentarse, una vez más topandose con el par de chicos que el día de ayer vió juntos, fastidiado pasa al lado de ellos chocando contra la espalda de uno esperando molestar un poco, más se queda frío al escuchar a otro hombre hablar del lado contrario de la mesa.
“¡No hay ningún fantasma en tu celda! no digas mamadas mi amor"
“Missa, te juro por nuestras dos criaturas que lo he visto ¡Incluso lo he escuchado!”
Sus rodillas simplemente seden y cae en un sonido sordo llamando la atención de las personas en la mesa.
“Fuck, ¿Se encuentra bien?” dice el chico de voz más grave rápidamente yendo en su auxilio, sin embargo el viejo se remueve molesto
“¡Suéltame pendejo!” grita dándole un golpe en la cabeza, internamente riendo porque la calva contraria resonó ante ello “Por tu pinche culpa ya se me cayeron mis frijoles”
“Voce, puede tomar mi plato si gusta” interviene el otro joven, su acento solo causándole otra punzada a su horrible dolor de cabeza
Enojado, toma el plato que le es sedido y con ayuda se sienta en la misma mesa, un poco alejado de ellos pero lo suficiente para que su presencia le haga fruncir el ceño, come tratando de ignorarlos pero al rato fracasa cuando les escucha llamarlo
“Hey, hey, viejo” habla uno de ellos, a quien rápidamente identifica como mexicano por el acento. “Viejo ¿Es cierto que hay un fantasma aquí?”
Nervioso responde “Esas son pendejadas que inventan para chamacos igual de pendejos que ustedes”
“Usted ha estado aquí por mucho tiempo ¿No es así? Entonces ¿No ha notado nada extraño durante ese tiempo?” espeta el joven rubio “He hablado con Mariana y también lo ha visto, fue por eso que no quiso volver a ayudar en las minas y pidió su cambio a otra área”
“Pac y yo no lo hemos visto pero si escuchado ¿Cierto?” le mira y continúa después de una afirmación por parte de este “Fue aterrador cuando le escuchamos, pedía ayuda como si-”
“¡Ya basta!” interrumpe con un golpe en la mesa “No hay ningún pinche fantasma ni nada aquí, déjenme comer puta madre”
La mesa se queda en silencio y el viejo hombre intenta comer con un nudo en la garganta.
Al llegar la noche, refugiado en la soledad de la biblioteca y el sonido de la escoba barriendo, no puede evitar que cientos de pensamientos le inunden la mente, había estado evitando a toda costa ser enviado a su celda y por ende dormir, ofreciéndose a adelantar la limpieza del día siguiente.
El sonido de la puerta lo hace detener sus movimientos.
“¿Hola?” dice sin obtener respuesta más que el eco de su propia voz
Dejando la escoba de lado, se aproxima a la entrada despacio con el corazón alterado, demasiado malo para su salud pero lo suficientemente bueno para que la adrenalina lo mantuviera atento. Se oculta detrás de un librero y espía discretamente la puerta.
No hay nadie.
“Cada vez estoy más pinches loco alaver-” se calla cuando repentinamente uno de los libros del estante donde se encuentra cae delante suyo, reprimiendo un grito que alerte a algún guardia, trata de calmarse mientras despacio se agacha para intentar levantar el libro. Maldice cuando un papel cae del mismo y debe volver a inclinarse para recogerlo, más el poco aire aún en sus pulmones se desvanece en cuanto tiene aquel papel entre sus manos y lo nota.
No es un papel. Es una fotografía.
Una versión más joven de él mismo le devuelve la mirada con una enorme sonrisa, casi como si se riera de él mismo, más sabe que la causa de esa sonrisa es algo más. Alguien más. Que al lado suyo en esa misma fotografía, lo sostiene con un brazo por la cintura para mantenerlo junto a él.
Y quizás era lo último que hubiese querido ver en la vida.
Casi quiere llorar, porque aunque la imagen está a blanco y negro, su mente, sus recuerdos, saben que aquella otra mirada contiene el color del mar, el mar del que tantas veces hablaron visitar juntos, o el color del cielo, el mismo que tantas veces veían recostados en el jardín de rosas.
“Mozão, no dia em que partirmos daqui, levarei você ao meu país” dice de la nada, tomando por sorpresa al castaño “Prepararei para você o melhor churrasco que você puder experimentar e teremos uma bela casa perto do mar”
Tratando de ocultar su sonrisa y el evidente sonrojo en sus mejillas le responde “Si... ¡pero primero! Vamos a ir a mi México por unos buenos tacos ¡Y unos chilaquiles! ¡O unas quesadillas! Ahhhh, pero donde nos las den con queso porque qué son esas mamadas de quesadillas sin queso-”
La estruendosa risa que lo interrumpe se hace escuchar, ni siquiera tiene tiempo de voltear a verle cuando ya lo tiene sobre sí repartiendo pequeños besos por todo su rostro.
“Sim mozão, sim, tudo que você quer meu amor…”
Un sollozo sale de sus labios antes de siquiera poder procesar en que momento había comenzado a llorar.
Esta abrumado. Lo suficiente como para abrir la boca ya importando le poco ser escuchado, pues no sabe cómo procesar esto. ¿Cuánto tiempo lleva esa foto ahí? ¿cómo llegó ahí?
Voltea el libro y bufa inconcientemente aún con las lágrimas en sus mejillas al leer el título del libro.
“¿Cherloc qué?”
“Holmes, mozão, Sherlock Holmes, é um livro bem interessante, meu preferido aliás, sabe? Se eu não tivesse acabado nesta porra de lugar, gostaria de ser detetive, talvez até investigador”
“Ah, entonces no quisieras haber llegado aquí para nunca conocerme" suelta con ironía “Si si, está bien, ya te entendí pendejo, ya te entendí”
Su intento de drama fallando cuando le toman el rostro por ambas mejillas y obligándole a mirar al otro a los ojos, su respiración chocando contra sus propios labios cuando le susurra “Eu teria ido ao inferno para matar Lúcifer por ter conhecido você...”
La vista se le nublaba, el pecho le pesaba.
Dolía como el carajo. Joder, en verdad dolía ¿así es como iba a morir?
No, no podía morir. Se lo había prometido.
Es solo qué en ese momento… estaba tan cansado.
“¡Oye, oye! ¡¿Qué te pasa?!” escuchaba a lo lejos, más solo podía sentir el frío de piso contra su cuerpo ¿Se había caído? “¿¡Bueno!? ¡necesito una camilla en la biblioteca, rápido!” tenía que levantarse pero con una mierda, el cuerpo no le respondía “¡Si, es el 0037, creo que está teniendo un infarto!” ¿Era él? ¿Estaba teniendo un infarto? Lo que le faltaba, iba a morirse antes de que lo pensionaran.
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Unchained Melody || Guapoduo
Fiksi PenggemarUn viejo romance que encadena un alma a la vida y un secreto que un celoso hombre cansado del amor piensa llevarse a la tumba... "Eu sei que podemos sair daqui, você confiaria sua vida em mim?" "Completamente" • Guapoduo • Se shippean cubitos, NO p...