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China: Cualquier amigo tuyo será bienvenido en mi territorio Salvador. Aun si estoy seguro detestan mi presencia

El Salvador:  Solo están asustados China-... Ningun cipote deberia vagar solito lejos de sus padres. 

Tartaristán: No estoy asustado-...¡

China: Ya lo creo... Pero deberían

Instintivamente ante aquellas palabras que sonaron como una amenaza tanto Rusia como Tartaristán tomaron posiciones frente a Salvador mientras que Sajá al saber que era mas debil buscaba rutas para escapar. 

El Salvador: Hay...¡ Que no les de miedo¡ este chino fello solo no sabe como hablarle a criaturas como ustedes¡ No les va a hacer nada. 

Una suave risa parecia querer escapar de su voz. ¿Y como no? El Asiatico era enorme, comúnmente serio y con facilidad incluso una mirada mas larga de lo normal de su parte podria asustar a cualquiera 

China: En mis tierras hablare como desee hacerlo. Pero... Tienes razón ... De mi mientras la avecilla de Centroamérica este con ustedes no recibirán daño alguno. 

El gigante Asiatico dejo que una pequeña sonrisa se ensanchara en sus labios y lentamente abrio la puerta de el vehículo oscuro y notablemente mas grande que los demas, ya que potencias del tamaño de China simplemente no podían caber en cosas construidas para humanos comunes. 

China: Pero no puedo prometer lo mismo de mis naciones vecinas... Les ruego que entren. 

El Salvador: No les va pasar nada... Vengan... Vos también chucho.

Aunque muy de mala gana los niños terminaron entrando, el elegante coche por dentro resulto bastante comodo a pesar de su estilizado aspecto. Los asientos permitian que dos filas de ocupantes se vieran de frente. Pero lejos de compartir las dos filas Salvador y los pequeños sovieticos estuvieron en una sola y China termino en los asientos contrarios. Solo el perrito parecia a gusto y olfateaba todo con curiosidad.

El Salvador: Vieron? todos estamos enteritos y vivitos 

Le revolvió cariñosamente los cabellos a Tartaristán y Sajá pues parecian estar especialmente nerviosos de encontrarse en un espacio cerrado. Los diminutos Soviéticos casi nunca daban a conocer su miedo con expresiones o palabras, pero Salvador al estar tan cerca podía sentir sus pequeñas manos aferrarse a el sutilmente. 

Rusia: No confió en nadie que llame con apodos tan ridículos, "Avecilla" 

La burla el rencor se mezclaron en su amargada voz... Salvador dejo salir un pequeño sonidito de molestia, mas por los nervios ...y por la tensa postura que adopto China repentinamente. 

China: Los adultos intentamos hablar. ¿Podrías cerrar la maldita boca?

Salvador sintió que los colores de su bandera a palidecían ...y en su ya algo cansada mente solo podía pensar. 

"Hay dios...Hasta este chucho causa menos revuelo...¡"

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El pescador solo podia observar como el Ruso extraño y grosero se alejaba a grandes pasos de el, y peor¡ de aquel gracioso pero lastimado animal. Le dolio en el alma ver al perro quedar abandonado mientras su dueño simplemente se iba. 

Cuidando a un SoviéticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora