"El Juicio de Luzbel"Un serafín se abrazaba a sí mismo en aquella celda, llorando en silencio y deseando retroceder el tiempo para volver a aquellos días cuando recién se enamoraba de aquel locutor enigmático.
Se preguntaba qué habría pasado si nunca le hubieran impuesto aquel castigo para redimirlo...
A pesar de ello, no se arrepentía de su romance, ni mucho menos de haber traído al mundo a sus dos pequeñas manzanitas.
Apegó sus rodillas a su pecho con tristeza mientras contemplaba la luna entre los barrotes de la celda, esperando que la noche pasara y la mañana se acercara para así recibir su castigo junto a su gran amiga, Lilith.
•••
Miraba por la ventana mientras acurrucaba a su pequeña, con apenas un mes de vida, una linda niña de cabellos dorados, una copia exacta de su hermano quien dormía en la cama matrimonial de la pareja.
Escuchó a su pareja decir que saldría, así que acarició la cabecita de su niño y bajó a despedirse .
Se acercó a su prometido, quien estaba en el umbral de la casa arreglando su saco, suponía que iría a la cabina de radio.
-¿Por qué esa mirada de triste dulzura?- Dijo el hombre más alto, acariciando su mejilla. -No es como si no fuera a volver - Negó con tristeza, abrazándolo y sin poder contenerse más, soltó algunas lágrimas.
Desde el día que vio aquella paloma vigilarlo, supuso que el tiempo se había agotado y el día de su juicio estaba cerca, así que prefirió ir él mismo a entregarse como Lilith le había recomendado, pero antes haría algo.
-Perdóname- Dijo casi en un susurro, callándolo con un tierno beso de despedida.
Ese sería su último beso, había recordado hace poco que cuando un ser celestial era visto por un humano, como método de defensa, lanzaban una especie de hechizo de confusión, causando que la persona olvidara.
Y decidió que era lo mejor, sabía que Alastor no aceptaría que se fuera de su lado, que lo alejara de sus niños, que se quedara solo nuevamente.
Al fin y al cabo, nunca pudo redimirlo, solo retenerlo.
Aquel hombre de cabello castaño miró con confusión el interior de su hogar por un momento, sintió que había alguien parado frente a él o como si se olvidara de algo, negó y cerró la puerta para salir de allí, dejando a aquel pobre ángel con el corazón destrozado.
•••
Había burlado la seguridad del cielo y ahora corría sigilosamente por los amplios pasillos de aquel palacio celestial con el objetivo de llegar a una habitación.
Dobló en el último pasillo casi tropezando pasando frente a las alcobas de los arcángeles.
¿En qué se había metido...?
Estaba seguro de que si uno de esos engreídos salía, iba a tener serios problemas.
Una vez llegó a su destino, miró con temor aquella puerta, pensando en qué decir o qué hacer.
Dudó en tocarla; no sabía cuál sería la reacción del arcángel. No es que le tuviera miedo, después de todo, él era de un rango mayor que él, pero aún así sentía sus piernas temblar.
Tomó aire, decidido a tocar la puerta, la cual fue abierta dejando ver a aquel rubio con mirada fría.
Ni siquiera lo dejó hablar; lo metió rápidamente en la habitación y la cerró de igual manera para empezar a hablar.
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El último juicio de los Morningstar
Hayran Kurgu"Recuerda Miguel las manzanas nunca caen lejos del árbol" Esas palabras hacía eco en su cabeza des del día del juicio cuando sus hermanos y el decidieron hacerse cargo de los hijos del ángel caído. ๑ [Radioapple] ๑ Recalcó la imagen usada en la por...