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—Muchas gracias, macho, pensé que me iba a matar de verdad.

—No fue nada, amigo. Pude haber llegado antes, pero me distraje...

Tanizen frunció el ceño, veía venir la disculpa sin sentido de la persona que lo salvó de una raja en toda la yugular, suspiró la irritación acumulada y apartó la manos curativas del hechicero.

—Mira, te voy a dar algo, y no me digas que no lo vas a recibir porque es algo que pensé en guardar para ti.

Juan siguió a Tanizen hasta los cofres de seguridad. Él y Spreen sabían que el bebé crecería tan rápido como un torpedo así que solo eligieron unos pocos juguetes para cada etapa, pero el rubio le entregó una mochila, juguetes que fueron importados de otro lugar le fueron regalados.

—Entiendo... Pero, ¿No es demasiado?

—Hombre, sé que te casaste con un millonario que puede comprar más que esto, pero pensé que estos juguetes le gustarían al crío.

A Tanizen no le faltaba dinero y se supone que esto es un regalo para su hijo, Juan le dio las gracias. No esperaba que el rubio haya comprado y guardado un regalo especialmente para el bebé.

No es que pensara que a Tanizen le importara poco, pero tampoco pensaba que estaba emocionado por su nacimiento, ahora lo notaba, parecía que el crecimiento de su propio hijo, Harry, era nostálgico porque la pubertad podía crear brechas.

—¿Quieres ser el padrino de mi bebé?

El rubio tampoco era un cualquiera, era un amigo muy importante para él y pedirle que tome el puesto no era una tontería. Su hijo no solo tenía un papá con plata, ahora podía tener un padrino que lo consintiera.

Tanizen le sonrió a pesar de la hinchazón en sus mejillas y la palidez poco saludable fue opacada por un brillo de alegría, el hechicero nunca dejó de mirar de reojo al Noni enjaulado bajo su magia.

—¿Vas a curarme o me vas a ayudar a limpiar todo esto?

—Dejame curarte y cuando termine con este asunto te prometo que vendré a ayudar.

Cuando dejó a su amigo como nuevo se despidió y de un chasquido se movió a otro plano, antes de que la versión alternativa del híbrido vacuno despertara tenía que visitar a su "ama".

—Joder, que te estaba buscando.

Llegó corriendo apenas lo vió parado frente a la fuente, Juan parecía ansioso escribiendo en el comunicador, con un ceño fruncido y con los ojos como dagas demostraba que no tenía tiempo ni paciencia para quien lo interrumpiera.

—¡Perdón pero estoy ocupado, hablemos más tarde!

—¡Que no, cojones! ¡Si no quieres que el osito que te espera en casita se muera, escúchame!

Reborn tenía que decirle, no es que le importara si al oso negro le pasaba algo, pero a la pequeña familia que estaban formando sí. Juan lo había visto muy raro en la casa de Axo y no atendía a las bromas del adolescente con pijama, era aún más raro lo que estaba diciendo ahora.

—Reborn, ¿Tomaste tu medicina, o esto es una broma?

—¡¿Crees que tengo tiempo para bromitas, subnormal?! ¡Te estoy diciendo que el oso se puede morir!

El decir que Spreen podía morir se oía como una tontería, ¿Quién se atrevería a enfrentarlo o qué cosa que no haya matado lo podía matar a él? ¿Reborn estaba exagerando o el empresario se había metido en graves problemas que decidió no mencionarle?

A los ojos de cualquiera el actual Reborn, paciente medicado e igualmente tratado como loco, no era para nada confiable y su afirmación parecía uno de sus tantos delirios, incluso una persona "normal" preguntaría por qué Noni estaba atado en el suelo como un gusano.

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