3: Una profunda charla con Johanna

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 Cuando llegamos al Capitolio, lo vi exactamente como lo recordaba. A la hora de la cena, todos los tributos estábamos en la misma sala: ese ático con vistas a la ciudad... era tan bonito que lo odiaba. Me fijé en la mesa del Distrito 12. Ahí estaban: los tragicos amantes del Distrito 12. Menudo asco. Era todo mentira.

—Veo que disfrutas de la cena —dijo una voz conocida a mis espaldas. Me giré para encontrarme con la chica con la que había hecho amistades en los últimos eventos que había tenido en el Capitolio desde que gané mis juegos: Johanna Mason. Era un año mayor que yo, y había ganado los juegos anteriores a los míos. Johanna sonrió, y yo también lo hice.

—Podría decir lo mismo de ti —respondí.

—Bueno, he tenido mejores cenas —dijo ella, mirando a su alrededor— ¿Preparada para volver a la arena?

—Oh, si. No puedo esperar a que me maten.

Johanna se rió, y yo me reí con ella. Luego, me miró más seriamente.

—De verdad piensas...

—Si. Sobre todo ahora que tenemos que proteger a la Chica en Llamas.

—Ugh. No me hables de eso. No lo soporto. Aunque creo que está bien participar en este plan. Alguien tiene que pararle los pies a Snow.

—Desde luego. —Johana asintió— Yo no pienso morir. Solo le salvaré el culo hasta que vengan los aerodeslizadores de rescates.

—¿Y qué hay del chico? —pregunté— Nadie me ha dicho nada de él.

—A mí tampoco. A los rebeldes solo les interesa ella.

—Menuda pena —dije con sarcasmo.

—Mmh. —fue la única respuesta de Johanna— Sabe Matt...

—Si. —dije, mirando hacia mi mesa. Raldo estaba sentado con Scott y Matt. Como Matt no había tenido acceso a sus medicinas durante varias horas, le estaba dando una especie de ataque nervioso y lo estaban intentando tranquilizar— Aunque no creo que entienda muy bien lo que significa. No vive en este mundo.

—Me han dicho que tú tampoco.

—Bueno, estoy intentando mantenerme fuera de la bebida para esto.

—Ya. —Johanna le robó un trozo de pastel a un camarero que pasaba y se lo metió en la boca—Al menos tenemos una semana entera para aprovechar esto.

—Aprovechar... —dije, robándole una copa a otro camarero que pasaba— ¿Sabes lo que es esto? Lo utilizan para vomitar y seguir comiendo.

—Y luego nos tienen muertos de hambre en nuestros distritos.

Observé esa bebida y la eche al suelo, mojando la alfombra.

—Me voy —dijo Johanna, sin darle importancia alguna a lo que acababa de hacer.

—Hasta luego.

Johanna se giró para volver a su mesa, pero se detuvo para mirarme una última vez.

—Vente a mi ático esta noche. —dijo— Había pensado ver los juegos de nuestros contrincantes, pero hacerlo sola es aburrido.

—¿No te acompañará tu compañero de distrito?

—No, la verdad es que no.

—Está bien. Apareceré sobre las diez.

Me despedí de Johanna para volver a mi mesa y terminar la cena. Le avisé a Raldo sobre mi futura visita y el asintió diciendo que me venía bien aliarme con ella. Pasé por la habitación durante un rato, y a las diez menos cuarto me fui al ascensor para bajar a la planta donde se alojaba Johanna.

Búscame en el aguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora