Búscame en el agua

8: Lluvia de sangre

Cuando el cañón sonó, no supe qué hacer. El agua me rodeaba por todas partes, y yo no sabia nadar.

En el Distrito 9 había arroyos, pero nunca eran lo suficientemente profundos para aprender a nadar. Estaban bien para recoger agua y refrescarse un poco en los calurosos dias de verano, pero nada más.

Entré en pánico.

Los recuerdos de juegos pasados vinieron a mi cabeza, esos que veía cuando todavía era muy pequeña. Arenas enormes con playas y un mar abierto, donde los tributos del Distrito 9 nunca se atrevían a entrar. El problema era que yo no tenía a donde ir, pues no había tierra que pudiera alcanzar desde ahí. Pero si no me movía, alguien vendría a por mi a matarme. Tenía que hacer algo si no quería morir ahí mismo.

Al parecer no era la única con esos problemas. Algunos tributos tampoco se habían movido de sus plataformas.

De pronto, una figura humana apareció nadando hacia mi dirección. Al principio me asusté, hasta que vi que se trataba de Johanna.

—¡Vamos, salta! —me gritó desde el agua, tendiéndome una mano.

—¡No puedo, me voy a ahogar! —respondí.

—¡No si yo te llevo hasta la orilla!

Vacilé. Dude mucho si Johanna sería capaz de llevarme nadando hacia la orilla. Ella era fuerte, pero las dos teníamos la misma masa corporal... no quería cansarla. Johanna estaba empezando a desesperarse.

—¡Vamos! ¿Qué otra opcion crees que tienes?

Johanna tenía razón, así que salté. Traté desesperadamente salir del agua, moviendo mis brazos por puro instinto, pero el pánico se había apoderado de mi y rápidamente me veía arrastrada hacia el fondo.

Justo cuando sentí que me quedaba sin aire, unas manos me sujetaron de la cintura y me llevaron hacia la orilla.

Caí sobre una playa, y tosí varias veces hasta que hubiera escupido todo el agua que había tragado. Jadeé, mientras apretaba las manos contra la arena y el pelo me goteaba. Escupí para quitar el sabor salado de mis labios.

Entonces una hoz cayó justo delante de mí. Levanté la mirada para encontrarme con Johanna.

—De nada. —dijo ella.

Tosi una vez más, y me aparté el pelo de la cara.

—Gracias. —me levanté del suelo, y vi que Johanna no iba sola. Le había dado tiempo de ir a la cornucopia, conseguir un hacha para ella y una hoz para mi, y además, había conseguido que Beetee y Wiress la siguieran. Su compañero de distrito Blight también estaba ahí, ayudando a Beetee levantarse del suelo.

—Qué le ha pasado —dije, mientras me quitaba la arena pegada al mono.

—Lo han apuñalado en la Cornucopia, pero no es nada que no se vaya a curar. —explicó Blight mientras Beetee, con la respiración agitada, intentaba recuperar la compostura.

—Deberíamos irnos. —dijo Johanna— Tenemos que escondernos si no queremos que nos maten.

—Tienes razón. —acordé— Vamos al bosque y escondámonos ahí.

Nadie protestó, así que todos nos pusimos rumbo al bosque. Yo iba por delante, cortando las raíces y plantas que se nos ponían entre camino. Aproveché ese momento para analizar la arena en la que nos encontrábamos.

Era sin duda circular, y el bosque era muy tropical. Además de la playa y el agua, tampoco había mucho más, aparte de un cielo rosado que daba bastante repelús.