Trois

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𝓟𝓻𝓮𝓶𝓲𝓮𝓻 𝓶𝓸𝓾𝓿𝓮𝓶𝓮𝓷𝓽

Lucius, con su aguda observación, había desentrañado las preferencias del Licántropo. Hace tiempo que lo observa, conoce su amor por el chocolate, su debilidad por las hortensias azules, su libro favorito y que anhelaba era el Principito que perdió en la niñez. Disfrutaba de las fresas, detestaba el café, amaba los días lluviosos y no dudaba en jugar bajo la lluvia. Además, notaba su pasión por la astronomía y la defensa contra las artes oscuras. Aunque había más detalles, la lista sería interminable. A diferencia de lo que afirmaba Snape, Lucius no estaba obsesionado, simplemente observaba con atención los simples detalles que componían la vida del Licántropo.

Bien, ya había estado pensado cuál podría ser su primer movimiento. Nunca fue hábil en esto; en sus relaciones anteriores, la cuestión romántica nunca fue su fuerte, sus ex's novias se contentaban con compartir su riqueza y ya no lo molestaban. Pero ahora no era igual, debía esforzarse todo lo que pudiera, aunque no tuviera idea por dónde comenzar. Necesitaba elaborar un plan sólido para evitar que todo se desmorone, pero la estructuración puede esperar.

Después de cuidadosa contemplación, optó por un gesto simple pero encantador: Decidió visitar la tienda de dulces favorita de su madre en el mundo muggle, donde sabía que encontraría chocolates dignos de su lobito, aprovechando la ausencia de clases, se preparó y llevó consigo al mini Black para disfrutar juntos de esta dulce misión.

—Lulu, ya llevamos una eternidad caminando. ¡Déjame descansar! —se quejó Regulus, haciendo un berrinche.

—Deja de lloriquear, Reg. Estamos a punto de llegar. Además, te compraré lo que quieras y tendrás un favor a tu disposición —le guiñó un ojo, viendo a Regulus recobrar la compostura y acelerar el paso.

—Vamos, no camines tan lento, anciano —dijo con gracia el pelinegro, ansioso por gastar hasta el último galeón de Malfoy.

—Oh, Merlin, dame paciencia con este niño —sonrió de lado el rubio, observando cómo el otro chico se adelantaba.

Después de unos minutos, finalmente alcanzaron la ansiada tienda. Su apariencia no era ostentosa, más bien encantadora y con un toque hogareño. Sin embargo, los dulces que exhibían eran tan lujosos como se esperaría de los Malfoy. Al entrar, Reggie no podía contener su emoción; sus ojos brillaban como los de un niño pequeño, ansioso por explorar y convencer a Lucius de comprarle todo. En cuanto entraron, Reg comenzó a tomar cualquier cosa que capturara su atención sin pensarlo dos veces.

—Ni lo pienses, Reggie. No te voy a comprar tantos dulces; te pondrás loco y Severus me regañará por eso —advirtió el mayor, yendo hacia la sección de chocolates.

—¡Vamos, Lulu, por favor! Dijiste que me comprarías lo que quisiera —miró al mayor con ojos de cachorro, implorando que le comprara todo.

—Ya dije que no, te compraré, pero no tantos. Hazme caso, niño, y elige algo que realmente te guste y deja todo eso —se acercó buscando unos chocolates específicos.

—¡Qué amargado! Mejor hubieras traído a Severus, tacaño —le sacó la lengua, para luego ir a dejar las cosas en su lugar.

Después de buscar durante un rato, finalmente los encontró. Eran los mismos chocolates que eran sus favoritos, sabía que le gustarían a Remus, ya que eran muy dulces y tenían un toque de miel que los hacía deliciosos. Además, el empaque era encantador, una caja decorada con muchas estrellas y constelaciones en tonos plateados. Incluso los propios chocolates tenían forma de estrellas. Realmente deseaba que a Lupin le gustaran mucho. Tenía miedo de que los rechazara y los terminara tirando. Apartó esos pensamientos con un movimiento de cabeza y luego se volvió para buscar a su amigo.

Después de verlo cerca de un estante mirando fijamente un mismo lugar, se acercó al chico. —¿Qué miras, Reggie? —preguntó curioso el rubio.

—Son caramelos de manzana roja —sonrió bobamente, mientras sus mejillas tomaban un tono rosado —son los favoritos de James...

—¿Quieres llevarlos? —le preguntó Lucius, sin mucho interés.

—¡Sí, sí! —tomó rápidamente los caramelos, sus ojos brillaron al pensar en la cara del moreno cuando le de los dulces _muchas gracias, Lulu —abrazó rápidamente a Lucius.

—Sí, como digas. De nada, niño —suspiró, mirando a su pequeño amigo —me pregunto qué hacen los Gryffindor's para gustarnos o si nosotros somos muy tontos para fijarnos en ellos —rió levemente.

—Tienen un toque encantador, ¿no?

—Jaja, supongo que sí. Bueno, ¿no quieres nada más? Es mejor que ya volvamos —al decir eso, observó cómo el pelinegro se apresuraba hacia otros estantes para agarrar más cosas.

Después de pagar todo, se dirigieron contentos hacia Hogwarts. Aunque resultó algo agotador, valía la pena si lograba hacer feliz a su chico con el detalle. Al llegar al castillo, Lucius se apresuró hacia su dormitorio. Tenía una parte del regalo, y ahora faltaba algo esencial: una carta. Aunque no fuera bueno expresando sentimientos, haría su mejor esfuerzo, como le sugirió Regulus, porque sería un detalle romántico.

Querido Remus,

Oh, luna mía, permite a este noble caballero ser tu sol. Desde las sombras de la noche, he observado la gracia con la que iluminas el mundo. Tu esencia, tan radiante como la luna llena, ha cautivado mi corazón.

En silencio, he sido testigo de tu valentía y ternura, cualidades que eclipsan cualquier oscuridad. Eres como el resplandor de la luna en una noche estrellada, guiándome con tu luz a través de los momentos más oscuros.

En cada rincón de Hogwarts, percibo la magia de tu presencia. Cómo transformas la rutina diaria en un hechizo encantador, y conviertes cada día en una nueva página de un cuento de hadas.

Aunque mi identidad permanezca oculta, mi admiración por ti es como una llama que arde en la penumbra. Espero que esta carta alcance tu corazón como la luz de la luna ilumina la noche, suavemente y con un toque de misterio.

Con amor.
Un Admirador Secretamente enamorado

Al contemplar su carta terminada, experimentó un profundo orgullo. Con cuidado, la dobló y la introdujo en un sobre, luego la ató elegantemente a la caja de chocolates con un lazo verde. Nadie hubiera imaginado que Lucius Malfoy, ni el mismo, se involucraría en gestos tan afectuosos. Esto era la evidencia de que estaba jodidamente enamorado.

Asegurándose de que todos estuvieran en la cena, y especialmente los Gryffindor, salió del comedor y apareció en el dormitorio de Remus. Al observar el lugar, hizo una mueca ante los gustos decorativos. Deposito la caja con elegancia en la cama de Remus, pudo notar una bufanda de este en su almohada, dudoso la tomo entre sus manos y la acercó a su nariz, inhalando su agradable fragancia.
De repente, escuchó pasos, así que se trasladó rápidamente a su propio dormitorio, llevándose la bufanda consigo. ¡Por poco lo descubren!

Moony [R'L/L'M]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora