Día 1: Noticia/Diagnóstico.

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⚠️Enfermedad infantil grave

Todo había empezado con unos simples moretones.

Ese había sido el comienzo, unas simples manchas morado–azulado que se extendían por los muslos de Anubis y que solo había notado una vez que había sido su turno de bañarlo.

No le tomó mucha importancia – y como se arrepiente actualmente de eso – considerando que los niños suelen accidentarse a menudo, especialmente sin son infantes y tienen la elegancia de una jirafa recién nacida a la hora de correr, por lo que simplemente le dijo a su pequeño de cuatro años que fuera más cuidadoso. Además de eso, colocó una pomada en la zona lastimada y ¡ta dah! su bebé estaba como nuevo, listo para seguir jugando con la energía de su corazón.

Pero, pronto, a los moretones se le añadieron nuevos síntomas.

Anubis era un infante muy enérgico, siempre queriendo correr y saltar. Vivía moviéndose de lado a lado, con una curiosidad innata que a veces le provocaba a Neftis y a él un poco de dolor de cabeza, dado lo perfecto que era su niño para meterse en problemas.

(Como la vez que le quitó la vista solo unos instantes. ¡Fueron solo unos segundos! y, aun así, de alguna manera Anubis se las había arreglado para encontrar un pequeño gatito blanco, el cual – al final – acabaron por quedarse.)

Por lo que, cuando vio como su hijo empezó a dormir siestas cada vez más largas, empezó a preocuparse un poco. La preocupación creció al notar como Anubis empezaba a perder los ánimos para jugar, prefiriendo dormir o simplemente mantenerse acostado, con una expresión en su pequeña carita que era de completo cansancio, aun cuando ya había dormido su siesta rutinaria.

Eso lo asustó muchísimo.

Así que acudieron al pediatra, quien dijo que quizás podía ser una dieta mal balanceada o, simplemente, una baja de vitaminas.

(Debió de sospechar cuando el tipejo no les ordenó exámenes de sangre y de orina para su hijo, sin embargo – quizás – estaba tan aliviado ante la idea de que el problema fuera algo tan pequeño, que no presionó en lo absoluto por más pruebas.)

(Su mayor arrepentimiento sin duda alguna.)

Con una receta para vitamina C, una orden de más tiempo bajo el sol – a una exposición controlada, claramente – y una nueva alimentación, el profesional los había enviado de nuevo a casa, asegurando que Anubis estaría bien.

Lamentablemente, las cosas no mejoraron, solo siguieron empeorando.

Pronto Anubis ya no tenía energías ni siquiera para caminar, pidiendo casi siempre ser cargado por alguno de sus padres. A él no le molestaba en lo absoluto ceder a esa demanda, mas no podía negar que era un comportamiento anormal en su hijo.

¡Ese no era el Anubis que él conocía! ¡Su hijo era una pequeña bolita de energía a la que siempre tenía que perseguir porque odiaba la hora del baño y de dormir! ¡Su niño no era este pequeño que claramente se sentía fatigado solo por respirar! ¡¿Qué demonios le pasaba a su nene?! ¡Y el maldito pediatra solo seguía diciendo que eran vitaminas bajas!

Él estaba comenzando a estresarse, y no ayudó a la situación que aparecieran nuevos padecimientos a la lista de rarezas que le ocurrían a su hijo.

De repente los tres pequeños moretones en la piel de Anubis pasaron a ser seis, siete y hasta diez. Prácticamente había saltado – totalmente asustado por la situación – cuando los había visto en la espaldita del infante; ¿de dónde demonios venían tantas lastimaduras? De acuerdo que su hijo era un poco torpe, ¡pero eso ya era una completa exageración! ¡Pareciera que Anubis se vivía chocando con las cosas y él sabía que no era así! ¡Menos ahora que las energías de su nene prácticamente habían desaparecido!

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