Sobredosis

5. Cartas

Después de una pequeña cena en el Gran Comedor, caminé hasta la biblioteca y me encontré colándome en la Sección Restringida una vez más. Casi sonreí cuando vi que la botella todavía estaba en el mismo lugar que antes, en todo su esplendor teñido de verde. Yo extrañamente lo había extrañado; era una herramienta de comunicación hacia lo desconocido. Las ensoñaciones del poeta alcohólico y de la juventud desconfiada no pueden compensar la botella de esperanza.

Me senté en ese sillón y saqué la botella, alcanzando el pergamino que había dentro. Releí el poema y descubrí que mi corazón se rompía una vez más. Parecía que sus esperanzas se habían esfumado y que sus sueños también habían disminuido, se habían hecho añicos.

Deseaba hablar con esa persona, deseaba poder estar ahí para ella. Ya era demasiado tarde para mi padre, pero no lo es para él.

Saqué la pluma del bolsillo y comencé a escribir letárgicamente, calculando mis palabras cuidadosa y deliberadamente.

"A quien le interese,
lamento que tenga que pasar por este dolor y confusión a una edad tan temprana. Conozco a alcohólicos y esto puede dejarles cicatrices de por vida. Sé que en tu poema hablaste de estar solo, yo también estuve solo una vez, yo perdí a alguien muy querido para mí, sé cómo te sientes.

¿Tus padres se preocupan por ti? Porque no recuerdo que el mío lo haya hecho. Espero que la felicidad te llegue pronto y que puedas empezar de nuevo. Sé lo que es sufrir, créeme, lo sé. Desearía no haberlo hecho y desearía que tú no lo hicieras.
Me acosan todos los días; a mis padres no les importa y no tengo amigos. Estoy solo.
P

ero espero no estar tan solo ahora que te tengo.
Un día nos encontraremos, lo juro.
Un día te encontraré.

-SS."

Me identifiqué tanto con el poeta que fue horrible, no vi un monstruo en él, como estoy seguro que la mayoría hizo. Vi a un joven asustado, alguien que estaba marcado hasta el punto del olvidó. Vi a alguien que ocultó su miedo con algo mucho más oscuro, mucho más siniestro. El alcohol hace exactamente eso. Toma el control.

Me compuse y salí de la Sección Restringida, asegurándome de que nadie me viera antes de ir a las mazmorras, muchos tramos de escaleras más abajo.

Lo más probable es que el postre comenzara ahora, así que si me movía rápido, podría evitar a aquellos a quienes había estado evitando durante muchos años escolares.

Cerré la puerta de la habitación de Pociones detrás de mí en silencio y miré a mi alrededor rápidamente. Nadie estuvo alli. Me encontré sonriendo, por primera vez en mucho tiempo, ante la pura nostalgia que me provocaba esta habitación. Muchos días pase en dicha habitación elaborando pociones y experimentando con teorías. Fue otro recuerdo feliz más que nadie me pudo quitar. Nadie podría utilizarlo a su favor y reclamarlo como suyo. El aura y el aroma de esta habitación me recordaron una época en la que podía funcionar durmiendo poco, en la que podía encerrarme en el aula.

Abrí el libro con la poción Sueño sin Sueños y recogí mis ingredientes, eran excesivos. Los arrojé sobre la mesa descuidadamente y en lugar de eso comencé el caldero con inmenso detalle.

Dividí el primer ingrediente en mitades y las dejé caer en el agua caliente, suave o áspera, no hizo ninguna diferencia. Hice la poción según el libro de texto, alterando las cosas unas cuantas veces, porque los creadores de los libros de texto eran idiotas.

Después de unas horas, terminé y la poción estaba en su mejor momento. Sonreí victoriosa y embotellé la poción, descartando el resto por arte de magia, no necesitaba que Slughorn descubriera una mierda. Me di vueltas un poco en mi pequeño cielo y me encontré riendo mientras lo hacía. La habitación no cambió mucho incluso cuando giraba. Estaba tan oscuro como antes, pero lo encontré muy gracioso. ¿No se suponía que las habitaciones debían ser más luminosas al girar?