Capítulo 2: El nuevo comienzo

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Mis padres todavía pensaban que les estaba jugando una broma, pero iba en serio. De hecho, iba más en serio de lo que nunca había ido en la vida. Y tenía una abuela con la que podría instalarme en Seúl.

Me gradué de la universidad de Pukyong en Busan, siempre fui un alumno becado y no me daba vergüenza decirlo ya que fui siempre el mejor estudiante de mi generación y en palabras de mis profesores; era el mejor estudiante en mucho tiempo.

Elegí la fisioterapia como la carrera con la que supuestamente haría dinero, me uní a unos desconocidos en un edificio sobrevalorado cuya renta era más alta de lo que en verdad ameritaba y pensamos en esas tonterías de imprimir tarjetas de presentación y crear una página de Facebook para publicar nuestros servicios. Después de cinco meses de inactividad permanente y la ausencia de pacientes interesados en lo que ofrecíamos, acabé trabajando como conductor de Uber con un auto rentado para liquidar las deudas que mi insignificante incursión en el ámbito privado me había dejado.

Después me uní al equipo de meseros en el restaurante de mis padres y pese a que ellos me decían todos los días cosas como; verás que pronto encuentras un trabajo, o cuando menos te lo esperes serás un fisioterapeuta exitoso.

Yo sabía que no estaba haciendo más que caer bajo y que ahora formaba parte de ese gran porcentaje de egresados desempleados que no pueden trabajar en lo que estudiaron.

—He llamado a la abuela y dice que en Seúl hay muchos más lugares en los que contratan fisioterapeutas, creo que debería ir con ella— mis padres se miraron entre sí. A mamá se le cayó la carne de la cuchara y papá se atragantó con el jugo.

Ya mi abuela me había dicho que debía tener tacto con las palabras, pero eso de darle largas a los asuntos no se me daba bien, así que solté relajado mis nuevos planes.

—¿Qué? — preguntó papá y debí mirarle sin titubeos.

—Qué me iré a Seúl.

—¡¿Cuándo?! — mamá dejó la silla, se puso a gritar la palabrería de que los hijos deberían estar con sus padres y que ser un omega en un mundo lleno de alfas era peligroso ¿Qué haría yo sin ella? ¿Cómo iba a mantenerme a salvo si ni siquiera era capaz de llevar una calendarización de mis ciclos de calor? ¿Cómo iba a vivir sin ella, si era ella quien me recordaba tomar los inhibidores?

Bien, lo admito. Quizá era descuidado con eso de mi condición como omega, pero el mundo no me asustaba y Seúl se me antojaba imponente y aventurero.

Quería ir a la capital del país y probar suerte.

—Dan, esto suena a una locura.

—Porque lo es— mamá le dio poder a lo que dijo mi padre y se le quitaron las ganas de comer—. Eres muy joven todavía, no entiendo porque tienes tanta urgencia por conseguir un empleo. Dinero no nos falta y algún día el restaurante y todo lo que genere será tuyo. Piensa en nosotros, tus padres siendo unos ancianos ¿A quién más le confiaríamos nuestro querido restaurante sino es a ti? — puse los ojos en blanco y me pasé la servilleta por los labios. Eran unos exagerados, estaban tan casados con la idea de que un negocio familiar era la base segura de todo ser humano, que yo veía imposible que algún día abrieran los ojos a la realidad y que se dieran cuenta que si estudié algo es porque quería desempeñarme en ese algo.

Suspiré y abandoné mi silla para ponerme en medio de los dos y darles un abrazo.

—Y yo les agradezco que siempre me den lo que es de ustedes, pero ese es el asunto. Quiero empezar a construir algo que sea mío.

—¿Qué hay de Moon Gangtae? — Ah... y seguían con eso.

Gangtae era un jovencito que vivía en la casa de enfrente, el muy idiota se había manifestado como alfa desde los ocho años y era popular entre los niños del vecindario, solía esparcir sus feromonas para impresionar y de la nada se había presentado en mi puerta para decir que era mi alfa destinado. Su madre y la mía eran buenas amigas y los fines de semana junto a él nos hizo volvernos buenos amigos, solo eso 'amigos' pero tal parecía que nuestras madres tenían lista el acta de matrimonio y a los doce cuando me manifesté como un omega, todos en mi familia y en la de él, empezaron a decir que éramos una pareja destinada.

Atemporal (Jinx)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora