Capítulo 15

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Zeus se estaba riendo con Hermes cuando sintió una brisa malévola.

Era tan potente, tan tangible que le atravesaba igual que un cuchillo aserrado.

Echando un vistazo alrededor, intentó encontrar al dios o diosa que se atrevía a desafiarle... Pero no vio nada. Ni siquiera nadie le estaba prestando atención.

¿Estaba alucinando?

—¿Algo va mal? —Preguntó Hera desde el trono a su derecha.

—¿No sientes eso?

—¿Sentir qué?

Antes de que pudiera responder, la puerta del templo se abrió. Vestido con su uniforme completo de batalla por derecho, Neo irrumpió a través de las puertas. La larga túnica negra se adhería al cuerpo, perfilando cada músculo que había sido moldeado para matar. Agudos pinchos sobresalían de cada hombro, curvándose hacia la cara igual que un marco letal.

Las alas estaban desplegadas, mientras que el largo pelo blanco flotaba sobre los hombros y caía por la espalda. Las manos estaban cubiertas de afiladas garras de metal, hundidas contra el oro de la puerta, igual que uñas sobre una pizarra.

Las botas negras y plateadas resonaban en un diabólico repiqueteo, mientras cruzaba caminando el suelo de mármol con una mirada que presagiaba el infierno, y una venganza sin piedad esculpida en las afiladas facciones.

Nadie se movió.

Nadie se atrevía. Sólo Zeus sabía quién era su objetivo. El resto contenía el aliento conjuntamente, con ansioso temor de que Neo les hablara y tuvieran que enfrentarse a él.

No había duda de que todos recordaban la última vez que él había sido perforado con rayos en aquella sala.

Pero hoy era diferente...

—¡Ares! —llamó Zeus a su hijo, el dios de la guerra—. ¡Protege a tu padre! ¡Pon a ese perro de rodillas! ¡Ahora!

Ares se cubrió con la armadura, y luego saltó desde la mesa al encuentro de Neo. Sin vacilar, Neo convocó el escudo y la espada antes de que el dios atacara. Los escudos chocaron audiblemente, cuando Neo utilizó el suyo para hacer retroceder al dios.

Ares afianzó el pie, y se inclinó con todo el peso contra el escudo, pero no fue suficiente para bloquear a Neo. Era igual que una apisonadora, con una única determinación en la mente.

Zeus.

—Tú sangre no me apaciguará, Ares. Mantente fuera de esto, o siente una ira como la que jamás has imaginado.

Ares lo apuñaló sobre el escudo.

Gruñendo, Neo levantó el borde del escudo para rechazar el golpe, luego se lo devolvió con uno de su propia cosecha. La espada corta se curvó alrededor del lado descubierto de su oponente, abriendo un tajo en el antebrazo de Ares.

Harto del obstáculo, Neo lanzó el propio escudo al suelo y utilizó la espada para perforar el escudo de Ares. Más rápido de lo que el dios pudiera contar, Neo encajó cuchillada, golpe tras cuchillada, y golpe bajo sobre el escudo de oro, doblándolo rápida y furiosamente hasta que se hundió en el brazo de Ares. El dios gritó cuando el oro se rompió y le mordió la carne.

Neo le pateó de nuevo, enviándole de espaldas a través del suelo.

Usó sus poderes para arrancar la espada de la mano de Ares, y recogerla en el puño de su garra izquierda. Cruzando las espadas en un arco, las dejó caer a los lados. Neo se volvió, mirando a todos los dioses y diosas reunidos.

—¿Alguien quiere sangrar por este bastardo?

Zeus le lanzó un rayo luminoso.

Neo lo esquivó con la espada.

˗ˏˋ 18 NeoMark ˎˊ˗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora