Aquél día era uno genuinamente neutro, sabes? De esos que no son grises, pero tampoco precisamente soleados, después de mi desayuno todo estuvo relativamente tranquilo. Realmente no quería hablar con papá con todo lo que sucede con la granja, así que el hecho de no tener que ir a la biblioteca lo hacía todo más fácil.
Abrí la puerta trasera de casa con la intención de ir a revisar aquella finca que pronto perdería. Patos, gallinas, vacas, un par de burros, plantas... Todos habían sido compañeros a quienes siento que en su momento, no aprecié correctamente, quizá incluso ahora no lo hago con toda la sinceridad. Llevaba en mi mano derecha una canasta tejida grande, en ella empaque cosas de nuestro almacén; fruta, huevos, carne seca, granos empaquetados, mermelada y pensaba tomar una botella de vino de las cosas de papá, a lo mejor luego lo repongo. Antes de adentrarme de nuevo en la casa, algo en mi interior me obliga moralmente a levantar la mano con una mirada melancólica y agitarla suavemente en señal de despedida a los animales y plantas.
—Supongo que todo lo malo tiene su final... No, Lilith?— Susurré para mis adentros.
Con las cosas listas para ir a la fragua, subí a mi habitación antes de salir y me puse una camiseta sin mangas blanca, mi chaqueta ovejera café, un pantalón azul descolorido y mis botas de caña alta para trabajar. De reojo mientras me vestía, vi el diagrama de Longinos, una lanza portátil que había imaginado entre todos los trabajos que hacía con el señor Edrigahn, no estaría mal pedirle trabajar en un proyecto personal.
Ken siempre era el que inventaba cosas y ensayaba prototipos de artefactos, honestamente yo nunca me tomaba la molestia de hacer algo más que esquemas, pero ya sabes lo que dicen: Una vez el año no hace daño.
De camino al pueblo intentaba evitar ese sentimiento de vacío que conforme pasaban los años, iba irónicamente llenando mi pecho. Pasé mucho tiempo a solas en la granja, nunca entendí el motivo y jamás recibí razones, casi parecía el cuento de alguna retorcida mente. Encerrar a tu hijo en un lugar, sólo, y decir que es por su bien, qué cadena de ideas te llevaría a eso? Siempre apretaba los puños con ira cuando pensaba mucho en eso. Nunca me he podido explicar la conducta de papá respecto a mantenerme lejos de los demás con tareas en la granja, ni tampoco el comportamiento de los otros manteniendo mi persona a raya con sus miradas, el silencio y la peor parte, susurros.
Intenté pensar en Ken.
—Cierto, cuando salió se dirigió hacia los terrenos frente a nuestra casa... Quizá fue a la casa de esos idiotas.— Me golpeé sin mucho ánimo en la frente con la palma y di un pesado suspiro mientras negaba con la cabeza, mareado por la situación
Más pensamientos negativos invadieron mi mente. Continúe mi camino, intentando sostener mi mente en blanco y caminar por inercia.
Sin darme cuenta ya había cruzado la entrada al pueblo, un pequeño letrero sobre un roble antiguo que decía "Lillimburg" y adelante la zona urbana. La gente de ahí pretendía que yo no existía cuando eran amables, a veces recibía miradas de odio, contadas veces alguien era realmente amable conmigo.
¿Les habré hecho algo? Si era así o no, poco importaba, aprendí a reaccionar regresando las cosas.
Pasé por un atajo entre casas y callejones para llegar a la herrería, entré por la puerta principal como siempre y toqué la campana en la recepción 3 veces para anunciar al señor E que había llegado, era un pequeño código que ahorraba las palabras. El señor E salió entonces a recibirme alegre como siempre.
—¡Roberto, muchacho! Ven, pasa ¿Qué traes entre manos ahora?—
Exclamaba el pequeño hombre fortachón con emoción mientras me recibía de brazos abiertos. Su estatura no debía engañar a nadie, podría medir 1.20 y verse como un niño contra mi 1.75, pero es tan robusto como una columna de un castillo.
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Athreia
FantasyEn los rincones más profundos de Athreia, donde los árboles susurran secretos y las estrellas guardan memorias ancestrales, dos hermanos, Robert y Ken, se embarcan en una travesía que los sumergirá en las sombras olvidadas. Aislados de su hogar, a l...