Capítulo 8 (Kennet) - Secretos Bajo la Superficie

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Mientras Robert dormía en la habitación, me recosté en el sofá, después de estar todo el día corriendo y peleando con un insecto gigante, me siento exhausto, mi cabeza palpita y me arden los ojos, teniendo en cuenta todo, estoy mejor de lo que debería, pero aun así es un fastidio.

Quiero dormir, pero nunca puedo dormir cuando estoy estresado, así que me quedo recostado con los ojos cerrados, escuchando como se quema el aceite de la lámpara, hasta que no puedo más y me levanto.

Me pongo a mirar la cocina, hay latas de frijoles, maíz, atún, entre otras. Hay comida para un par de meses, además de garrafones de agua para el mismo tiempo.

Miro la estufa de gas con una pipa al lado, es parecida a la que tenemos en casa, lo que me recuerda al horno de leña que está en la sala, es raro que haya dos estufas, puede que la de leña sea de reserva, pero aun así... me dirijo al horno de leña, el cual se ve normal, pero entonces reviso el muro alrededor donde se pueden ver marcas de ligera suciedad, se nota que el horno se ha movido y luego se intentaron limpiar las marcas.

Muevo la estufa con algo de dificultad, y detrás no hay nada, en el piso se alcanza a ver una tabla suelta, cuando la saco, veo que debajo hay una compuerta, así que sigo retirando tablas hasta que la compuerta está totalmente descubierta y la puedo abrir, dejando ver unas escaleras que se dirigen a un sótano.

Se veía oscuro, y sinceramente algo aterrador, pensé en avisarle a Robert, pero tendría que despertarlo, lo cual es muy molesto, además de que me niego a que crea que me da miedo la oscuridad, así que tomo la lámpara de aceite, mi bastón eléctrico, me amarro un cuchillo al cinturón y bajo al sótano.

Al llegar, está muy oscuro, en la base de las escaleras, veo un interruptor, al usarlo se encienden las luces del sótano, la única casa con luz eléctrica que conocía era la casa del gobierno, pues es muy costoso instalar una red eléctrica.

Al enfocarme en el sótano, me encuentro con un mundo completamente diferente al simple exterior de la cabaña. Las luces tenues iluminan estantes llenos de libros antiguos, dispositivos electrónicos sofisticados y mapas detallados que revelan lugares desconocidos. Había escritorios con equipos electrónicos, con envases de vidrio con químicos, con materiales para planos, e incluso había una computadora. Parece un refugio secreto, una base de operaciones oculta.

Navego cuidadosamente entre las estanterías, examinando los títulos de los libros y los dispositivos tecnológicos que parecen fuera de lugar en un refugio aparentemente aislado. Es entonces cuando empiezo a entender la verdadera naturaleza de mi padre. Aquí, en este sótano, se revela como alguien que fue parte de algo mucho más grande que la vida tranquila que conocíamos.

Me siento en uno de los escritorios para procesar, aún tenía la esperanza que todo fuera un malentendido, que Sebastian se relacionó con alguien que no debía, pero que todo se resolvería rápido, la cabaña era sospechosa, pero sería una excentricidad, pero un sótano con mapas de todo el continente, tecnología que solo he visto en libros, libros de magia... Esto no puede ser un malentendido, la persona que conocía como mi padre no existe.

Apago la lámpara de aceite dejándola en una mesa, luego paso la mano por las mesas viendo los objetos: una computadora, un cautín, una radio, un generador eléctrico, un microscopio. Al terminar paso a los libreros mientras leo los títulos de los libros: Electricidad avanzada, Fundamentos de los motores, Química avanzada, Botánica mágica, Atlas de Athreia, Magia física, Amuletos y otras herramientas mágicas.

Entonces llego a unos cuadernos, abro el primero para ver la letra de Sebastian, es un diario de cuando estaba en la universidad, resulta que Sebastian fue a la universidad. Miro el libro 4, habla de tropas, menciona repetidamente de un tal Demokratos, oro negro, matar a los titanes... En definitiva, Sebastian estaba loco, matar a los titanes es imposible.

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