Terminé de hacer algunas anotaciones en mi cuaderno sobre la resistencia de los metales de un libro de la biblioteca, hace alrededor de un año que comencé a hacer anotaciones de lo que leo, para tener un resumen de todo. Casi son las 18 horas cuando levanto la cabeza de los papeles, Robert sigue dormido en el sofá, un par de clientes entraron y se fueron, uno de ellos, que no viene a menudo se quedó viendo a Robert, tal vez pensando porque no sacábamos de la biblioteca a este vagabundo, sinceramente pensaba lo mismo. Y ahora debía despertarlo antes de cerrar, sé que estuvo trabajando en la herrería todo el día, pero pudo cambiarse de ropa, o decir que estaba cansado y después ayudaba, en vez de comportarse como un tarado como de costumbre. ¿Cómo es que ambos tenemos 16 años?
Le grité a Robert para que despierte, mientras guardo los libros que yo había sacado, me pregunto porque nunca apareció Sebastián, me dijo que tenía cosas que hacer, así que debía de cuidar la biblioteca, pero no dio ningún detalle, y es raro que no se haya pasado por la biblioteca en todo el día.
Vuelvo a gritarle a Robert para que despierte, mientras reviso el dinero, una vez cuento y guardo el dinero, me acerco a Robert, tomo el libro en su cabeza, lo levanto, lo dejo caer aproximadamente a 30 centímetros de su cara y me retiro.
- ¡Maldita sea! ¿Ahora qué? – Se levantó Robert sobresaltado y bufando como animal
- Hora de cerrar, guarda ese libro y limpia el sofá – Respondí ya bastante aburrido
Agarro mi mochila y las cadenas para cerrar la biblioteca, salgo a la calle, y miro el cielo, hay muchas nubes grises, espero que sea una simple lluvia nocturna, y espero que Sebastián esté en la casa para cuando eso pase.
Robert salió de la biblioteca con cara irritada o de sueño, es difícil diferenciarlas
- Debería usarte para alimentar a los animales de la granja. - este me volteó a mirar con cara de desagrado, yo suspiré, de seguro no limpió nada... No importa de igual manera yo no abro mañana
Amarré la puerta con una cadena y un candado, después ambos nos dirigimos a la casa, Robert se antojó de unos pinchos de carne de camino, así que ambos compramos para comer y le guardamos uno a Sebastián, cuando llegamos, la casa estaba vacía. Robert se fue a encerrar a su cuarto.
- Descansa. – Dijo mientras se iba
- Buenas noches – Le respondí mientras dejaba la comida de Sebastián en la cocina, luego me fui a mi propio cuarto.
Comencé a trabajar en mis guantes, quería hacer unos guantes que pudieran electrificar gente, pero que tuvieran una linterna y protección de nudillos, básicamente todo lo que pudiera ponerles, pero cada vez que conecto algo y lo pongo bajo una capa de tela se desconecta, y mi cautín estaba demasiado sucio para funcionar bien, me ofusque y me acosté en la cama.
Al día siguiente me levanté con el ruido del gallo, me levanté y tome rumbo a la cocina, pero oí ruidos cerca al cuarto de Sebastián, me asomo y pude verlo despierto con el teléfono de la casa.
-Buenos...días -
Entonces Sebastián me volteó a ver, bastante sorprendido y hasta asustado.
-Vale, entonces en eso quedamos, adiós -
Colgó el teléfono y me saludó.
-Buenos días, Ken -
Lo hizo totalmente pálido y con la sonrisa más falsa que le haya visto, además tenía unas grandes ojeras.
- ¿Con quién hablabas?
- Solo un viejo amigo fuera del pueblo que quería saludar, mejor bajo a hacer el desayuno, debes tener hambre y pronto Robert despertará.
Entonces bajó a la cocina y solo me quedé mirando como bajaba las escaleras. ¿Qué estaba pasando?
Nos sentamos juntos en el comedor para desayunar, necesitaba de alguna forma comprender lo que sucedía. Robert tardó un poco más, lo que era usual, pero al final llegó arrastrándose desde las escaleras.
- ¿Qué estuviste haciendo ayer? – pregunté a Sebastián mientras comíamos
- Después de atender unos asuntos en el consejo, estuve charlando con unos amigos y perdí la noción del tiempo – respondió este – Ah, y hoy me ocuparé de la biblioteca, no tienen que pasarse a ayudar-
- ¿Y eso? – recibo una patada por debajo de la mesa de parte de Robert, le dirijo una mirada asesina.
- Bueno, han estado trabajando bastante y creo que merecen un descanso – Respondió con una sonrisa
- Es bueno sentirse apreciado de vez en cuando, un descanso no mata a nadie ¿verdad Ken? – comentó Robert, mientras yo ponía los ojos en blanco.
De igual manera ya tenía trabajo que hacer esa mañana, así que después de desayunar y vestirme con una camiseta verde, pantalón azul, zapatillas y una chaqueta negra, me dirigí a la granja de los Toffel.
El señor Toffel me recibió fríamente, me había enviado un mensaje para que fuera a reparar unas sillas de montar mientras trabajaba en la biblioteca ayer, me señaló las sillas amontonadas en un establo vacío, estaban algo despegadas y necesitaban hilar, también dijo que reparara de una vez algunos corrales que se dañaron con la lluvia de anoche. Me di cuenta de que tenía varios establos nuevos, parece que iban a expandir su ganado.
Hace un tiempo que no venía aquí, y más desde que no fue por trabajo (desde que Lilith se fue exactamente), la hija de los Toffel huyó de casa hace 2 años, solía pasar tiempo conmigo y Robert, para el cual fue especialmente doloroso que se fuera. Para rematar, los Toffel llegaron a nuestra casa enojados pensando que la habíamos escondido o que la ayudamos a escapar, como si ellos no supieran lo que iba a hacer, solamente no creyeron que lo iba a hacer de verdad. Obviamente no tenían pruebas y fue el calor del momento, pero no ayudó que Robert les gritará molesto a ellos por dejar que se fuera, supongo que, por eso a diferencia de Robert, a mí me soportan.
No terminé hasta después de medio día, le fui a avisar al señor Toffel, el cual rápidamente me pagó, agradecí y me dispuse a irme cuando me detuvo.
- Se me olvidaba, dile a tu padre que necesito hablar con él sobre los animales, ya puede irlos trayendo –
- ¿Qué animales? – pregunté extrañado
- Pues los de su granja, ¿cuáles más? – Supongo que el desconcierto en mi cara era obvio – ¿No te ha dicho?, se supone que me venderá los animales antes de que se vayan... ¿Sabes qué? No importa, solo entrégale el mensaje – y me despidió definitivamente.
Mientras me iba de la granja, mi mente trabajaba a su máxima potencia ¿Cómo que vender la granja? ¿Irnos a dónde? ¿Qué diablos está pasando con Sebastián?
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Athreia
FantasyEn los rincones más profundos de Athreia, donde los árboles susurran secretos y las estrellas guardan memorias ancestrales, dos hermanos, Robert y Ken, se embarcan en una travesía que los sumergirá en las sombras olvidadas. Aislados de su hogar, a l...