⁰⁰ Prologo

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"Yo le llamo arte a todo aquello que de alguna manera nos devuelve la vida"
-Elena Poe.








"Yo le llamo arte a todo aquello que de alguna manera nos devuelve la vida"-Elena Poe

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Ninguno de los que están, pensarían en haber quedado. Quiza una brisa de tranquilidad los abrazaba, lo lograron.

Las grabaciones habían iniciado, sería un largo camino. Uno de los que muchos, anhelaban escapar de sus problemas. Conocerse y entablar amistades; Eran muchas cosas.

La poca luz del día los abandonó, dando paso a las temperaturas bajas, abrigos y frazadas. Esa sala era testigo de risas, algunos incluyendo a Matías estaban sumergidos en el libreto. Escuchando por encima la plática, sin necesidad de unirse.

Ya eran dos meses de convivir con ellos. Podrías verlo platicar, acercarse o hacer el esfuerzo al aceptar alguna que otra juntada. Por dentro no tenía muchas ganas, las razones estaban en el aire flotando, intranquilas.

—Dale Enzo, alguna enamorada debes de tener—. Esteban trataba de sacar información, siempre lo veía demasiado serio, muy formal y nunca hablaba de más de su vida.

—Con esa carita, dudo que no tenga—. Juan, se pasó casi quince minutos tratando a dar a entender que se reservaba, con algunas dudas siguiéndolo.

—Si, si—. Abrió la pantalla del móvil, buscando una foto. —Aitana se llama, es buena piba. Solo texteamos, pero mirala. Es re linda—

Mostró su celular ganándose la atención de Matias, la tenía desde que empezaron con aquel juego. Y quizá oír aquello fue de alguna manera incómodo, solo ese sentimiento se instaló en su pecho. Tampoco se cuestionó cuál fue el motivo de levantarse, parodiando lo último que dijo.

—Es re linda, gil de mierda—. Solo susurros lanzados al aire; No tenía más ganas de estar allá, sus pasos fueron lentos. Los demás demasiado inmersos en su charla como para darle bola, solo llegó a su abrigo se lo colocó y buscó la salida.

Bayona les dijo mil veces, que era peligroso salir por las noches. Ningún animal se los comería pero el frío poco piadoso los podría hacer enfermar, este solo recordó aquello antes de empujar la puerta que separaba la recepción y ese paisaje a medio nevar, era lindo, los árboles se meneaban de un lado al otro, ni un solo alma en ese lugar.

Una banca afuera fue el lugar perfecto, sacó una cajetilla y con ella un pucho. Si le preguntas cuando cayó en ese vicio quizá no tenga respuesta; Sus labios lo sostuvieron mientras el fuego danzante, ayudaba a encenderlo. Un sabor amargo invadió su garganta, aliviando el ardor de cada parte de la misma. Casi sanador para toda la mierda que era el clima en ese lugar, un trago de paz.

Su cabeza estaba llena, este trabajo y muchas cosas que pasaron en el trayecto lo hacían reflexionar, era una descarga de alegría verle antes de esto. Ahora solo leía su libreto, practicaba frente a un espejo, esperando dar cada pequeña parte de él mismo para su personaje, el proyecto. Nadie las llamaba, algunas lágrimas se formaron en sus ojos irritándolos con el frío, tampoco quería esto. Su palma trató de limpiarlas, algunos suspiros lastimeros salieron juntos de la mano del humo blanco. Aún que la manija de la puerta se movió, alertándolo.

—Matias ¿Qué haces? Está como una heladera, entra—. El gil, como antes decidió apodarlo. Salió frotándose los brazos, en un intento de aligerar el golpe de temperaturas que lo golpeó.

—Me acabo el pucho y entro— La voz grave que salió de su garganta la odio, que mierda hace acá, se cuestionó internamente. Justo cuando estaba por llorar, tenía que aparecer.

—Deja eso, dale— Trato de acercarse, arrancarle el pucho era la idea pero lo alejó.

—Córtala, estoy bien. Ándate— Apartó la mirada, una vez que su mano le señaló la puerta.

—Está bien, me quedo. Compartí— Le dio el pucho mismo que lo miró tratando de averiguar la marca, solo lo poso en sus labios eh inhaló el humo. Tosiendo en cuanto pudo percibir aquel sabor quemándole la boca, no tardó en expulsarlo. —¿Esto fumas?—

—Es de los buenos, gil— Contener la risa fue más que difícil y se le escapó, esa mirada casi de miedo que le dedicó Enzo, para morirse.

—Mira que eh probado malos, pero esto— Le regresó el cigarrillo, buscando la manera de olvidar ese sabor.

—No estás entrenado, viejo— Otra banda de risas salieron cuando miró su cara, vamos primera vez que reía tanto desde que llegó.

—¿Viejo? Serás ingrato— Era contagioso, su risa se pegó a él, no podía mantener esa cara. Y poco después su brazo rodeó sus hombros, una vez las risas pararon.

—¿Qué me abrazas?—

—Cállate, fúmate el pucho. Tengo frío— Con eso dicho, ambos se quedaron en silencio mientras algunas ráfagas de humo salían de vez en cuando, estaba fascinado. Como podía aguantar ese pucho.

From The Start (Matias x Enzo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora