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Matías Recalt:

Ya había pasado una semana de la entrevista que había tenido con Bayona. Hoy nos íbamos a trasladar a un hotel, dónde cada uno iba a tener habitación propia.

Hace unos días me enteré de que mi papá había fallecido, y aunque yo no tenía la mejor relación con el, fue un golpe muy duro para mí.
Estuve encerrado toda la semana, yo soy de las personas que no lloran casi nunca, convierto mi dolor en enojo. Pero con todos los problemas que ya venía teniendo ésto fué el detonante que hizo que todo explote.
Me la pasé llorando y comiendo chocolate, no quería hablar con nadie. Los chicos se juntaron toda la semana, yo no asistí a ninguna juntada, no tenía ganas, y no quería arruinar nada por mis estúpidos sentimientos.
Juani y Agus me estuvieron escribiendo y llamando durante todo el día, pero yo no les respondía.

Enzo Vogrincic:

Hoy nos trasladamos a un hotel. Me quedé dormido, son las 11:45 de la mañana, anoche, cómo en todas las noches anteriores, salí con los chicos. Aprovechamos nuestra última semana de poder comer y tomar antes de las grabaciones.
Pero, me llamó la atención Matías, es decir, no lo ví desde el día que llegó. Me pareció raro no verlo aparecerse en las jodas, según Juani, le encantaban. Quería verlo, no sé porque, sentía que ya lo había visto y eso me dió una extraña sensación.
No sé la razón del porque me sentí raro estando con el, capaz solo me hacía acordar a mi mejor amigo de la infancia. Aún así creo que mis sentimientos se fueron más allá de la amistad, pero apenas nos vimos, no puedo adelantar nada.

Matías Recalt:

Re lejos queda el hotel, encima con el frío que hace. No dudo en que me voy a resfriar y peor va a ser en la montaña. Ahí si la voy a pasar mal.

— ¡Matute! — gritó Agus.

—Hola Agus, ¿Todo piola? —Respondí, intentando hacer una sonrisa.

— ¿Estás bien? — preguntó Enzo mientras todos se acercaban.

Me quedé pensando, era raro que el me lo haya preguntado, y si se notaba medio preocupado, pero no tenía idea.

— Eh, sí, sí. No dormí bien anoche, pero estoy bien.—hice una pausa— Gracias por preguntar.

Parecía no estar muy convencido con mi respuesta, pero de todas formas lo dejó pasar.
Un rato después ya estaba en mi habitación, la cuál estaba entre la de Agus y Enzo.
Estaba por irme a acostar hasta que escuché la puerta. La abrí y era Juani.

— ¡Pecas!, ¿cómo estás?

— Hola Juani, todo bien. ¿Vos?

Me miró y notó mi cara de poca felicidad.

— Mati, yo sé que vos no estás bien. Mirá, tu mamá me contó todo, me dijo que vos no le respondes los mensajes y tampoco las llamadas. — Hizo una pausa.— Te entiendo, se que ésto no es nada fácil, pero vos sos un pibe fuerte, Mati. Mira ésto, mira donde estás, vas a poder cumplir tu sueño de ser un gran actor. Yo te entiendo, se que estás destruido por ésto, pero tenés que afrontar las cosas, no te dejes llevar por los demás, se que la relación con tu padre no era la mejor, pero estoy seguro de que el no quisiera verte estando así ahora mismo.

Después de escuchar las palabras de Juani, rompí en llanto. El era la única persona que estuvo para mí en todos los momentos tristes de mi vida, nunca me dejó solo.

— Gracias Juani, te quiero demasiado.

— Yo también te quiero mucho, Pequitas. —Me respondió. — Dale, vamos a tomar algo que ya mañana empezamos con la dieta.

Lo dudé un poco, pero asentí. Agarré un buzo, me lo puse y salimos.

— Yy, ¿Que vas a hacer con Malena? —Preguntó.

Una luna para cada noche de París |•Matías x Enzo•| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora