9.

417 28 28
                                    


Francisco Romero:

El silencio de dos minutos, para mí se hizo eterno.

— Sí. — Respondió.

— Bueno igual era entendible, aparte era obvio que no ibas a querer dormir conmigo, seguro dormías incómodo y... — No me dejó seguir hablando.

— Fran, te dije que sí.

— ¿Qué?, ¿encerio querés dormir conmigo? — Pregunté sorprendido.

— Sí, tontito, obvio que quiero dormir con vos. — Dijo, pellizcandome el cachete.

— Ayy, buenísimoo. — Dije.

Me miró, sonriendo, le brillaban los ojos. Cruzamos miradas, fue muy lindo. ¿Conocen la frase que dice "Si las miradas se cruzan, es porque algo buscan" ?
Me acerqué un poco más, el tenía un cigarrillo en la boca, el cual le saqué y tiré al piso. Juani solo me miraba, nada más que eso, hasta que el se acercó un poco más a mí. Sentía su respiración contra la mía, no aguanté más y lo atraje contra mis caderas para darle un suave beso. El correspondió a éste, y seguimos hasta quedarnos sin aire.
Nos separamos y me miró.

— ¿Me prestas otro beso? Te juro que te lo devuelvo.

Al escuchar sus palabras, obviamente lo agarré y lo volví a besar, ésta vez más seguro de mí mismo.
Después de estar besandonos por unos segundos, nos volvimos a separar.

— Sabés que ésto es bastante justo, yo te robé un beso porque vos llevabas días robándome el sueño.

Me miró, se puso rojo.

— ¿Soñas conmigo? — Preguntó.

— Absolutamente todas las noches.

Sonrió y se dió la vuelta, para poder mirar la luna.
Hice lo mismo.

— Sabés que, la luna es la única testigo de que sos la persona a la que más he querido. — Me dijo, nunca dejando de mirar hacia donde dónde la luna estaba.

Mi corazón iba a estallar, lo amaba demasiado, amaba a Juani demasiado. Ya estaba totalmente enamorado de el y eso no lo iba a cambiar nadie.
No sabía que responder, así que lo atraje hacia mí y lo abracé.

Juani Caruso:

¿Me abrazó? ¡¡Me abrazó!! Díos mío... Éste hombre me va a matar de amor sin darse cuenta... Lo adoro, lo adoro más que a nadie. Mi corazón es otro estando con el. Yo soy otro estando con el.

Pasaron unos minutos y nosotros seguíamos abrazados, pero el sueño me estaba matando.

— Hadita, ¿vamos a dormir?

Nos separamos y me miró.

— Dale, vamos.

Y así fué cómo salimos del lugar, saludando a los pocos que quedaban para poder ir a la habitación de Fran.

— Che igual, tengo que q ir a buscar un pijama. — dije.

— No, no. Ahora te doy uno yo.

Ay basta, si me muero es culpa de un tal Francisco Romero.

Me pasó un pijama de el, que me quedaba bastante grande y era muy cómodo.

— Gracias Fran, mañana te lo devuelvo.

— No, no me lo devuelvas. Ahora es tuyo.

¿Qué?

— Ayy, ¿encerio? ¡Gracias!

Una luna para cada noche de París |•Matías x Enzo•| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora