La Secretaria

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- Marcela, a mi no me gusta que me estén vigilando todo el tiempo.- dijo Armando un tanto molesto.

- ¡Ja! Por algo será.- respondió Marcela mientras se acercaba a su prometido.

Armando y Marcela llevaban un buen rato discutiendo para ver quién sería la nueva secretaria de presidencia, pero no solo era por eso, si no por el problema de que Marcela había puesto a su mejor amiga Patricia Fernández como la mejor opción que podrían tener, claro que Armando se había dado cuenta al instante de que ella la quería tener allí no sólo para resolverle los problemas económicos a Patricia, si no también para montarsela como policía a él.

- Patricia presentó la entrevista y la ganó limpiamente, tiene más estudio que cualquiera de las que se presentó aquí, tiene seis semestres en la San Marino, es bella, tiene clase, es una mujer de confianza. No hay otra alternativa.- dijo Marcela con una sonrisa en sus labios.

- En eso te equivocas, sí la hay y la cité.- respondió Armando para luego caminar hacia una de las sillas de la Sala de juntas, sentarse y tomar la carpeta que estaba encima de la mesa.- Claro, ella no estudió seis semestres de finanzas en la San Marino, no. Ella en cambio, se graduó en economía con una tesis laureada, hizo un post-grado en finanzas, habla dos idiomas, trabajó en el Banco Montreal, maneja sistemas, en fin ¿para que te sigo numerando las maravillas que ella hace?.- Armando sintió que con eso ya había ganado esa pelea, era más que suficiente para que a Marcela se le quitara la idea de contratar a su «espía» como él la llamaba.

Claro que Marcela quedó sorprendida con las cosas que le había mencionado su prometido sobre la supuesta mujer que hacia tremendas «maravillas», pero ella no se iba a rendir e iba a encontrar la manera de hacer que Patricia Fernández entrara a como la secretaria de Armando solo para tenerlo vigilado mientras llegaba el día de su boda.

- ¡La mujer maravilla!.- exclamó Marcela con un tono burlón y sarcástico.

- Marcela, tu amiguita Patricia no se quedará con el puesto, no compite contra esta maravillosa mujer. Seis semestres de finanzas en la San Marino no son nada contra los estudios de la señorita que viene en camino.- dijo serio.

Armando se levantó de la silla y se dirigió en dirección a Marcela para luego quedarse parado enfrente de ella y mirarla con una sonrisa, sabía que ya había ganado.

Gutiérrez entró sin avisar a la Sala de juntas con una cara de preocupación haciendo que a Armando y Marcela se preguntaran el por qué de su expresión.

- Doctor Armando, la señorita Beatriz Pinzón Solano ya está aquí.- dijo Gutiérrez.

- Pues hágala pasar.- respondió Marcela un poco seria.

Armando y Marcela tomaron asiento mientras que Gutiérrez regresaba al pasillo para después llamar a la tan mencionada «Mujer Maravilla».

Al entrar, Marcela hizo una mueca de asco y desaprobación, mientras que Armando miró con atención a la señorita que acababa de llegar ya que su rostro se le hacía muy familiar. El aspecto de aquella mujer no era precisamente muy atractivo; su vestimenta era demasiado holgada y su cabello estaba hecho un desastre, sus lentes hacían que sus ojos no se notaran del todo, el entrecejo y el bigote se notaban desde lejos. Parecía que no cuidaba de su aspecto físico y eso le bajaba un punto, ya que para ser secretaria o una empleada en particular, se necesitaba de alguien con una buena presentación. Al ser una empresa de modas no podían contratar a alguien que careciera de belleza, tenían que dar una buena impresión a la demás gente para que tomaran enserio su trabajo.

- Buenas Tardes.- dijo la mujer con educación para romper el silencio que se había creado.

- Muy buenas tardes, por favor, siéntese.- respondió Armando.

La Felicidad y la Tristeza de los Mendoza y los ValenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora