La reunión había terminado.
Los jóvenes caballeros dejaron la sala del patriarca y se dirigieron a custodiar sus respectivos templos, todos a excepción del guardián de la casa de Scorpio. Según alcanzó a escuchar la pequeña Sasha, el joven problemático pasó de largo por su templo y se alejó del santuario.
Eso le dio esperanzas a la pequeña, pues pensó que lo podría encontrar en su lugar secreto, en ese apartado lugar donde acudía frecuentemente y que se había convertido en su entretenimiento.
Esperó un rato a que las personas que rondaban el lugar se ocuparan con otras actividades y le dejaran el camino libre para poder escaparse. Después de un rato lo consiguió, realmente se había vuelto experta en el arte del escape.
Llegó al apartado lugar, por lo que caminó despacio para evitar ser vista, normalmente él llegaba cuando la pequeña ya se encontraba en ese lugar pero esta vez era lo contrario...su rostro se iluminó, una gran sonrisa adornó su linda carita. Ahí estaba, su amigo problemático, aquel que le hacía compañía, y aunque sin palabras, la hacía feliz.
Se acercó lo más que pudo para verlo mejor, estaba dormido. Rió bajito, siempre hacía lo mismo.
Sus verdes ojos se cerraron un poco al tratar de enfocar la mirada, no veía bien pero el joven parecía extraño. Sus ojos estaban fuertemente cerrados, apretaba los puños y jadeaba como si no pudiera respirar.
- ¿Qué le pasa?... ¿Estará teniendo una pesadilla?
Pensó que lo mejor sería esperar a que despertara pero el chico se quejó fuertemente...
- ¡Me...duele!...
La pequeña no lo pensó, salió corriendo de su escondite y se arrodilló frente al chico. Lo miraba muy angustiada.
- ¿Qué...qué te pasa? (Dijo en voz muy baja pero llena de preocupación)
Estaba sudando mucho por lo que instintivamente puso su mano en la frente del joven.
- ¡Está ardiendo! Tiene mucha fiebre.
No sabía que hacer, aún era muy joven, pero recordó que en el orfanato las monjas les bajaban la fiebre a los niños con fomentos de agua fría.
Corrió hacia un pequeño lago que se encontraba cerca de ahí. Sin pensarlo rasgó su vestido y mojó con el agua helada el trozo de tela.
Regresó al lado del muchacho y puso la tela empapada en su frente. Él jadeó con cierto alivio pero para la sorpresa de la pequeña el agua de la tela se evaporó casi al instante. No lo podía creer, cómo era posible.
Se levantó y corrió nuevamente hacia el lago ,
volvió a mojar la tela y regresó a colocarla en la frente del chico. Así hizo muchas veces, corrió de un lado a otro para seguir mojando su frente.Lo hizo un buen rato, por lo que ya se había cansado, pero ni por un momento consideró dejarlo de hacer, quería ayudarlo.
Estaba regresando y se detuvo en seco. El chico estaba sentado y la miraba. Jadeaba y su mano derecha apretaba fuertemente el lado izquierdo de su pecho. Se había quitado la armadura.
Sasha estaba petrificada, temblaba de miedo y sus ojos lo miraban con terror. La había visto... qué pasaría con ella.
La mirada del joven denotaba cansancio, su cabello estaba adherido a su frente por el sudor. En aquel solitario lugar solo se escuchaban sus jadeos.
Por fin, Sasha pudo dar un paso hacia atrás y en ese momento...
- No...me vas a...dar esa tela mojada... ¿Qué...no era para...mi?...
- ¿Q..qué? (tartamudeó la niña)
- ¿Acaso no me escuchaste?, dame esa tela... o mejor.... pónmela tú. Termina lo que estabas haciendo.
El muchacho volvió a acostarse y cerró los ojos.
Sasha estaba sorprendida, todo eso la tomó por sorpresa y lo único que consideraba en ese momento es echarse a correr y nunca más regresar a ese lugar.
Estuvo a punto de hacerlo cuando...
- Realmente...me siento enfermo. Podrías...ayudarme ya que estás aquí... Eso que estabas haciendo me dio alivio.
La niña lo miró por un momento y acto seguido, se echó a correr.
El joven Scorpio la miró alejarse y solo pudo reír débilmente.
- Era obvio...
Pasaba el tiempo y la condenada fiebre no cedía, le dolía todo el cuerpo pero sobre todo su corazón, el calor se concentraba en ese lugar.
- Mal...dición...que... dolor.
Calor, demasiado calor, pero de pronto...frío. Algo helado se posó en su frente. Abrió sus ojos y se topó con dos bellas esmeraldas que lo observaban con preocupación. La pequeña había regresado.
- Regresaste....
- Emmm...si. Perdón que me tardé...fui a conseguir un recipiente para traer el agua y que fuera más fácil bajarte la fiebre. ¿Aún...quieres que te ayude?
El la miró y solo asintió...
La niña mojó la tela y la volvió a colocar en la frente del muchacho y así continuó haciéndolo por un rato, hasta que poco a poco la respiración del joven peli azul se normalizó y se quedó dormido.
Ahora que estaba cerca aprovechó para obsérvalo mejor. Era joven, alto y fuerte. Tenía un rostro hermoso, su ondulado cabello era muy largo y de un color azul celeste poco común.
La pequeña se sonrojó, nunca hubiera pesando que su problemático amigo fuera un joven tan bello. Su personalidad no concordaba con su apariencia y menos cuando dormía.
Pasó un largo rato y el chico continuaba dormido. Sasha permaneció sentada a su lado. Había considerado irse mientras él dormía pero finalmente decidió quedarse al verlo tan enfermo. Si empeoraba, tendría que buscar ayuda.
- Mmmm...
- ¡Ah! Está despertando...
El chico abrió los ojos lentamente y Sasha se sorprendió al verlos de cerca, dos hermosos diamantes azules. Se sonrojó...
- ¿Qué te pasa niña? ¿Acaso ya te pegué la fiebre?
- ¿Ehhh?....No, yo estoy bien, no es eso.
- Ay, como sea. Oye, ¿qué estás haciendo aquí de nuevo?
- ¡¿De... nuevo?!
- Ay por favor, sé que vienes frecuentemente, crees que no me he dado cuenta.
- Yo.... Lo siento, es que solo...
-... ¿Por qué te disculpas?, la verdad no me importa. Siempre y cuando no me molestes mientras duermo y no le cuentes a nadie lo que me pasó hoy. ¡Lo harás verdad!
Kardia se sentó y se acercó al rostro de Sasha, quien volvió a sonrojarse.
- No le diré a nadie. Yo solo vengo aquí porque me aburro mucho donde estoy, pero... puedo preguntar ¿qué ... es lo que te pasó?
La mirada del chico se ensombreció y guardó silencio por un momento.
- ¿Por qué quieres saber?
- Emm...yo... es que te pusiste muy enfermo y me asusté mucho. Si te vuelve a pasar... quiero saber qué tengo que hacer.
Los azules ojos de Kardia miraron con sorpresa a la niña. La idea de mandarla a volar fue lo primero que pensó, pero al ver la sincera preocupación en su rostro...
- Mmmm... bueno... ya que me ayudaste y nos hemos visto aquí muchas veces...creo que es justo que te lo diga... ¡Pero no se lo cuentes a nadie o te arrancaré la lengua!
- ¡¿Qué?!...
- Promételo y ya. No te haré nada.
Que mocosa tan miedosa.- Lo... prometo...
- Ok... te contaré.
Continuará....
Gracias por leer!! 🥰
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Corazón solitario
RomanceNunca me importó la soledad, sabía que mi vida sería breve aunque quería vivirla al máximo, disfrutar cada segundo de ella sin arrepentimiento. Jamás necesité el amor de nadie, no lo merecía por ser como soy, alguien sin futuro, eso me dijeron pero...