Hola!!!
Con el gusto de saludarlos, aquí les dejo un nuevo capítulo.
Gracias por leer 🥰Habían pasado ya dos días desde que dejó su tierra natal, el único lugar que conocía desde su nacimiento y en el que había forjado bellos recuerdos con sus entrañables hermanos Tenma y Alone. Se sentía perdida sin ellos, en total angustia y miedo, caminando junto a un desconocido que, aunque desde su partida la había cuidado y tratado con mucho respeto, aún le imponía demasiado.
El camino hacia el Santuario en Grecia era muy largo, tendrían que tomar diferentes medios de transporte para llegar allá. Viajarían en barco la mayor parte del tiempo, pero antes de eso tendrían que salir a pie de los bosques de Italia para llegar al poblado que los llevaría al puerto más cercano.
Ese día, Sasha y aquel hombre de nombre Sísifo caminaron por largo rato a través del denso bosque, sólo descansaban por breves momentos. No había mucho diálogo entre ellos sólo preguntas ocasionales de Sísifo para saber si la pequeña estaba cansada o tenía hambre. Era obvio que no tuvieran nada de que hablar, eran desconocidos y la diferencia de edades era considerable; aunque Sísifo era un muchacho joven que tendría unos 20 años, Sasha era la mitad de joven que él.
Mientras caminaban ella lo observaba discretamente, era bastante alto y su rostro joven siempre estaba sereno... - Realmente no parece una mala persona, pensó Sasha... cuando de pronto, sus pensamientos fueron interrumpidos de manera sorpresiva:
- Señorita, ¿hay algo que necesite o quiera pregúntame?
Sasha se detuvo temblando de miedo, no esperaba que la descubriera mirándolo, ya llevaba rato haciéndolo y se preguntaba cuánto tiempo había pasado desde que él se percató. No sabía que decir, sólo tartamudeaba sin poder articular palabra alguna. Él joven la miraba con paciencia pero de forma indescifrable, era imposible saber qué es lo que estaba pensando, desconocía si estaba molesto o incómodo con ella. Sasha no sabía qué hacer, sintió sonrojarse y solo cerró los ojos muy fuente deseando desaparecer de ese lugar y estar de regreso en la tranquilidad de su hogar, ese orfanato en el que se había criado y al que ya no podría regresar.
De pronto, todos esos pensamientos se agolparon en su mente y corazón, provocando que las lágrimas comenzaran a brotar de manera incesante. No había llorado desde que comenzó su viaje con el desconocido, estaba muy confundida por todo y no sabía que pensar o sentir pero en ese instante, cuando la descubrió mirándolo y la atención del joven se centró en ella, sus emociones se liberaron. Cerró los ojos muy fuerte dejando que su dolor escapara por medio de sus lágrimas y se quedó así por un rato.
Sísifo la miraba con el mismo gesto sereno, permitiéndole liberar sus emociones aunque fuera solo por un momento ya que tendrían que seguir su camino lo más pronto posible. Lo más importante era llegar al Santuario y poner a resguardo de la gran guardia ateniense a esa pequeña... - no, no es una pequeña...pensó, es la diosa de la guerra Atena en persona. Aunque entendía que ella era tan solo una niña en ese momento, no podía dejarse conmover y mucho menos perder la concentración en la misión que el Patriarca le había encomendado, proteger de las fuerzas del mal a la deidad que los guiaría a la nueva guerra santa que estaba por comenzar.
- Eso es lo que se supone que debo hacer, es lo correcto... pensó el joven, al tiempo que tomaba del brazo a la pequeña y le decía: - No es seguro estar detenidos por mucho tiempo, debemos continuar y llegar al Santuario cuanto antes, sigamos adelante por favor.
Sasha lo miró con tristeza y sin decir nada más comenzó a caminar como una muñeca sin voluntad propia.Caminaron por largo rato en el denso bosque, el cual se volvía más oscuro y tenebroso conforme pasaban las horas; el viento helado soplaba y silbaba de forma extraña. Sísifo se sentía inquieto, tenia la sensación de que algo o alguien los observaba oculto en la negrura de la noche. No lograba ubicar a esa presencia extraña por ninguna parte pero estaba seguro que no la estaba imaginando. Como caballero dorado que era tenía los sentidos mucho más desarrollados que una persona común y eso le permitía detectar presencias a grandes distancias, por lo que le resultaba extraño no ser capaz de determinar en dónde se encontraba esta.
Caminaron más de la cuenta, aunque Sísifo tenía previsto detener la marcha un par de horas antes no lo había hecho por precaución; sin embargo, miró a la pequeña Sasha, quien se veía realmente cansada y decidió detener la marcha y resguardarse en una pequeña cueva que tuvo la suerte de encontrar.
Dentro de ésta encendió una fogata y acomodó los cobertores para que la niña pudiera descansar, la cual se quedó dormida de manera casi instantánea. El joven caballero se mantuvo alerta y por supuesto no pensó ni por un minuto en dormir pese a su cansancio, así que se sentó muy cerca de Sasha sin quitar la vista de la entrada de la cueva.Perdido en sus pensamientos miraba el fuego, las llamas de éste se reflejaban en sus cansados ojos. No era una tarea fácil ser caballero de Atena pero no se quejaba, ya que era su destino y lo había aceptado con orgullo y convicción. Aún así, a veces el peso que sentía en su alma lo agobiaba y más en esos momentos porque se sentía culpable por haber arrebatado a una pequeña niña de su hogar, aunque fuera por una razón. En ese momento algo lo sobresaltó, la mano de la pequeña Sasha estaba sobre la suya, sintió su calidez, sus pequeños dedos se aferraban a los suyos. No supo que hacer, estaba a punto de retirar su mano pero esos pequeños dedos se aferraron más a él, por lo que decidió no moverse y disfrutar de la sensación de paz que le provocaba. Suspiró y cerró sus ojos, quedándose dormido en cuestión de minutos.
La noche comenzó a transcurrir y de pronto, una silueta negra llegó hasta la cueva donde se encontraban...unos pasos metálicos se acercaban lentamente hacia ellos.
En milésimas de segundos una ráfaga de viento negro fue lanzada al interior de la cueva, cortando como navaja los árboles y rocas que estaban en su camino. Una risa áspera rompió el silencio y el dueño de ésta, un hombre alto de dientes afilados envuelto en una armadura negra, se acercó a la cueva para mirar el resultado de sus ráfagas cortantes. Grande fue su sorpresa cuando de pie frente a él se encontraba un hombre que emitía destellos dorados, el cual estaba con la mano extendida al frente y detrás de él, una niña que dormía profundamente.- Pero qué diablos!!!... exclamó el intruso.
- Acabas de cometer un grave error enviado de Hades... dijo el castaño con voz serena mientras salía con pasos firmes de la cueva.
- Jajajajajaja!!!! Un caballero de Atena!!!MUERE EN EL NOMBRE DE HADES!!!
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Continuará...
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Corazón solitario
RomansaNunca me importó la soledad, sabía que mi vida sería breve aunque quería vivirla al máximo, disfrutar cada segundo de ella sin arrepentimiento. Jamás necesité el amor de nadie, no lo merecía por ser como soy, alguien sin futuro, eso me dijeron pero...