☬ 𝐄𝐋 𝐑𝐔𝐁𝐈𝐎.

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◤POV MIA◢

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POV MIA

Tomé suavemente el rostro del hombre y le acaricié la mejilla con el dorso de mi pulgar en un intento de despertarlo. Mis manos temblaban ligeramente al sentir su piel fría contra la mía.

— Oye.— susurré, rezando a todo lo bueno y bondadoso de este mundo para que no hubiera muerto en mi ausencia.

— ¿Q-ué? — susurró.

— ¿Crees que puedas caminar? Te prometo que no te llevaré al hospital, pero tenemos que tratar tu herida. No vivo lejos de aquí, así que si puedes ayudarme a caminar, en casa te atenderé esa herida.

Me miró fijamente, sus ojos una vez más comenzaban a caer solo para luchar, esta vez mientras apretaba los dientes y asentía con la cabeza, gimiendo mientras intentaba levantarse del suelo.

Rápidamente, me apresuré a ayudarlo, diciéndome repetidamente que estaba absolutamente loca, por enésima vez esa noche, por ayudar a un extraño de esta manera.

—Voy a matar a Kim Taehyung si muero. — Susurré.

— ¿Qué? —El rubio gimió.

— Nada, vamos.

Casi grité de alivio cuando finalmente llegamos a la puerta de la entrada de mi casa, mis manos temblaban mientras buscaba mis llaves y ayudaba al hombre a apoyarse contra la pared, con los ojos aún cerrados, mientras finalmente lograba encontrar la llave correcta y empujar la cerradura.

Abrí la puerta antes de volverme para ayudarlo, pero grité de sorpresa cuando cayó contra mí, el ya no podía sostenerse por su propio pie.

Golpeé mi cabeza contra la pared mientras él se presionaba contra mí y gritaba de dolor mientras intentaba sostenerse con su brazo libre que no estaba agarrando la herida.

Lo ayudé a entrar y lo empujé con cuidado en un intento de guiarlo en la dirección correcta, dio un gemido mientras mantenía su mano firmemente presionada contra su abdomen, respirando entrecortadamente. Llegamos al sofá y lo ayudé a sentarse.

Corrí hacia el baño y busqué el botiquín de primeros auxilios, saqué gasa y tela y volví corriendo y de ahí me fui a mi habitación por mi material escolar, el cual me serviría para suturar la herida.

Me dolía el corazón con una mezcla de pánico y miedo cuando lo miré, notando las gotas de sudor en su rostro mientras cerraba los ojos con fuerza, frunciendo el ceño y maldiciendo en voz baja, lo que me hizo sacudir la cabeza y descartar mis preocupaciones. .

Con manos temblorosas, alcancé su camisa; la acción lo hizo estremecerse.

—Lo siento. — dije, y él respiró, apretando los dientes.

—Me quedaré quieto... Simplemente, termina con esto de una vez...

Asentí mientras levantaba su camisa y miraba la herida. Por suerte, no había ningún objeto que quitar, solo el corte en sí. La herida no era muy profunda para su suerte. Hice lo que pude, para su suerte yo estaba estudiando medicina y pude practicar con él.

𝐖𝐎𝐋𝐅𝐆𝐀𝐍𝐆 21+Donde viven las historias. Descúbrelo ahora