Bestias Nocturnas

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Valt se había adelantado en ese día para regresar temprano a casa por pedido de Free, quién al parecer nuevamente tenía asuntos por resolver y justamente con Christina.

Sospechaba que esto tenía que ver con esos problemas familiares, que últimamente se hacían más recurrentes, pero tristemente su pareja no ha entrado en detalles con el sobre eso.

Conocía poco sobre su familia, solo lo que Wakiya dijo en esa ocasión cuando sugirió que lo mejor era separarse de Free por que su familia empleaba cualquier tipo de artimañas aprovechándose de su estatus privilegiado para hacer daño a los demás.

Aunque mientras el primogénito de los Komurasaki hablaba pudo percatarse de que algo ocultaba bajo su semblante atemorizante, sin embargo nadie más se atrevió a preguntar, incluso el mismo se sintió diminuto en su asiento.

Se preguntó así mismo si había pasado algo entre sus familias como para que este reaccionará de esa forma, cabía la posibilidad de que eso fuese así.

No obstante, no creía obtener respuestas pronto y ni siquiera estaba seguro de inmiscuirse en esos asuntos, le gustaría ser incluido si su amado peli rubio se lo permitía, para que al menos no se sintiera como una invasión a su privacidad.

Suspiró con algo de pesadez, todo iba de maravilla entre ellos, pero le preocupaban estos temas que no habían tocado.

Tarde o temprano tendrían que conversar, solo esperaba que cuando llegará ese momento las cosas no se complicarán tanto.

Lo último que quería era que ambos pasarán por complicaciones cuando apenas sentían algo de normalidad entre ellos, incluso ahora tenían a un pequeño cachorro gruñón conviviendo con ellos.

Sonrió con cariño al recordar al Akaba, el no estaba pasando por un buen momento y mucho menos cuando esos dos tontos no podían aclarar sus prioridades, terminando por agobiar al pobre chico.

Sí lo querían hubiesen intentado acercarse de manera cuidadosa para tantear el terreno, no lanzarse hacía él de la nada, poniéndolo a prueba como si el tuviera que demostrar sus sentimientos para recibir afecto.

Esa fue la parte que más le molesto, tanto así que puso a ambos Alfas en su lugar y lo haría de nuevo de ser necesario.

Su pequeño hermanito aún luchaba por encajar y tenía sus propios problemas sin resolver como para recibir más cargas innecesarias, por lo tanto estaba dispuesto a consentirlo un poco más de lo normal.

Sabía que Aiga amaba el chocolate tanto como el, así que cuando se fijó en una cafetería que había abierto cerca decidió pasar por allí para comprar unos brownies con almendras que de seguro le gustarían.

Compró suficientes para los tres así podrían comer juntos cuando cenarán, feliz con la ilusión de pasar una tarde agradable regresó a la vivienda, abriendo la puerta con una gran sonrisa.

— ¡Aiga ya estoy en casa! — anunció su llegada esperando ser recibido con el mismo entusiasmo, pero solo obtuvo silencio.

Confundido dejó las compras sobre la mesa y comenzó a buscar por todo el lugar, la sala, las habitaciones, incluso tocó la puerta del baño y al no recibir respuesta la abrió para darse cuenta de que tampoco se encontraba allí.

El pánico lo embargó de inmediato, Aiga no quería regresar a la mansión y de haber vuelto les hubiera avisado antes de tomar una desición.

¡¿A quién debía buscar?! ¿Wakiya? ¿Shu? ¿Fubuki? ¿Rantaro? ¿Free? respiró intentando calmarse, su Alfa estaba ocupado, pero estaba seguro de que si lo llamaba acudiría a el sin pensarlo dos veces. Asustado utilizó el nexo familiar que compartía con los chicos, esa era una habilidad que habían desarrollado para comunicarse de manera más eficiente.

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⏰ Última actualización: Feb 05 ⏰

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