Único.

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⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ SU MANO se entrelaza disimuladamente con la de su querida, iban a un paso tranquilo por las veredas de la gran ciudad

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⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ SU MANO se entrelaza disimuladamente con la de su querida, iban a un paso tranquilo por las veredas de la gran ciudad. Se dirigían hacia el subterráneo para volver a donde se hospedaba luego de una tarde agradable juntas, una de enamoradas jóvenes y felices. Que trágico.

No supo en qué momento se encontró con la gente corriendo y gritando asustada a su alrededor, ella teniendo una posición de ataque, a la defensiva. Se preguntó dónde estaba la castaña, sin lograrlo, la había perdido de vista pero debía concentrarse en la maldición aparecida frente a ella: debía eliminarla o causaría estragos. Rápidamente, se retiró de su posición, directo para atacar pero la figura que se hizo frente a ella la frenó inmediatamente. Le gritó con interrogación a la chica qué demonios hacía, que se moviese o la ayudase a eliminar a la plaga. No recibió respuesta. Parecía perdida, su mirada estaba clavada sin brillo alguno en la suya, no entendía, no comprendía lo que sucedía. Cuando menos se lo esperó, emitió palabra, un susurró bajo, débil pero que por alguna razón oyó claramente: "Maki... No me dejes nunca... No me olvides". La de lentes, muy confundida, nuevamente preguntó que cosas decía y hacía, aunque no alcanzó a terminar la frase cuando el líquido espeso y rojizo saltó de la frente de la contraria hacia su rostro.

El impacto no la dejó reaccionar correctamente, vió como el cuerpo desvivido de la otra caía en un golpe sordo contra el suelo. Pareció en cámara lenta, todo sucedió rápido. Su garganta soltó un grito desgarrador y sintió las lágrimas caer.

Despertó asustada e hiperventilando, no podía hallar la correcta ejecución de su respiración. La otra se levantó asustada, viéndola alterada. Parece que el grito no había sido tan solo en el sueño. Las gotas corrían por sus mejillas y caían en las sábanas, humedeciendo para dejar su marca. Miró a un punto fijo en la cama, aún asustada y en un pánico que no parecía tener fin. Se sorprendió por el roce repentino de suaves manos en su hombro desnudo gracias a la camiseta de tiras, haciendo voltear abruptamente: ahí la tenía, aquella castaña de cabello corto y ojos grandes y relucientes, derrochando preocupación. Por fin pudo concentrarse en lo que le decía de forma más clara.

— Maki, cariño... ¿Estás bien? ¿Qué sucedió? —. Musitó suavemente, poniendo una mano en su mejilla para secar algunas lágrimas. Su mirada borrosa por el llanto y la falta de sus lentes hicieron efecto, sus ojos se achicaron.

Con desespero, tomó su mano y la besó, quedándose ahí unos minutos, teniendo los ojos cerrados para luego lanzarse a abrazarla. Escondió su rostro cicatrizado en el hueco entre el hombro y su cuello, sollozando aliviada. La otra estaba cada vez más confundida con los actos de su pareja, además de que la desorientación por ser despertada de su sueño embellecedor con tal grito, hacía más difíciles las cosas. Se limitó a poner una mano en sus cabellos para acariciarlos consoladamente, un rubor en sus mejillas surgió entre la miraba con una mezcla de pena y cariño.

- Linda... Dime qué sucedió...- Tras un momento de silencio y un último sorbo de su nariz, oyó la profunda pero quebrada voz que le hizo dar un vuelco al corazón.

— Tuve un mal sueño que te involucraba... Estaba combatiendo con una maldición y de la nada te apareciste frente a mí... Tú me... Susurraste que no te dejara, ni te olvidará y luego...—. Respiró profundamente, teniendo ganas de llorar nuevamente. Jamás la había visto tan quebrada como ahora.— No sé lo que sucedió pero caíste al suelo muerta y no pude reaccionar para salvarte o sostenerte...

El impacto por lo confesado no tardó en aparecer en el rostro de la castaña, así que una pesadilla causó esto. Suspiró por lo bajo y la apegó a ella, dejando besos cortos pero cariñosos mientras sus manos ejercían aún más tacto y cariño contra la cabeza y piel llena de marcas ajena, delicados como si fuera un cristal fracturado que estaba a nada de romperse más. Causó más llanto en la otra.

- Shh... Está bien...- Arrulló sanadora.- Estoy aquí, ¿sí? ¿Lo ves? No me ha sucedido nada, solo fue una pesadilla... Tranquila, tesoro...

— Nobara... ¿Y si sucede algún día? ¿Y si no puedo protegerte...? Me sentiría horrible y tan culp-

— Jamás digas eso —. Interrumpió con un tono firme, mirándola de reojo con el ceño fruncido.—Eso no pasará... Y si llega a pasar, por favor... Jamás, ¿me oyes? Jamás quiero que te culpes por ello... Sé que tú nunca me dejarías morir e intentarías todo para mantenerme contigo porque sé que me amas y quieres estar conmigo... Me sucede lo mismo, Maki...

La obligó lentamente a separarse para tomar sus mejillas con suavidad, su rostro estaba destruido en un sentido de que el llanto había hecho estragos: la fuerza y rigidez que usualmente poseía se habían desvanecido bajo las lágrimas gordas constantes y el rubor leve que tenía su nariz, pómulos e hinchados ojos. Acarició con los pulgares y dejó un besito en los labios contrarios, algo tranquilizador. El áspero contacto de las extremidades contrarias se sintió con el blando ajeno, contrastaba gustosamente uno con otro. Sus orbes se conectaron, se alcanzaban a distinguir bien gracias a la tenue luz del velador encendido previamente. Parecían entenderse con tan solo mirarse.

— Te amo, Zenin... La muerte no es algo que cambie eso y el hecho de que no puedas salvarme en una situación así tampoco... Nunca te echaría la culpa de algo que no está bajo tu control...—. Puso una mirada severa, bastante seria para lo cursi y dulce de sus palabras. Causó una risita entrecortada de la otra.—  Oye, ¿De qué te ríes? ¡Lo digo en serio!

— Lo lamento, linda... Es que tu rostro tan serio no concordaba con tus bonitas palabras...—.  Susurró, tomando sus manos para besarlas, haciendo ruborizar por vergüenza a la otra.- No sé cómo o qué hice para merecer a una chica tan adorable como tú...

La miró medio encorvada, desde abajo, hablando sobre sus manos y dejando sus labios apoyados en su tersa piel.

— Ser una cabeza dura y terca...—. Musitó con una sonrisa ladina, ambas rieron cálidamente.- Ahora ven, vamos a dormir... Es de madrugada...~

La luz fue nuevamente apagada, el cuarto se inundó por un manto de oscuridad casi total, la luz de la luna se traslucía por la cortina y otorgaba apenas algo de visión. Las féminas se abrazaron, la pelinegra se fundió en el pecho decorado con un tatuaje referente a su habilidad maldita y vestido con la sedosa del pijama. Ejerció mimos en su cadera, donde reposaban sus manos, mientras sentía lo mismo en su cabeza cariñosamente. Pronto, cuando menos se dieron cuenta, ambas cayeron dormidas. Sus respiraciones estaban tranquilas, reguladas, sus latidos se oían retumbando contra sus pechos en un ritmo normal y pacífico. Por fin, pudo descansar en paz el resto de la noche.

 Por fin, pudo descansar en paz el resto de la noche

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