Capítulo 1

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Lo había pensado, diez, cincuenta, cien, mil veces, y lo seguía repitiendo una y otra vez en su cabeza, si lograba que todo salía como él quería, saldría con las cosas que siempre soñó, y con un culpable, pero ese, no iba a ser él, porque no estaba dispuesto a caer.

— ¿Aemond? — la confusión en su voz, sus ojos que demostraban su asombro, hermoso — disculpa, hola, es solo que no esperaba que vinieras — Rhaenyra se hizo a un lado para dejarlo entrar.

Empezaron a caminar hacia la sala de entretenimiento, quedaba cerca de la lavandería, era perfecto, todo salía como quería.

— No te preocupes — vio el interior, habían cambiado la decoración — ¿Está Daemon?

— No, él no está — por supuesto que no estaba, ya lo sabía — se fue temprano por la mañana a una reunión en la compañía, por favor siéntate.

— Es una pena, esperaba conversar un poco con él — se había sentado en el mueble para una persona, sentado ahí se sentía el señor de la casa, el jefe, se sentía poderoso.

— Pero puedes esperarlo, ¿Deseas algo de beber? — descruzó sus largas, blancas y lampiñas piernas, dispuesta a pararse.

— Un té, gracias — tenía otros planes — pero antes, ¿Me podrías prestar tu baño?

— Claro, ya sabes por dónde es — se levantó en dirección a la cocina — mientras tanto iré preparando el té.

Rhaenyra entró a la cocina, mientras el agua del té hervía, preparaba aperitivos, tal vez si no hubiera estado tan ensimismada en lo que hacía, se habría dado cuenta que Aemond había salido del baño hace mucho.

La tetera indicaba que el agua ya estaba lista, puso un sobre de té en cada taza, la llenó con agua, endulzó una con una cucharadita de azúcar y la otra con dos, las puso en una pequeña bandeja y regresó a la sala de entretenimiento.

— ¡Por Dios! — casi se le habían caído las tazas con el té caliente en los pies.

— Lo lamento, no era mi intención asustarte — se permitió reír — deja que te ayude con eso.

— No te preocupes, y gracias — se sonrojó un poco por la vergüenza — oh, la que está un poco más clara es tuya,últimamente me están gustando más las cosas dulces.

— De acuerdo, gracias — sonrió.

— Cierto, olvidé traer los aperitivos, espérame un segundo.

— Bien.

Rhaenyra se levantó en dirección a la cocina, tomó la bandeja de aperitivos que había dejado en la mesa y se dirigió de regreso a la sala.

— Aquí están — puso los aperitivos en la mesa de centro y Aemond habría empezado a preguntarse cuál habría escogido Daemon primero, de no ser porque ya lo sabía.

— Sabes, desde que llegué me estaba preguntando por qué no he visto a ningún empleado en la casa — agarró un pedazo de queso, lo sumergió en la algarrobina y finalmente se permitió degustar la mezcla de sabores.

— Si, bueno, les di el día libre hoy, es 14 de febrero, deberían poder pasarlo con sus parejas — agarró una pequeña galleta de chocolate de la bandeja.

—Cierto que todos los sirvientes acá son jóvenes — rió recordando ciertos acontecimientos.

— Si, es que me daría pena ver a una mujer mayor que yo haciendo las cosas que yo debería hacer — tomó un poco de su té.

— Si, sería algo triste — tomó otro pedazo de queso mientras veía como Rhaenyra bebía hasta la última gota de su té, mojándose los labios, lamiéndolos luego de haber acabado, exquisito. 

— Por eso me empeño en que todos nuestros sirvientes sean mayores de 19 y menores de 30 — sonrió — incluso la chica que se encarga de cocinar tiene 26, pero estudió gastronomía, así que cocina delicioso.

— Me imagino, de ser... — hizo una pausa, ya no había más queso — fabuloso.

— Lo es, un día deberías venir a almorzar con nosotros, ya sabes, cuando Jace no esté ocupado con la academia y Luke — se detuvo — bueno, Luke si pasa la mayor parte del tiempo con nosotros, aunque siempre está en su cuarto — rió — estresado porque es su último año.

— Cierto, que rápido pasa el tiempo — ahora agarraba unas galletas de avena — ¿Y Jacaerys sabe qué va a estudiar?

— Quiere ser bombero... como su padre — sonrió con nostalgia, como si todo el peso del pasado volviera a caer sobre ella — pero yo creo que al final terminará yendo por veterinaria — se recompuso — siempre le gustaron los animales.

— ¿Como a su padre? — se sorprendió de si mismo, nunca habría dicho eso, pero las palabras se le habían escapado de su boca — Rhaenyra, yo, lo lamento, no debí haber dicho eso.

— No, está bien — suspiró — y si, a Harwin también le gustaban los animales, en especial los — se detuvo, de repente se había empezado a sentir muy mareada, trató de levantarse para ir por un vaso de agua, pero falló y cayó desmayada encima de la alfombra.

Aemond tardó unos segundos en darse cuenta de lo que había pasado, pero cuando cayó en cuenta de que Rhaenyra se había desmayado, corrió hacia ella, y sintiendo que el corazón estaba a punto de explotarle, le tocó el cuello, buscando si aún había pulso.

Estaba viva, suspiro aliviado, con las manos temblorosas la cargó, caminó lo más rápido que pudo, tratando de no caer y lastimar a Rhaenyra, salió de la casa, abrió la puerta de atrás de su auto y con la mayor delicadeza que pudo permitirse teniendo en cuanta la situación la dejó acostada.

— De acuerdo, tranquila Nyra — tomó la libertad de llamarla como solo Daemon lo hacía — todo va a estar bien, estoy aquí, contigo — tomó su mano y la besó — voy a llevarte al hospital, ¿De acuerdo, cariño?

Dicho esto corrió hasta la puerta del piloto y empezó a conducir lo más rápido que pudo, el hospital quedaba un poco lejos de la casa de su mejor amigo, en cambio, su casa quedaba solo a 7 minutos del hospital, hasta pensando en ese tipo de cosas era mejor que Daemon.

Cuando finalmente llegaron al hospital, Aemond alzó a Rhaenyra en brazos y la llevó corriendo hasta la recepción.

— ¡Un doctor! — empezó a gritar desesperado — ¡Rápido, enfermera, por favor! — cuando llegaron los enfermeros, pusieron a Rhaenyra en una camilla, hasta ese momento Aemond no se había dado cuenta de que ella ya estaba empezando a recuperar la conciencia.

— Cariño, cariño, está bien, ya estás bien — sonaba terriblemente desesperado.

— ¿Daemon?

Una palabra, solo eso había bastado para que el mundo que Aemond había creado en cuestión de minutos, se cayera en cuestión de segundos. Se quedó parado como una estatua a mitad de pasillo mientras veía como la camilla en la que iba Rhaenyra se alejaba poco a poco.

No sabía cuanto tiempo había pasado, probablemente solo minutos, o tal vez una hora, pero cuando por fin vio al doctor acercarse, se puso de pie inmediatamente.

— ¿Es usted algún familiar de la paciente Rhaenyra Arryn? 

Pensó por unos segundos cuál debería de ser su respuesta.

— Si, soy su esposo — se sentía eufórico al decir eso.

El doctor empezó a leer la ficha que tenía en las manos, examinando los resultados de los análisis, a Aemond eso se le hizo una eternidad, quería saber qué era lo que pasaba con Nyra, necesitaba saber que era lo que pasaba.

— Felicidades señor, ustedes van a ser padres.


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