Capítulo 2

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Las palabras del doctor daban vueltas en su cabeza una y otra vez "van a ser padres" .

— Disculpe señor, necesito que llene estos documentos con sus datos — le entregó unas hojas y un lapicero.

— Claro, disculpe.

Se quedó un rato pensando si debería llenar los documentos con sus datos o con los de su amigo.

— ¿Solo son estos papeles? — le preguntó al doctor mientras escribía.

— Si, esos son todos, también le quería informar que su esposa debe tener cuidado con su embarazo, debido a su edad, es algo peligroso.

— Mi esposa tiene treinta y cinco — le entregó los papeles al doctor — no creo que tenga tanto riesgo.

— Es cierto, pero según me informó ella, ya ha tenido aborto — eso no lo sabía — lo que le dejó un óvulo no muy saludable, aunque, claro que con el cuidado suficiente y un buen tratamiento, ella podrá volver a quedar embarazada cuantas veces desee.

— Entiendo — hizo una breve pausa — ¿Puedo verla?

— Por supuesto, por favor sigame, señor... — vio las hojas que hace un momento Aemond le había entregado — Daemon.

Los pasillos del hospital se le hacían interminables, cada pasa que daba contaba como cien, sentía como su corazón se aceleraba cada vez más. Cuando llegaron a la puerta de la habitación, se dio cuenta de que las palmas de sus manos estaban empapadas en sudor.

— Acá me despido señor Daemon, con permiso.

Con eso dicho, Aemond se sintió extasiado, drogado, como si el mundo entero hubiera puesto sus ojos en él por el solo placer de admirarlo, se sentía poderoso.

Cuando finalmente entró a la habitación vio a Rhaenyra ya despierta, cuando ella notó su presencia le sonrió.

— Aemond, que alegría verte — le hizo un gesto con la mano para que se siente en un mueble que había al lado de su camilla.

— Rhaenyra, ¿Cómo te encuentras? 

— Bien, un poco emocionada con la noticia — sonrió y sus mejillas se volvieron un poco rojas, Aemond la quedó viendo por unos segundos, fascinado.

— Me lo imagino — Rhaenyra volteó a verlo a los ojos y se creó un silencio incómodo — ¿Deseas algo de beber?

— Agua, si no es mucha molestia — hizo una pausa — ¿Sabes si Daemon va a venir?

Al escuchar su nombre un sabor amargo se instaló en su boca. El mundo ya no lo veía a él.

— Creo que ya lo llamaron, pero aún no viene — vio en los ojos de Rhaenyra llenarse de tristeza y decepción — pero no te preocupes, seguro no tarda — le dedicó una sonrisa reconfortante y ella le sonrió de vuelta.

— Si, ojalá

— Voy por el agua, no tardo.

Mientras de dirigía a la cafetería pensaba si debería llamar o no, cuando el celular indicó que la llamada había empezado, se había arrepentido, pero la persona al otro lado de la línea ya había contestado.

— Aemond, amigo ¿Ocurrió algo? — sonaba agitado — sabes que no me gusta que me llamen a esta hora.

— Estoy con Rhaenyra.

— ¿Disculpa? 

No había hecho una buena elección de palabras. 

— Es decir, estoy con Rhaenyra en el hospital.

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