Extra

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La cita que su madre y su hermana le habían organizado le había resultado increíblemente tediosa. La chica, Alys, hablaba demasiado para su gusto, era muy confiada, apenas se habían conocido y ya le había empezado a hablar todo acerca de su vida.

Había tratado de ser cordial con la mujer, hasta que ella le había hecho una insinuación demasiado desvergonzada que había acabado con su paciencia. Le había dicho que iba al baño y, mientras ella veía su teléfono, había aprovechado para irse del lugar.

No es que no le pareciera bonita, al contrario, era una mujer altamente hermosa, pero no hubiera podido engañar a su mente ni aunque hubiera querido, ni siquiera hubiera podido tener una erección, la larga cabellera negra no le hubiera permitido continuar, los ojos verde oscuro, todo era completamente diferente a ella.

La mujer que veía siempre en sus sueños tenía el cabello plateado, los ojos azules, la piel blanca, todo en ella era tan perfecto, que sentía que, si se atrevía a salir con otras mujeres, la estaría traicionando, acabando con la mínima esperanza que tenía, como si, después de tanto tiempo de estar tratando de acercarte al último resplandor de luz que queda en ese vacío infinito de oscuridad, estando tan cerca de ella, se vuelve a alejar de ti de nuevo. Tan malditamente desesperante.

— ¿Aemond? 

La voz de su madre lo saca rápidamente de sus pensamientos.

— Perdón, estaba pensando en algo.

Alicent le quedó viendo fijamente unos segundos antes de hablar.

— Hijo — se detuvo al ver su Aemond no le prestaba atención, nuevamente — ¡Aemond!

— Si, perdón, te escucho — Alicent soltó un suspiro.

— Como te decía, sé que la cita con Alys no salió bien — hizo una breve pausa — pero eso no significa que todo se acabe ahí, te conseguiré el número de otras chicas.

— Mamá, yo — Alicent lo interrumpió.

— No te preocupes cariño, no vas a quedarte soltero.

— Mamá — alzó un poco la voz.

Alicent lo volteó a ver, sorprendida.

— Escúchame atentamente — Alicent había empezado a jugar con sus dedos — no quiero casarme.

El silencio se empezó a hacer incómodo, abrumador.

— Aemond, ya tienes treinta y seis.

— ¿Y?

— El tiempo pasa rápido, hijo, no quiero que te quedes solo.

— Lo sé madre, pero — pensó bien lo que estaba a punto de decir — eso no te incumbe.

Alicent quedó perpleja ante lo que había dicho su hijo.

— No me malinterpretes, te agradezco por preocuparte por mi vida amorosa, pero eso solo me concierne a mí, si me quedo solo o no, el único que va a salir afectado soy yo, no tú.

— Entiendo, solo — exhaló todo el aire que había estado reteniendo — quería tener más nietos.

— Mamá — la miró fijamente — ya tiene nietos.

— Lo sé, y los amo, pero,  esperaba que alguno fuera tuyo.

Aemond se quedó pensando las palabras de su madre incluso cuando ella ya se había ido. La entendía, él también quería tener hijos, pero no de alguna de las mujeres que su madre le había presentado, él solo quería a Rhaenyra.


Voy a sacar más partes(?) así, pq los capítulos aún tengo que editarlos (y tmbn pq tengo muuuucha tarea 🥹), así q voy a estar escribiendo estos cortos para que se pueda ver mejor la relación que tienen los personajes, y capaz por ahí ponga alguna pista de una q otra cosa, así q atentoooos.

Just like youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora