Jovenes promesas.

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Años en el pasado.
En un lugar entre las montañas, se encontraban un niño y un hombre enorme, si alguien los viera de lejos pareciera una escena hermosa donde un padre jugaba con su hijo pero, si se acercaban podían ver qué era algo aterrador, el niño estaba siendo lanzado hacia piso, golpeado, apaleado e incluso en un momento salió volando.
—¿Acaso esto es lo único que puedes hacer? —Decia el hombre mientras el niño caía al suelo—. Si tú quieres cumplir esa ambición, necesitas enfrentarte a cosas que sobrepasan tus fuerzas, habrá enemigos más fuertes que yo que no te tendrán piedad como lo hago yo ahora.

«¿Esto es piedad?», pensó el muchacho mientras se levantaba, sus ropas ya comenzaban a pintarse del color de sus ojos.

—Cuando Alfia me contó que le dijiste que tú serías el héroe que estábamos buscando, me puse en contra.

Con tal declaración del hombre, Bell tropezó un poco, Zald al ver esto continuo con su bombardeo psicológico.

—¿Tu resolución es tan pequeña, Bell?, Solo te estoy diciendo que no confío en que puedas lograr esa meta, ¿Y con eso tienes para quebrarte?

El muchacho entonces lo entendió, aquel hombre al que consideraba su tío, aquel guerrero formidable no estaba diciendo todo eso para derrumbar su sueño, al contrario, lo estaba poniendo a prueba, al ser un guerrero, él sabe de lo que habla, conoce lo que es la desesperación y lo difícil que es la meta que se ha puesto el muchacho es una que requiere sacrificar muchas cosas, necesitaba una convección fuerte.
Tras pensar todo eso, el muchacho entonces comenzó a imitar a uno de los tantos héroes que le llegó a leer su abuelo, tomó todo lo de si, se levantó y miro al hombre de frente, con la cabeza en alto y entonces...

—Yo seré ese héroe— Dictó el muchacho, su voz no se quebranto, fue firme y directa—, no será solo por qué se lo haya prometido a Mamá Alfia, seré ese héroe por qué así lo deseo.

Zald sonrió, ver al muchacho anteponerse a alguien como él, y tener el valor suficiente de decir sus ambiciones sin retroceder, es algo que muy pocos han podido hacer, le recordó a un pequeño jabalí que conoció en el pasado.

—Bien dicho, chico —Zald estaba contento, le dio una pequeña palmada al niño frente a él y le agitó el cabello blanco—. Si quieres seguir con esto, entonces los entrenamientos serán más duros que esto, espero que estes preparado.

El niño al escuchar eso casi se pone a correr, reprimiendo con urgencia cualquier acto vergonzoso, se limito a asentir

—Ahora, antes que nada. Si vas a ser entrenado como lo hicieron en nuestra familia, hay algo que necesitas saber antes. Voy a enseñarte cuál es nuestra filosofía de guerreros....
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En una habitación enorme, cuáles paredes marrones estaban cubiertas de musgo y tenía algunos corredores, se encontraba el herrero pelirrojo, el muchacho peli blanco y un muchacho humano llamado Alf, fungiendo como soporte, el lugar era el piso 9° de la mazmorra.
Una espada corta atravesó entonces a una sombra gigante en dos pedazos, está era una <War Shadow>, una clase de monstruos que crecen en los pisos superiores de la mazmorra.

—A pesar de ser tu primera vez aquí, has hecho un gran trabajo con el descenso —Dijo el herrero al muchacho de ojos rojos—, normalmente los aventureros, aunque sean de un nivel por encima del uno, no pueden con su primer asalto a la mazmorra.

—Bueno, se puede decir que tuve un poco de ayuda —Respondió con gran seguridad Bell—, prácticamente toda mi infancia fuí aprendiendo de los diferentes pisos de la mazmorra y su estructura, mamá se encargo personalmente de que quedara grabado en mi mente.
Sin revelar la identidad de sus tíos, Bell y Welf han estado hablando de ellos casi todo el camino hacía donde se encontraban actualmente, Hestia y el Gremio habían sido muy claros en cuanto a mantener, al menos de momento, la identidad del muchacho como un secreto.

El hada de la biblioteca.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora