La Sultana Carmesí [21+] [EN PROCESO]

5. Una oportunidas perdida...

Las mujeres del harem disfrutaban de una mañana tranquila entre todas, mientras los gobernadores hacían sus labores importantes. Esa misma mañana se había mandado a ejecutar a un ex gobernante Kaferag Pasha por sus delitos cometidos por el hombre. Mientras tanto dentro del harem, la madre Sultana se encontraba con su mano derecha, la señorita Daye, se encontraban conversando sobre la noche anterior, la madre deseaba saber cada detalle del entrenamiento que recibió su hijo.

- Dime Daye, ¿Le gustó lo que mande a preparar para él?

- Así es mi sultana, incluso le dio un pañuelo morado a una de las concubinas, a Alexandra su alteza.

Daye era sincera, y la madre Sultana se mostraba un tanto sorprendida por dichas palabras.

- ¿Es eso cierto? -preguntó Hafsa un tanto incrédula.

- La muchacha se movió de una manera que jamás me lo hubiera imaginado, tiene grandes talentos ocultos por lo que veo -respondió Daye con seriedad en su voz.

Hafsa tomó un suspiro de aire y se enderezó en el mueble.

- Sigue educandola entonces, en literatura, artes e incluso historia y lenguas, debe ser una mujer apropiada para el Sultán, debe ser educada esta noche, no quiero problemas -respondió la madre Sultana a su confidente.

Mientras ambas mujeres hablaban, a las afueras de los aposentos, una joven Sultana se encontraba espiando, mientras su corazón se hacía pedazos.

¿Cómo era posible que el sultán estuviera con otra mujer? ¿Qué sería de mi y de Mustafa?

Preguntaba para si la joven Mahidevran, para luego salir corriendo hacia sus aposentos devastada.

* * *

Era el reposo de las concubinas en el harem, algunas estaban organizando sus pertenencias, las cuales eran muy pocas, otras estaban ocupadas limpiando un poco, mientras tanto, la joven Alexandra de apenas diecisiete años, estaba sentada en el suelo mirando por las rejas del lugar, como si buscara algo con sus grandes ojos.

Una mujer entró sin avisar al harem, y se acercó rápidamente hacia la joven de cabello rojizo.

- ¿Tu eres Alexandra? -preguntó la mujer misteriosa.

Alex se sorprendió un poco, y sintió algo de temor en responder, no sabía si la enviarían a algún castigo, o peor aún, la expulsarían del Palacio, como le habían amenazado algunas veces.

- Así es... ¿He hecho algo? -preguntó Alexandra mientras jugaba con sus manos por la ansiedad que había en ella.

- Tenemos algo para ti, necesito que me sigas -dijo la mujer misteriosa, marchándose rápidamente.

Ambas mujeres caminaron hacia la salida del harem, por los pasillos del Palacio Topkapi, una joven de cabello rojizo sentía cierto temor por su vida, y junto a ella llevaba a escondidas el pañuelo que le habían regalado la noche anterior, guardandolo entre sus vestimentas.

El ambiente era pesado y lleno de temor y sangre, más por la ejecución que había sucedido horas atrás. Las amenazas en el Palacio eran el pan de cada día, las muchachas del harem eran ciertamente protegidas de su Majestad, pero no estaban a salvó del peligro dentro de esas paredes de piedra decoradas de oro, el peor enemigo de aquellas mujeres que llegaban lejos en el harem, eran las mismas mujeres que habían ahí, era una lucha de todas contra todas, y eso Alexandra lo tenía muy en claro al recibir su pañuelo.

"Muchas desearían tu posición" "Muchas matarían por tu oportunidad" eran palabras que retumbavan en Alexandra.

Después de una larga caminata, la joven rusa y la mujer misteriosa entraron a una hermosa habitación, amplia y decorada, con preciosos muebles y telas. En el medio de la habitación había un hermoso cofre abierto, pero vacío, y al lado, había un montón de joyas preciosas y vestidos decorados, un deleite para la vista de cualquier mujer.