4. Seducido por sus caderas...

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Las mujeres del harem se arreglaban, colocando perfume en sus cuellos y decorando su rostro con maquillaje, cada una dando a relucir aquello que las hacia únicas, algunas resaltaban sus mejillas rosadas, otras daban a relucir sus miradas encantadoras, y otras hacían brillar sus labios rojizos.

Por su parte, María, Ayse y Alexandra, se arreglaban juntas, aunque la última se notaba totalmente perdida en sus pensamientos.

- Alex, mira que rico perfume, deberías ponértelo –dijo María entusiasmada, con una jarra de perfume en su mano.

- Yo... -dijo Alexandra algo confundida.

- Alex deberías apurarte, ven, te pondré algo de maquillaje para que luzcas mucho más hermosa –comentó Ayse tomando del brazo a la otra chica.

La llevo junto a el pequeño tocador donde las mujeres y comenzó a maquillar a Alexandra, un poco de rubor por aquí, un poco de labial y estaría completamente lista.

Cada mujer es bella a su manera, con un poco de perfume y maquillaje, solo daban a relucir su belleza natural, y esa era la magia, relucir a cada mujer en esta gran noche. Alexandra disfrutaba de su imaginación, cuando llegase al lugar donde estaría el Sultán, ¿Acaso la recordaría? ¿Podría notar sus fervientes ojos los cuales ruegan por su atención una vez más?

Mientras Alex se miraba en el espejo, mientras sus dos amigas decoraban su cabello con joyas que les había prestado, la chica encontró en el suelo unos cascabeles.

- ¿De quiénes son estos cascabeles? –preguntó para sí, y al ver que nadie la había visto, los guardo en su falda discretamente.

- Ay Alex, esta será una noche genial, ojalá el Sultán se fije en una de nosotras –dijo María colocando los rizos de su amiga.

En otro lado del palacio, fuera de las risas divertidas de las concubinas seleccionadas, se sentía un ambiente nostálgico lleno de tristeza y pesar, pues una de las mujeres se encontraba realmente decaída

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En otro lado del palacio, fuera de las risas divertidas de las concubinas seleccionadas, se sentía un ambiente nostálgico lleno de tristeza y pesar, pues una de las mujeres se encontraba realmente decaída... Así que la madre Sultana decidió visitar a su nuera, la joven sultana Mahidevran.

- Tienes unos aposentos hermosos, mi hijo realmente te tiene aprecio, ¿Te gustan? –preguntó la madre Sultana mientras miraba la hermosa habitación.

A pesar del buen ánimo de la madre Sultana, Mahidevran se encontraba con el rostro apagado y la mirada entristecida, y Hafsa lo noto al instante.

- ¿Qué te ocurre? –preguntó la madre Sultana, para luego continuar. – Salgan de la habitación.

Y así como fueron dichas esas palabras, fueron ejecutadas a la perfección, las damas de compañía de la madre Sultana y de la joven concubina se retiraron de los aposentos, dejando un ambiente más cómodo para las dos mujeres importantes, para que Mahidevran pudiera abrir su corazón una vez más.

- Soy toda oídos –dijo Hafsa con una sonrisa amigable en su rostro.

Mahidevran se armó de valor, y decidió hablar de aquello que le carcome el alma.

La Sultana Carmesí [21+] [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora