- Le juro que yo no le dije nada malo madre, ni siquiera le dije que usted me había enviado -dijo Mahidevran mientras mantenía la mirada en el suelo.
- Por supuesto que no debías decirle, pero algo que hiciste lo ha hecho enojar, y mucho -replicó Hafsa molesta.
La madre Sultana había mandado a llamar a la favorita del Sultán para darle una reprimenda, ya que parece ser que hizo enojarle mucho, al punto de reclamarle a su propia madre, cosa que nunca antes había hecho el Sultán, puesto que siempre le ha tenido un gran amor y respeto a su madre Hafsa.
Mahidevran por su parte, trataba de recordar que había hecho mal, si en algún movimiento falló y molesto a su Majestad, si tal vez hizo algo que no le gustara en la cama, o si simplemente era ella el problema.
- Le dije que Mustafá lo extrañaba mucho... Él trabaja mucho ahora, ya no es como antes -expresó Mahidevran con sus ojos hechos cristal.
Hafsa tomó una bocanada de aire, y suspiro derrotada al ver la actitud de la joven Sultana.
- Debes entenderlo, él domina el mundo ahora, solo puedes soñar con lo que sucedió en Manisa. -respondió la madre Sultana.
La madre tomó el mentón de la más joven, y la hizo mirarla a los ojos.
- Tienes muchos enemigos ahora, debes ser más inteligente.
- Pero madre... -antes de que la joven Sultana pudiera hablar, fue interrumpida por la madre.
- Debes entender, que ya las cosas no son como tú quieres, ahora Suleiman es el Sultán, no un príncipe, mientras más rápido lo comprendas será mejor. Ahora retiraré.
Las palabras de la madre Sultana habían sido claras, y Mahidevran no quiso enojarla más, tan rápido como entendió la orden, hizo una reverencia de respeto y se marchó. Aunque su corazón se sintiera lastimado, debía de obedecer.
En los pasillos del Palacio, Mahidevran caminaba con lágrimas en sus ojos, pues no entendía que había sucedido, cuando de pronto se encuentra con una de sus amigas, la Sultana Hatice.
- ¿Mahidevran? ¿Qué ocurre? -preguntó la Sultana mayor al ver a la concubina llorar.
- Sultana, el Sultán está molesto conmigo y no sé qué hacer para reparar el problema -respondió Mahidevran colocando su rostro en los hombros de Hatice.
La Sultana mayor, Hatice, abrazo a Mahidevran con mucho afecto, puesto que le tenía gran cariño y respeto a la joven Sultana, y después respondió.
- Tal vez mi hermano solo se despertó molesto, seguro no fue tu culpa, él te quiere mucho -dijo la Sultana mayor con mucho cariño, para luego continuar. - Vayamos a dar un paseo en el jardín, así tal vez puedas distraer tu mente.
Mahidevran asintió con la cabeza, y ambas mujeres se fueron del lugar, dejando los pasillos del Palacio vacíos y sin belleza alguna, después de todo, eran las mujeres quien decoraban este Palacio, o eso se cree desde hace años.
* * *
Han pasado unos días desde aquel incidente, y todos siguieron sus caminos, las concubinas hacían sus deberes, estudios y demás, mientras que las Sultanas se educaban en artes y literatura.
Suleiman no había mandado a llamar a ninguna otra concubina, y Alexandra guardo aquel paño morado, con la esperanza de que algún día la volvieran a llamar. Ayse motivaba a la joven rusa, animándola a no perder las esperanzas, pues mientras hubiera vida, siempre se tendrá una oportunidad. Ella decía que era una mujer bella y con encantos, era lógico que la mandasen a llamar prontamente.
Ayse se encargó de darle su protección a Alexandra y a María, pues eran amigas cercanas, les brindó comida y de vez en cuando las sacaba de sus clases para compartir con ellas.
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La Sultana Carmesí [21+] [EN PROCESO]
Ficción históricaLa tragedia y el dolor es inevitable, especialmente en un mundo donde no existe la piedad... Alexandra La Rose, una joven ortodoxa de tan solo 17 años, justo el día de su cumpleaños, fue secuestrada por tártaros y vendida a las tierras enemigas. El...