Capítulo III

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Cinco meses antes

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Cinco meses antes.

Elizabeth tomó un caso, y yo decidí acompañarla, no era satisfactorio admitir la cantidad de preocupación que podía invertir en ella, y aunque era ridículo tener tal pensamiento puesto que ella tiene una suma experiencia en la defensa propia, decidí mantenerme a su lado.

Viajamos al centro de la ciudad de Watford, con el compromiso de que la detective de casos criminales investigara sobre un supuesto intercambio de carga de droga por los alrededores de Londres, Inglaterra.  

Me recargué en el capó del auto mientras esperaba a que Elizabeth terminara de ocuparse en la estación de policía de la ciudad, y aunque no frecuentaba merodear por estas zonas, esta noche las calles lucían muy agitadas.

Miré mi teléfono por un segundo, borré el historial de búsqueda de Instagram el nombre de está mujer que me tiene dando vueltas por mi cabeza demasiadas veces, Alicent Hightower.

Mi pecho se encogió cuando intenté controlar el impulso de curiosidad extrema por la mujer, fue extraño, y tampoco mostré ningún interés al principio por la susodicha, solo deseaba saber un poco más de ella, incluso si ella no sabía nada de mí.

–Bien, vámonos de aquí–Desvíe mi atención en cuanto escuché una voz conocida, Lizzie salió minutos después con una carpeta en la mano–Volveré después cuando tengan un maldito mejor orden en su departamento.

Abrí la puerta del copiloto y la miré entrar, desvié mi atención unos segundos hacia la ventana de la estación, en el interior se veía un enorme alboroto por un asunto del cual desconocía. La voz de Lizzie me atrajo de nuevo y subí al auto, comenzando a conducir de regreso a la autopista libre.

–¿Donde quedó el asunto?

–Es un tema sin importancia, sigo sin comprender porqué me enviaron lejos por casos tan mínimos que jamás podrán resolverse sin un expediente más a fondo–la escuché gruñir.

Lucía molesta, con un interminable semblante de que probablemente estaba cansada de todo.

Y eso es porque no te toman en serio, Lizzie. Y por más que te esfuerces en demostrar la capacidad y el desempeño que crees que desean, ellos jamás lo verán por el simple hecho de que tengas una casta tan débil.

Los problemas van y vienen, solo eres una de muchas que se encarga de estas cosas, Lizzie– dije intentando persuadirla.

hablé tranquila incluso si no sabía como controlar mi incomodidad por saber algo que ella probablemente se negaba a creer. Desvíe mi atención por un segundo para mirarla, ella mofó y se rió sin ganas.

–¿Cuándo llegará el día en que me den un verdadero problema?–La escuché susurrar, más para sí misma, pero no dije nada al respecto.


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