XIII

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Michael Kaiser
21 años

19 de Diciembre, 2019
10:32 A.M.

Sin haber despertado completamente, me giré sobre la cama, encontrándome con esa mujer que podía sacarme una sonrisa incluso en mis peores momentos. Dormía plácidamente mientras el frío del exterior se filtraba por la ventana entreabierta de su habitación, que no tenía más decoración que una gran televisión y dos puertas, una que daba hacia el baño, y otra que hacía invitación a un gran closet, repleto de ropa, desde las marcas más caras, hasta camisetas de una tienda de segunda mano.

La noche anterior, llegué a casa de Lissette bastante tarde, casi pasadas las diez de la noche. Recibí una llamada de su parte y me lo pidió de una manera un tanto fuera de lugar, pero al no tener nada más importante que hacer no dudé en ir a visitarla. Como siempre, terminé pasando la noche aquí. Estiré mi brazo hacia la mesita de noche que estaba junto a la cama y tomé mi celular, jueves diecinueve de Diciembre, era oficialmente el cumpleaños de Lissette, cumplía veintiuno, así que ya habían pasado dos años desde que nos conocimos. Parecían décadas a su lado y no podía ser más feliz de ninguna otra manera.

Lissette me hacía feliz de todas las maneras posibles, estar a su lado generaba los mejores recuerdos que podía tener en esta y el cualquier otra de mis vidas. La amaba más que cualquier otra cosa y ni siquiera podía evitar sonreir al estar junto a ella. Nuestras diferencias en veces nos hacían discutir y tener problemas, pero últimamente aprendimos que podíamos solucionarlo sin herirnos constantemente.

Inmerso en mis pensamientos, a mi lado pude sentir como las sábanas se movían. Era ella, quien recién despertaba.

Me quedé mirándola unos segundos, hasta que finalmente hicimos contacto visual y le sonreí. —Feliz cumpleaños, Lissette.— Dije con serenidad, viendo como ella también sonreía y rodeaba con sus brazos mi cuello.

—Gracias.— murmuró adormilada, sin dejar esa brillante sonrisa.

Luego de un rato, mientras ella seguía acostada, yo me levanté, diciéndole que iría a preparar desayuno, así que busqué mi ropa y me la puse, saliendo de la habitación. Claro, la noche anterior gracias al apuro no había tenido tiempo de sacar su regalo de mi auto, no habría sido lindo para ella aparecerme una noche antes de su cumpleaños en su casa y no haberle llevado nada que pudiera disfrutar.

Salí silenciosamente de la casa hasta llegar donde estaba estacionado el vehículo, abrí la puerta del pasajero y saqué la caja que envolví y decoré con mi sangre, sudor y lágrimas, ya que las manualidades jamás se dieron especialmente bien, pero hacía el intento. Volví a entrar y fui directamente hacia la cocina, a prepararle el desayuno que hasta donde sabía, era su favorito.

Pasados ya unos minutos, estaba todo listo. Tomé una de las bandejas que tenía guardadas y puse el plato con waffles y la malteada que le había preparado sobre esta. Las velas que decían veintiuno ya estaban puestas sobre la torre de waffles y con un encendedor en mi mano subí las escaleras y llegué a suj habitación.

Al verme sonrió, pero pareció ignorar lo que le había preparado cuando vio la caja con una cinta rosa que traía descuidadamente afirmada bajo mi brazo. Me hizo dejar la bandeja sobre la mesita de noche y me quitó la caja desesperadamente. Para mi sorpresa, en vez de desgarrar el papel, lo primero que hizo fue lanzarse a besame. —Sé que esperas que diga algo como "no tenías por qué hacerlo" pero me lo merezco, ¿no es así?—

Getaway Car | Michael KaiserDonde viven las historias. Descúbrelo ahora