veintinueve

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marti

giré mi cuello hacia la derecha para mirar por la ventana y distraerme del silencio incómodo del auto mirando los paisajes que íbamos pasando. Fue en vano, ya que la tensión que se respiraba entre mis papás y yo era insoportable.

igual, entendía su reacción, cuando volvieron anoche me pillaron durmiendo con el Lucas.

de los pocos recuerdos que tenía de cuando llegamos a mi casa, le había pedido al Lucas que se acostara conmigo un rato, él había accedido diciendo que solo sería un rato. Probablemente el cansancio le ganó y se terminó quedando dormido. Yo estaba muy curá pa cachar que estaba pasando, pero cuando mis papás entraron a mi pieza pa ver si estaba bien lo vieron ahí conmigo.

mi mamá suspiró y le bajó el volumen a la radio-. ¿Ustedes van a seguir sin hablarse?- espetó, refiriéndose a mi papá y a mi.

habíamos pasado el día en la casa de mi abuela materna con el resto de la familia, y aunque intentamos hacer que no pasaba nada, la tensión entre mi papá, que era el que más se había molestado, y yo se notaba de lejos.

- No tengo nada que decir- mi papá se sujetó con fuerza al volante.

- Maxi, ¿Cuál fue una de las primeras cosas que nos propusimos cuando supimos que la Marti venía en camino?- mi mamá suavizó su tono de voz.

- ¿Que si no era del colo la íbamos a desheredar?

mi mamá puso los ojos en blanco-. Que no íbamos a ser el tipo de papás que le hace la ley del hielo cuando pasa algo como esto, que íbamos a hablar las cosas con ella y buscar una solución.

- ¿Y qué solución se te ocurre para que no siga metiendo minos a la casa mientras no estamos, Javiera?

puse los ojos en blanco-. Papá, las cosas no fueron tan así.

-¿Y cómo fueron, entonces?

- Estaba muy curá y el Lucas entró para que me pudiera acostar- dije hilando los recuerdos sueltos que tenía de ayer-. Yo le pedí que se acostara conmigo porque me daba miedo quedarme sola en lo que llegaban ustedes, y se quedó dormido, fin del tema.

- Maxi, no seai tan cuático con el tema- le pidió mi mamá-. Agradece que, cuando vio que la Marti no estaba en condiciones, la ayudó a acostarse y se quedó con ella hasta que llegamos. Cualquier otro mino la hubiese dejado ahí a su suerte, ¿preferi eso?

mi papá respiró hondo mientras sus manos se relajaban al rededor del volante-. ¿Segura que no pasó nada?- me miró por el retrovisor.

- No paso nada- le aseguré, porque aunque mis recuerdos de anoche eran borrosos, sabía que el Lucas no me pondría un dedo encima si estaba curá.

- Perdón si reaccioné mal- se disculpó mi papá después de un rato-, es que estai creciendo muy rápido, poroto. No sé, me cuesta asumir que ya no eri esa niña de ocho años que hablaba como un minion.

- tulapera con la papaya.

mis papás se rieron-. Que bueno que se hayan reconciliado- dijo mi mamá-, pero tenemos que poner algunas normas nuevas. Marti, no hay problema con que el Lucas vaya a la casa, pero ojalá siempre sea cuando estemos nosotros. No es que desconfiemos, pero por si acaso.

- Yo desconfío de cualquier ser masculino que quiera acercarse a mi hija- aclaró mi papá.

- Pero si el otro día dijiste que el Lucas te caía bien- le recordó mi mamá.

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