Capítulo 5: Hablemos.

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Era una mujer con el cabello rubio y corto, con una tez natural y tenía los ojos verdes como esmeraldas, aparentaba unos 49 años. Llevaba un vestido estampado de tulipanes color amarillo con el fondo azul marino casi negro. Les brindo una sonrisa delicada, una sonrisa maternal.

Ambos actores estaban convencidos de que ella era la entrevistadora, no había duda alguna. Aquella sonrisa, que parecía maternal pero al mismo tiempo escondía un secreto, era inolvidable, pero quizás el secreto ya había sido revelado por los eventos del día anterior.

Veo que se les cumplió sus deseos -pronuncio aquellas palabras que tenían un tono de autoridad. Debían estar alerta, no sabían a qué se enfrentaban.

¿Qué has hecho exactamente? -preguntó David con un tono más grave de lo habitual.

Simplemente he cumplido mi parte del trato -volvió a sonreír, dejando a los actores aún más perplejos.

Se más específica -refutó Michael, captando la atención de la entrevistadora.

Cumplí sus deseos. No comprendo su molestia -respondió con sencillez y calma.

¿Nuestros deseos? -retuvo una grosería- Casi provoca que perdiera a mi familia -replicó Michael, molesto por la tranquilidad de la mujer- ¿Acaso no se daba cuenta del problema?

Tal vez -sonrió la mujer levantándose del asiento- Pero eso será uno de los motivos que tendrán para afrontar sus sentimientos -Michael y David la miraron perplejos.

¿Sentimientos? -Michael preguntó con ironía, haciendo que David y la mujer lo observaran.

Veo que aún no los aceptan -suspiró- Sera un largo camino por recorrer. Les deseo la mejor de las suerte. -hizo una pequeña reverencia antes de alejarse, dejando a ambos actores con más preguntas que respuestas.

Creo que... no nos va a revelar nada -David miró al mayor, quien simplemente observaba cómo la mujer se alejaba.

Michael miró a David con una sonrisa afectada- Volvamos a casa, ya se me fueron las ganas de seguir afuera -dijo Michael mientras se dirigía hacia su auto.

David condujo hasta su hogar. Michael no pronunció palabra alguna, sumido en sus pensamientos. Había resuelto el problema de las fotos, pero ahora esto: una mujer que tal vez sea el Dios del mundo de los personajes. ¿Ella había provocado este desastre? Solo le quedaba investigar sin revelar tantas sospechas. Causaría pánico saber que un Dios esta en su universo y no sabían que podría hacer. Bajaron del auto y entraron juntos a su hogar temporal, encontrando a un demonio echando humo en el patio y a ningún ángel a la vista.

Será mejor que hable con él -Michael mira a su amigo, quien solo asintió impotente.

Se aproximó al demonio que maldecía en todos los idiomas conocidos. ¿Qué sucedió en su ausencia? ¿Tendrá la confianza para contarle? Crowley lo vio llegar y se acercó, enterrando su rostro en el cuello de Michael, lo que lo sobresalto, aunque se tranquilizo por alguna razón desconocida.

Veo que te gusta mi forma de consolar -bromeó, arrancandole una sonrisa al pelirrojo- ¿Me contarás lo que sucedió o solo quieres quedarte así?

Crowley bufó y alzó la mirada- Seria bueno hablarlo... pero dudo que tu amigo quiera que hablemos -murmuró, señalando hacia David. Michael confundido se volteó y encontró a David, quien sostenía un vaso de agua.

¿David? -se acercó, desconcertado- Te dije que conversaria con Crowley. ¿Qué haces aquí?

¿El vampiro está triste? Qué triste -ironizó David- Dale un poco de tu sangre, eso siempre lo alegra, o mejor aún porque no les doy mi hab-

Un deseo inesperado [Sheennant]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora