Capítulo 01

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En las últimas semanas las cosas no habían sido fáciles. Desde la llegada de Kageyama a su departamento, que estuvo llena de discusiones mínimas y miradas incómodas, no había bajado la guardia. Sentía que en cualquier momento aquel tema iba a ser tocado. Y quería que así fuese. Sin embargo, no sería él el que diera el primer paso. Si Kageyama había disparado primero, entonces él debía arreglar el desastre.

Pese al orgullo, la garganta le picaba por hablar. Necesitaba arreglar lo que sea que hubiese entre ellos para volver a tener a su formidable amigo de vuelta. Siempre habían estado uno al lado del otro, codo a codo ¿Por qué ahora debía ser diferente?

Porque ambos habían cambiado. La respuesta era tan simple como terrible.

Agradecía ese cambio, claro que lo hacía, pero no impedía la horrorosa sensación que le quedaba en el pecho. Extrañaba la preparatoria, el equipo del Karasuno, los veranos largos dentro del gimnasio y los campamentos de entrenamiento. Y desde la llegada de Kageyama a su hogar, con el inevitable pensamiento de arreglar las cosas, también se encontró extrañando el estar enamorado. Se había dado cuenta de ello un par de noches atrás, mientras cenaba junto a su nuevo compañero de piso. Kageyama lo había mirado con expectación durante toda la comida. Primero trató de ignorarlo, pero luego de un par de minutos fue inevitable devolverle la mirada. En sus ojos azules oscuros se encontraba un brillo que recordaba haber visto en sí mismo años atrás.

Era deseo. Deseo de cualquier cosa que él pudiera darle. Una palabra amable, una conversación animada, una respuesta. Kageyama esperaba cualquier cosa de él y estaba seguro que sea lo que sea que le diera le haría feliz.

Cuando se dió cuenta su corazón se llenó de angustia. Conocía de primera mano lo peligroso que era ese deseo. El daño que podría generar sobre sí mismo. Por eso mismo batalló con dos partes de sí. Una, por una parte, le pedía por favor que no alimentase las expectativas de Kageyama, que mantuviera distancia para no lastimarle. La otra, por el contrario, le exigía satisfacerlo, para que no pasará por lo que él pasó años atrás. Por lo que el mismo Kageyama le había hecho pasar.

Antes de siquiera darle una reflexión, se encontró hablando sobre lo terrible que era el viento en Brasil durante los veranos. Apenas formuló la primera palabra, los ojos de Kageyama brillaron por completo y su atención sobre él se volvió más que absoluta. Había escuchado todo su monólogo banal como si fuera el discurso más precioso jamás pronunciado. Eso lo hizo sentir extraño. Años atrás hubiese dado lo que sea para obtener esa preciada atención. Ahora que su corazón no la necesitaba, llegaba sin mayor esfuerzo. La vida era injusta a veces.

Fue ese pequeño pensamiento que le hizo extrañar el amor. Pese a que su experiencia fuera limitada y rocosa, seguía pensando que estar enamorado era como caer en un embrujo. Uno muy dulce y venenoso a la vez.

Se llevó las manos a la cara y restregó sus ojos con los dedos. Logró ver la hora pese a que su vista estaba borrosa. Siete y diecisiete. Para no hacer sufrir más a su estómago, se levantó. Se había dado el día libre de entrenamientos, porque el descanso también era importante. Llegó a la cocina bostezando y rascándose la nuca, tratando de descifrar que era el pequeño bulto cubierto encima de la mesa.

Suspiró al descubrirlo. Kageyama había dejado un desayuno completo, acompañado con una nota que decía que era para él. No sabía bien cómo sentirse al respecto. Agradecido, porque no deseaba cocinar, pero su amigo se había comportado de forma tan atenta durante las últimas semanas que todo estaba desencajado.

Cuando comenzó a comer no pudo evitar pensar en los años pasados, cuando su gran enamorado era Tobio y anhelaba con toda su existencia que Kageyama lo mirara como algo más que un amigo.

Un largo camino. (Kagehina/Shobio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora