Capitulo 07

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Trataba de pensar que no había nada extraño en el entrenamiento esa mañana. Balones por doquier, rechinar de zapatillas sobre la cancha, conversaciones quedas entre sus compañeros. Pese a ello, su cabeza no podía dejar de llevarlo a la misma pregunta "¿Dónde está Kageyama?"

Pese a que ya llevaba media hora de comenzado el entrenamiento, no había pista del moreno. Y él no era impuntual, menos si se trataba de entrenar. ¿Estaría bien? No habían hablado desde esa noche, en el departamento de Atsumu. No había sido hace mucho, pero aún así se encontraba preocupado. Ahora, llegaba tarde a entrenar. Pensar en ello le formaba un nudo desagradable en el estómago.

Como si volver al tema por enésima vez hubiese sido de ayuda, las puertas del gimnasio se abrieron de par en par. Venía con la cara sonrosada por el frío, con una respiración agitada y con la ropa cubierta en manchas de agua. Quiso seguir viéndolo, asegurarse de que estaba bien, pero un balón perdido terminó por llegarle en la cabeza. Aceptó la disculpa de Korai, pero admitió también su parte de culpa. Estaba distraído.

Siguió el entrenamiento como si nada, tratando de no perseguir a Kageyama con la mirada en cada paso que daba. Cuando tuvo la oportunidad, se acercó a él con cautela. No sabía que esperar de sus interacciones, al final de cuentas. Las cosas estaban mejor, sí, pero había mucho para aclarar. Kageyama lo conocía muy bien, pese a sus intentos de parecer desinteresado en su repentina tardanza. Sin siquiera saludar, le comenzó a hablar.

— Una cañería de la cocina se rompió —eso explicaba la ropa empapada y la tardanza. Frunció el ceño en molestia

— ¿Fue él? Porque si fue él...

—No lo fue. —le cortó de inmediato, mirándolo a los ojos por primera vez. —Kenichi no estaba en casa.

— Me alegro por ello —sentenció, tomando un trago de su botella con agua.

—Se irá dentro de dos días.

La noticia se escuchó como un canto celestial. De pronto, el problema pareció tan pequeño que sintió que había sido un exagerado. Involuntariamente, sus pómulos se elevaron. Su cara debió reflejar una felicidad abrumante, porque Kageyama le regaló una sonrisa ínfima, llena de diversión. Y él se hubiese colgado a su cuello de no ser por donde estaban.

— ¿Qué sucedió?

Antes de que Kageyama pudiese articular un sonido, el entrenador gritó a todo pulmón el nombre de Hinata. Se tensó de pies a cabeza, se dio la media vuelta y comenzó a caminar con rapidez hasta su superior.

— ¡Hinata! —volteo ante la voz del azabache, quien terminaba recién de calentar.— ¿Vienes conmigo luego? —la sensación de expectativa se plantó en su estómago— Para solucionar lo de la cañería, solo pude cortar la matriz del agua antes de venir.

Respondió que sí, sin detenerse en su carrera liviana hasta su entrenador.

Mientras comenzaba a saltar la cuerda, se puso nervioso. ¿Estaría Kenichi ahí? Quizás debía de haber preguntado. ¿Hablarían sobre el otro día? Porque el beso en su mejilla aún quemaba en lo profundo de su piel, y no negaba que le encantaba la sensación. ¿De ese momento eran pareja? ¿Podría ser posible? Si Kenichi ya no estaba en la panorámica, era muy probable. Y lo más terrible de todo ¿Él quería una relación? Porque negar que Kageyama le gustaba era una estupidez. Sabía que él también lo quería. Pero el amor no era suficiente, al menos no para él. ¿Cuánto estaba dispuesto a jugar?

Con más preguntas que respuestas, terminó el entrenamiento. El corazón le retumbaba fuertemente en todas las extremidades, por cansancio y por nerviosismo en partes iguales. Odiaba ser así. Tener tanto miedo por algo tan humano como querer a alguien más era ridículo, y por sobre todo, muy fuera de su personalidad regularmente confiada. Más de alguna vez había escuchado que el amor vuelve tonto hasta al más genio. Lo sentía en carne propia.

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⏰ Última actualización: Oct 07 ⏰

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Un largo camino. (Kagehina/Shobio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora