Capítulo 04

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— Necesito quedarme en tu casa. —soltó sin siquiera saludar. Atsumu lo miró luego de cerrar su casillero, con curiosidad e incertidumbre en los ojos.

— No. — el rubio terminó de acomodarse la ropa, con una sonrisa sarcástica.

— ¡¿Por qué?! — comenzó a seguirlo ya camino a la cancha, un conjunto de sus compañeros yendo adelante y detrás de ellos. Por suerte, Kageyama no se veía por ningún lugar.

— Porque no quiero. — antes de que siguiera caminando, lo detuvo del brazo con toda su fuerza.

— Por favor, Atsumu. — probablemente vió su desesperación. Sin embargo, sabía que las cosas no se las daría fácil.

— Está bien — le dio dos palmadas en la cabeza y con ello soltó su brazo. — Pero debes decirme qué te pasó.

Consideraba a Atsumu no solo un compañero de cancha, sino un muy buen amigo. Después de su llegada desde Brasil, se habían puesto de acuerdo para vivir juntos y los abaratar costos de la renta. Su relación en los entrenamientos, en la cancha y en la intimidad de su hogar los habían hecho sumamente cercanos. Atsumu sabía el problema con Kageyama. Al igual que con Tadashi, Kei y Yachi, Atsumu conocía los pormenores de toda su situación. Por ello mismo suponía que el gemelo Miya ya tenía una leve idea de dónde venían sus problemas. No quería contarle, pese a su cercanía y confianza, por la cantidad de comentarios irónicos y sarcásticos que le brindaría en un inicio. Lo iba a molestar sin parar por un buen par de minutos, y luego lo escucharía con atención y detenimiento, brindando consejos de ser necesario. Apreciaba su forma de brindarle ayuda, pero ahora mismo no deseaba lidiar con sus burlas.

— No quiero decirte… —la ceja levantada de Atsumu lo hizo dudar— Por ahora.

— ¿Problemas en el paraíso? —una sonrisa inquisidora por parte de su amigo que lo hizo enfurecer levemente. Suspiró resignado cuando su brazo fuerte lo rodeó por los hombros. — Podemos hablarlo en mi casa, entonces.

— No es necesario hablarlo.

— No me importa, yo quiero hablarlo.

— Eres un chismoso. Por eso tu novia terminó contigo.

— ¡No seas cruel! —el brazo alrededor de sus hombros se apretó levemente mientras trataba de aguantar la risa.

Ambos llegaron al gimnasio y comenzó el calentamiento. Varios minutos de trote y estiramiento después, su entrenador les pidió formar parejas para partidos dos versus dos. Sin dudar mucho, y antes de que la mirada inquisidora de Kageyama le llegara a la nuca, tomó a Atsumu del brazo. Ignoró sus comentarios molestos sobre ser elegido por sobre Tobio, que ese día en especifico solo hacían que le picara la piel. Sintió una leve molestia dentro del pecho cuando Kageyama accedió con rapidez a la propuesta de Hoshiumi, pero no dejó que llegara más allá. Ya tenía suficientes problemas en casa como para agregar otro más. Simplemente estaba enojado con todo y todos, ya se le pasaría.

Su primer partido fue contra Yaku y Ushijima. Fue un intercambio intenso lleno de remates fuertes y recepciones rápidas. El dúo contrario de por sí era una combinación monstruosa. Yaku era fácilmente uno de los mejores líberos del planeta, pocas veces lo vió ajetreado por culpa de sus remates. Por otro lado, los remates aplastantes de Wakatoshi hicieron que se concentrara el doble en recibir. Pese a su fuerza, no cayó ni una sola vez al piso. Eso le hizo sentir orgullo frente a la derrota.

Su alegría duró poco, sin embargo. El próximo equipo al que debían enfrentarse eran Hoshiumi y Tobio. Ese enojo que ahora ya era recesivo volvió a demandar totalidad. Debía ganarle, moriría de vergüenza si no le ganaba. Ya no era una simple batalla de rivales, era una pelea de orgullo. Con una sola mirada le transmitió a Atsumu todo lo que debía saber. Su dupla simplemente le sonrió con sorna. Estaba de su lado. Miró a Kageyama por unos leves segundos, esperando alguna reacción agria. Lo único que recibió fue un rostro desafiante.

Un largo camino. (Kagehina/Shobio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora