一 Me gustaba. La deseaba. Quería más y lo tomé. La tomé como si la necesitara, como si mi vida tuviera un límite y si no conseguía tanto de ella como pudiera, dejaría de respirar al siguiente instante.
En el corazón de Jennie Kim, hay lugar para dos...
Las entrevistas de trabajo en el mundo del cabaret son así.
Cuando entras, se espera que seas capaz de ofrecer un fragmento de tu talento. Proporciónales una razón para contratarte a ti en lugar de a la larga fila de gente que clama por ese puesto. Ya sea una breve actuación en vivo o una actuación previamente grabada.
Jennie no tiene ninguna grabación.
Así que mete en su bolsa su traje favorito (por las dudas, y tal vez así parezca más profesional) y ensaya su mejor baile hasta que le duelen los pies.
Las ventajas que enumera su madre suenan increíbles.
Y en este mundo 一 en este campo de trabajo 一 beneficios así son raros, si no inexistentes.
Así que, a pesar de su temor a la propietaria, ella quiere conseguir este trabajo.
Cuando se encuentra fuera del club, su corazón se acelera.
El lugar es enorme, a falta de otra palabra mejor. El edificio tiene cinco plantas y Jennie sabe que el club ocupa las tres primeras. Desde el exterior, da la impresión de ser un edificio que encajaría mejor en una embajada o algo por el estilo. Jennie había escuchado que el lugar tiene mucha clase. De muy alta calidad.
De nuevo, ¿qué está haciendo ella aquí?
Cuando cruza la gran puerta de entrada, la reciben dos hombres corpulentos vestidos con trajes negros y auriculares.
─ Uhm- Hola. ¿Vengo a una entrevista de trabajo? ─ Sale como una pregunta, no como una afirmación, y Jennie se cuestiona si ellos pueden ver lo fuera de lugar que esta.
─Nombre.
Jennie palidece.
¿Su madre le dio su nombre a la Encantadora de Serpientes?
¿Está realmente citada para una entrevista?
¿O la Encantadora de Serpientes simplemente dijo eso para quitarse a la madre de Jennie de encima?
¿Cómo ha podido entrar, si hay guardias que te preguntan tu nombre antes de permitirte el acceso?
─J-Jennie Kim.
El hombre mira el sujetapapeles que tiene en las manos. Traza su dedo por la pizarra, sus ojos siguen su propio dedo.
─Ah, sí. Aquí está. ─ Jennie se sorprende de que su nombre figure ahí. El hombre le abre la puerta. ─Puede pasar.
Jennie traga saliva y se dispone a entrar.
─ ¿Tiene una entrevista con la Sra. Manoban?
Jennie se detiene. Mira al corpulento guardia.
─Sí.
Los guardias intercambian miradas de sorpresa y luego asienten. Se recompone.
─Su oficina se encuentra en la quinta planta. No se le puede pasar por alto.
Jennie asiente y, con eso, entra.
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