En cuanto la puerta del auto se cierra tras Lisa, Jennie se quita sus botas y se aproxima a ella. La velocidad con la que trepa por su propio asiento y se coloca en el regazo de Lisa sorprende a ambas.
Las piernas de Jennie se doblan por las rodillas y se posan a ambos lados de la cadera de la Encantadora de Serpientes y mientras la castaña se sienta a horcajadas sobre su regazo y le rodea los hombros con los brazos, los labios insistentes de Lisa descienden hacia ella en un beso hambriento.
Unos dedos se arrastran como hormigas por la nuca de Lisa, enredándose en los oscuros y suaves mechones de su pelo y tirando suavemente.
─ Despacio, preciosa. ─ Lisa la tranquiliza; sus manos agarran las caderas de Jennie y la mantienen firme en su regazo mientras el auto sale lentamente del estacionamiento y comienza a moverse. No tiene que decir nada, basta un simple gesto de la mano para que el conductor suba obedientemente la barrera que lo separa de la pareja del asiento trasero.
Jennie, sin embargo, no se lo toma con 'calma'; sus labios se mueven a un ritmo casi desesperado contra los de Lisa, aparentemente intentando devorarla entera. La encantadora de serpientes sonríe y Jennie gime contra sus labios.
─Deja de sonreír y devuélveme el beso.
Suena casi como un gemido, con los labios de Jennie formando un puchero malhumorado; la voz sube una octava por lo disgustada que está.
Las manos de Lisa se extienden hasta que toda la palma de la mano queda sobre la espalda de Jennie, con el material sedoso y suave sobre su piel. El simple movimiento las acerca aún más que antes, y cuando Jennie suelta un suspiro tembloroso, Lisa inclina ligeramente la cabeza hacia un lado.
─Pensé que podrías ser paciente, cariño.
Pero mientras Lisa dice esto, es ella la que se inclina hacia delante y pega sus labios a la parte inferior de la mandíbula de Jennie; besando sobre la suave piel con lentos y ligeros roces.
El delicado roce de sus labios hace que Jennie se remueva en su regazo, dejándose caer sobre el pecho frente a ella; un suspiro escapa de sus labios rojos.
─No puedo. No cuando se trata de ti.
Y esta vez, Jennie es la que sonríe cuando un gemido ahogado vibra contra la piel de su garganta en respuesta a lo que acaba de decir. La misma sonrisa se borra de su rostro muy pronto cuando la boca de Lisa se aferra a su pulso; decidida y exigente mientras le hace una marca oscura en la pálida piel.
La bailarina de cabaret ladea la cabeza para facilitar el acceso, sus ojos se cierran ante la sensación y sus dedos se aferran con más fuerza a las hebras de cabello atrapadas entre ellos. El auto avanza entre el tráfico nocturno con facilidad; Jennie apenas siente los movimientos del coche.
─Me he vuelto tan débil cuando se trata de ti. ─ La Encantadora de Serpientes susurra, pasando su lengua sobre el moretón recién formado; unos movimientos que recuerdan tanto a los de una serpiente de verdad que hacen que Jennie se maree con un deseo repentino. Hace que sus piernas se tensen por la necesidad y que su corazón palpite con ímpetu.
─ Muy bien, así es exactamente como quiero que estes. ─ Murmura, con una mano rodeando la mandíbula de Lisa para inclinar su cabeza hacia arriba, chocando sus labios contra los suyos. Y esta vez Lisa le devuelve el beso inmediatamente; igual de apasionada, igual de desesperada y excitada que Jennie. ─ Solo quiero que seas débil por mí, y por nadie más.
Lisa se aleja para mirarla directamente a los ojos después de estas palabras; sus ojos son tan oscuros que casi parecen charcos negros. A Jennie se le pone la piel de gallina.
Y, posiblemente, la bailarina de cabaret aún no comprende el peso de sus propias palabras. Tal vez aún no se da cuenta de cuánta razón tiene cuando dice esas cosas en voz baja y seductora en medio del aire espeso que las separa; palabras aparentemente simples que se extienden sobre sus cabezas como pequeñas nubes de humo, pero está bien, porque pronto se dará cuenta.
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VENOMOUS┃ JENLISA
Cerita Pendek一 Me gustaba. La deseaba. Quería más y lo tomé. La tomé como si la necesitara, como si mi vida tuviera un límite y si no conseguía tanto de ella como pudiera, dejaría de respirar al siguiente instante. En el corazón de Jennie Kim, hay lugar para dos...