一 Me gustaba. La deseaba. Quería más y lo tomé. La tomé como si la necesitara, como si mi vida tuviera un límite y si no conseguía tanto de ella como pudiera, dejaría de respirar al siguiente instante.
En el corazón de Jennie Kim, hay lugar para dos...
Jennie está aplicándose bálsamo labial rosa brillante cuando suena el timbre de la puerta.
Son las siete de la tarde de un sábado y Jennie está a punto de tener una cita con la Encantadora de Serpientes.
Eso es algo que Jennie nunca pensó que ocurriría, o algo a lo que jamás accedería de buena gana, y sin embargo, fue ella la que aprovechó la oportunidad para tener una cita con la mafiosa.
Pero no le importa lo más mínimo. Se siente feliz por el giro de los acontecimientos.
La bailarina de cabaret se mira por última vez en el espejo de cuerpo entero de su dormitorio. No puede evitar sonreírse a sí misma, con la confianza brotando por cada uno de sus poros.
Lleva un jersey azul fresno con un dibujo de un oso y una americana de cuadros azul bebé fresia, junto con una minifalda azul claro de cintura alta que deja ver sus largas y bonitas piernas de bailarina. Y sneakers blancas.
Completó su look con una diadema.
Lisa no le dijo adónde irían, pero lo único que Jennie le había pedido es que no fuera algo demasiado extravagante, y la mujer había accedido.
Volvió a sonar el timbre y Jennie se encontró riendo ante la impaciencia de la Encantadora de Serpientes.
─ ¡Ya voy! ─ Jennie grita sin aliento, rociándose con su perfume favorito, y se dirige bailando hacia la puerta. Esta noche su madre trabaja hasta tarde en el salón de belleza, así que está sola en casa.
Abre la puerta con una sonrisa radiante y se sonroja cuando lo primero que ven sus ojos es un ramo de peonías rojas. El ramo es grande y las flores son preciosas; su aroma es demasiado intenso para el olfato de Jennie. Ella las toma.
Sin embargo, la persona que sostiene el ramo de peonías no es Lisa. A Jennie se le borra la sonrisa de la cara mientras se agarra al marco de la puerta con los dedos tensos.
─Uhm
─Son de parte de la señorita Manoban. ─ Explica el fornido hombre detrás del gran ramo, extendiendo las peonías más cerca para que Jennie las coja. ─Vengo a recogerla para llevarla al lugar donde pasará la velada con la jefa.
Jennie vacila sólo un segundo, luego extiende las manos para coger las peonías.
─Gracias. ─ Murmura, tomando el ramo bastante pesado. ─ ¿Me daría un minuto para ponerlas en agua?
El hombre asiente y Jennie cierra la puerta en silencio.
Huh.
Así que ir a una cita con la Encantadora de Serpientes implica que otra persona venga a recogerte para llevarte al lugar de tu cita.
¿Quién lo diría?
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Cuando el auto negro se detiene lentamente, Jennie finalmente se atreve a mirar por los vidrios polarizados.