Mientras me subían al carruaje, mi príncipe me puso la mano en la pierna sobre los harapos y yo encontré en sus ojos de cielo tormentoso, el punzante dolor de la pena.
Mi príncipe sentía lastima por mí. Eso me dio un impulso casi insoportable por volver a llorar.
—María—susurró con una voz que no había cambiado en lo absoluto desde la última vez que lo vi que, sin embargo, sonaba ahora mucho mas varonil—, ¿hay algo en ese lugar que quieras llevarte?
—Desearía dejar hasta mis recuerdos—respondí con las pocas fuerzas de mi pecho.
Él asintió desviando de mí su mirada. Ese acto me rompió el corazón, yo la necesitaba, la tormenta de sus ojos posada sobre mí, la necesitaba para vivir.
—Príncipe—lo llamé en una súplica—, por favor, no aparte sus ojos de mí—, cogí el valor para tocar su mejilla a lo que me vio pasmado—, el saber que está observándome es lo único que pone en mi la presión que necesito para no desmoronarme con el viento. Entiendo que mi aspecto actual sea lamentable para usted...
—¿Lamentable? —preguntó incrédulo—¿Quién se atreve a decir tal cosa sobre ti?, ¿No lo entiendes acaso? Yo jamás me atrevería a verte con lastima. No aparto de ti mis ojos hundidos en la pena, en cambio, lo hago en la vergüenza.
—¿Vergüenza? ¿De qué?
—¿Lo preguntas? ¿No es obvio para tus ojos, mi dulce doncella, que todo esto es mi culpa?
—¿Su culpa?
—Claro. ¿Quién si no le dio a la princesa Isabella el poder para atentar en tu contra solo porque la subestimo y pensó que no se atrevería a dañar a su propia hermana? Pero ¿Por qué no? Si todos saben que es la mujer que comparte el lecho con su marido. ¿Quién si no te ha puesto en su mira al convertirte en el objeto de su lujuria? Por mi egoísmo, por ceder a mis instintos primarios, te convirtieron en su venganza contra mi propia crueldad.
"Si hubiera sido más osado y me hubiese entregado desde el principio a amarte, ni siquiera me habría casado con ella, te habría llevado conmigo a mi mansión como quería hacerlo y nadie se habría atrevido siquiera a acusarme.
"Pero, he sido un cobarde. Tomé como siempre la decisión que me acercaba más a la corona en lugar de cumplir el deseo de mi corazón y este es el resultado. Como siempre, siendo los inocentes los que pagan el precio del pecado.
—¿Inocente me llama, mi lord? —repuse ofendida—. No lo acepto, no lo acepte contra Isabella y me rehusó a aceptarlo contra usted. Ser quien comparte su lecho y vive de su amor, no ha sido si no decisión mía.
"No permitiré que me quite lo único que me libera de mi título de esclava, que no es otra cosa que mi voluntad. Y mi voluntad es y siempre ha sido, servir a su majestad en nombre de mi amor, no en nombre de su título o el mío.
"Se que es injusto, como otros no han tenido que pagar nada por su libertad y ha sido tan caro el precio de la mía, sin embargo, después de pagarlo todo, me niego a renunciar a ella.
"Así que no me quite, señor, la responsabilidad que carga esa libertad. Si va a llamarlo pecado, llámelo un pecado conjunto, porque yo elegí, mi príncipe, compartir el lecho con el marido de mi hermana.
El desgarrador grito de la tortura emitida sobre Gilbert cruzo el bosque hasta nosotros interrumpiendo nuestra charla.
Hasta ese día, no tenía idea de los limites de la furia del príncipe Alister, ni lo despiadado que podía ser al ejecutar sus venganzas. Sin embargo, para él era tan común escuchar gritos como esos que no pareció importunado en lo absoluto.
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Único rey: De esclava de mi hermana a amante de su esposo.
RomanceEl príncipe Alister solicita la mano de la varonesa en matrimonio, solo con una condición, quiere a la esclava María como parte de la dote. María es una esclava cuya vida da un giro al salvar a un príncipe por lo que este promete pagar su valentía...