1889: Sólo di que es amor.

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   Para 1889, Robert Gadling está decidido a confesar sus verdaderas intenciones con Morfeo. No quiere que las cosas sigan igual, no es sólo deseo lo que siente por él, es un sentimiento real de amor.

Sólo se han visto un par de veces durante los últimos quinientos años, pero eso ha sido más que suficiente. Esos últimos cien años, ha analizado su relación con Morfeo, quien finalmente le había revelado su nombre, sentía que habían avanzado luego de eso, que lentamente Morfeo se abría ante él. Aquello le emociona, le hace pensar que tiene una oportunidad, le hace darse cuenta de que los últimos años, sólo ha pensado en él. No lo tiene sólo en su mente, sino también en su corazón. El amor es así, desde la última vez que se han visto sólo piensa en una vida con Morfeo. ¿Sería eso posible?

—Conoces a todos. —Hob menciona luego de que Morfeo le hablara sobre Edna la ebria y la doncella de hace cien años. —Mientras, en estos quinientos años, sólo he conseguido saber tu nombre. —piensa que es el momento indicado para hablar sinceramente.

—¿Qué insinuas? —Morfeo frunce el ceño, sintiéndose inquieto.

—Las personas cambian —Hob piensa en cada año que ha visto pasar, la cantidad de personas que conoció, el progreso en cada aspecto de la vida. —Pero yo no, soy el mismo de siempre —se burla. En el fondo, aún se sentía como un campesino que se creía un guerrero de 1389, bebiendo en un bar de mala muerte en la espera de algo más. Durante años, aún cuando algo maravilloso como la inmortalidad le había pasado, continuó aquella sensación de estar esperando o buscando algo. Tardó quinientos años para entender, que Morfeo era eso que faltaba en su vida. No importaba cuanto viviera, cuanto cambiaran las cosas o con cuántas personas estuviera, sólo se sentía tranquilo, satisfecho e incluso seguro, cuando estaba con él. Llenaba el vacío en su pecho.

—Yo creo, que debes haber cambiado —Morfeo sonríe. Hob no lo notaba, pero él si. Y estaba feliz por Gadling, por su perseverancia, por su aprendizaje y desarrollo durante tantos años.

Tomando aire, Hob se endereza en la silla —Bueno, puede que haya aprendido de mis errores, pero eso no evita que cometa nuevos. —eso era algo que temería. Cuando pensaba en Morfeo, él era perfecto. Cuando pensaba en si mismo, se sentía inferior. Ese era uno de los pensamientos que a veces evitaba que diera el paso pero, tomando una copa de vino, eso no lo detendrá esa noche.

No podía esperar cien años para confesar sus sentimientos, no podía aguantar otros cien años para ver a Morfeo.

—Creo que el que cambió eres tu —Hob dice con una sonrisa deslumbrante. Cuando conoció a Morfeo, era un hombre sin emociones, estirado y silencioso. El Morfeo de los últimos trescientos años, ahora le sonreía con soltura, siguiendo sus bromas... permitiendo un acto de intimidad que nunca imaginó.

—¿En qué? —Sueño pregunta con curiosidad.

Inclinándose cerca sobre la mesa, Hob habla con felicidad —Creo que ya sé porque nos seguimos viendo aquí después de tantos siglos. —era imposible que luego de haber hecho tanto, Morfeo no sintiera nada. Había pensado en eso, encontrando que podían sentir lo mismo, ¿Cuál otra razón había sobre sus encuentros? —No es que quieras saber si ya estoy listo para desear la muerte. —dice con confianza. —Creo que jamás deseare la muerte. —Hob sonríe. —Eso ya lo sabes de mi. —su mirada brilla —Entonces, creo que vienes por otra cosa.

—¿Qué cosa? —Sueño se siente inquieto, preocupado por lo que Hob podría decir. —Dime. —intenta mantener la compostura.

—Soledad. —Gadling revela.

—Tu osas... —aquella acusación golpea algo dentro del ego de un dios tan orgulloso como Sueño de los Eternos, quien siempre se sintió demasiado superior al resto como para necesitar o sentir algo mortal.

—No, bueno, sólo digo... —Hob se intimida un poco ante la mirada que Morfeo le da, la manera en que se ve tan molesto. ¿Había cometido un error? Nunca pensó que se ofenderia por algo tan simple. Era normal sentirse solo de vez en cuando, y suponía que le ocurría también a personas como Morfeo, fuera lo que fuera; dios, deidad o demonio.

—¿Tu osas sugerir que alguien como yo necesita de tu compañía? —el era Lord Morfeo, Sueño de los Eternos, Dios Gobernante de la Ensoñación, Rey de los sueños y las pesadillas. Era poderoso, omnipotente, un ser tan importante como él no necesitaba que un humano corriente le ofendiera diciendo que se sentía... solo.

—Si, eso digo. —Gadling es serio al responder. —Y esta bien, porque para mí es igual. —suaviza su mirada. —Y esa soledad se ha convertido en algo más.

—¿Qué estás...

—Me gustas, Morfeo. —finalmente dice. —Creo que me he enamorado de usted en estos últimos doscientos años. —es en lo único que ha pensando desde entonces —Cuando está a mi lado en esta taberna, no me siento solo o inseguro o a veces aburrido. Y sé que es igual para usted, sé que por eso regresa aquí a verme, sino ¿Por qué? No debo ser el único ser inmortal en este mundo, he leído sobre tantos casos. Siente algo por mi, ¿no es cierto? Lo noto en la manera en que me ve, en la forma que sonríe, en lo que me ha permitido llegar a hacer. —sino ¿Por qué le había permitido llegar tan lejos más de una vez?

—Te equivocas. —Sueño se levanta de la silla, molesto. Escuchar la confesión de Hob le había asustado aunque lo negara, le había hecho darse cuenta de cuánto había revelado a Hob para que se diera cuenta de aquello que decía de él. Había bajado la guardia, había olvidado quien era.

—No lo hago, no sientas miedo

—¿Miedo?

—Sino, ¿Por qué huye? —Hob se levanta al igual que Morfeo para confrontarlo.

—Me despido. —el azabache decide. —Te demostraré que te equivocas. —debía tomar distancia, no podía permitir que un humano se acercara tanto, no podía aceptar que...

Gadling, con el corazón haciendo un nudo en su estómago, intenta acercarse, pero Morfeo se aparta saliendo del bar. Entonces se siente lastimado, tan furioso, sólo debía aceptarlo ¿Qué había de malo en eso? —Si no es cierto lo que digo, ¡Entonces al menos niegalo! —sale detrás de Morfeo, quien no le dice nada. —¡Morfeo, si no es verdad que sientes algo por mi, rechazame adecuadamente! —el hombre le sigue dando la espalda, lo que enfurece a Hob. —¿¡Sabes qué!? —se detiene cuando salen del bar. —¡Aquí voy a estar dentro de cien años, si también vienes tú, es porque sientes lo mismo que yo y no por otra razón! —grita al hombre que desaparece en la oscuridad de la noche. —¿No? —se calma, sintiéndose completamente desdichado. —Mierda. —no había salido como lo esperaba. ¿Por qué había actuado así?

...

En el mundo de la Ensoñación, cuando Morfeo llega, el lugar está oscuro, como si fuera a caer una tormenta.

Cuando las pesadillas y sueños ven pasar a Lord Morfeo, se apartan, asustados por la expresión que lleva en el rostro. Incluso Lucien lo nota, viendo como entra al castillo sin decir nada, perdiéndose detrás de una de las tantas puertas del lugar.

¿Qué había pasado en el mundo de la Vigilia para poner a Sueño en tal estado?

...

A Sueño le gustaba Hob, pero ¿Amarlo?

No podía aceptarlo, porque había aprendido que amar era perder. Y no sabría qué hacer si perdía a Gadling.
...

Esa noche, los humanos sólo pudieron soñar cosas tristes.

En cada época [Dreamling]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora