CAPÍTULO 1

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DÉBORA

Disfruta hoy de la vida, el ayer ya se ha ido y el mañana puede que nunca llegue.

Estoy tan feliz. En mi cumpleaños 24, Jordi mi novio por ya 6 años me ha pedido matrimonio y para celebrarlo este verano nos vamos a Noruega. El tiempo ha pasado tan rápido que es increíble que ya nos vayamos para allá. Estoy entusiasmada por el viaje, tengo ganas de conocer la cultura de Noruega, su gente, ver las auroras voléales y quién sabe a lo mejor acabamos viviendo allí, ya que a ambos nos gusta el norte. El viaje ya está todo organizado, hemos escogido una pequeña casa a las afueras de la ciudad cerca de un bosque que los dueños alquilan para el turismo.

-Amor, ¿qué haces? – Levanto mi cabeza donde estaba escribiendo. – Yo ya estoy listo. – Me informa.

-Llevo esperándote un cuarto de hora. – Le informo. En serio se ha estado entreteniendo con las gatas mientras yo hacia el resto, solo faltaba él.

-Pues vamos. Hay que coger el avión y antes debemos pasar por casa de mis padres a dejar las gatas. – Me dice mientras cogemos las dos maletas gigantes y una más pequeña.

He de admitir que la gran mayoría de las cosas metidas dentro son mías, pero vamos es importante llevar el kit de emergencia, diferentes conjuntos de ropa por si acaso, secador de pelo por si no hay, toalla por si no nos ofrecen, entre otras cosas. Las maletas están por estallar.

Bajamos hasta el coche y nos dirigimos a casa de su madre, Isabel.

-¿Ya tenéis todo listo? – Nos pregunta mi futura suegra. – Jordi no me digas que vas a ir con esas pintas de vagabundo. Anda súbete el pantalón de chándal, te estoy viendo los calzoncillos. – Le reprocha Isabel, pero Jordi la ignora dejando el trasportín de las gatas en el suelo y lo abre.

Tenemos dos gatas, las acogimos cuando apenas estábamos comenzando la relación, una se llama Kitty, una gata tigresa, está empieza a bufar dentro del transportín sin querer salir de él, mientras que su hermana, Mica, una gata negra con manchas marrones, salta corriendo del trasportín huyendo de su enojada hermana.

-Si no te gusta no mires. – Le contesta finalmente Jordi malhumorado por la insistencia de Isabel.

-Sabes, dicen que en Noruega existen muchas leyendas místicas. Una de ellas tiene que ver con la luna llena. – Comenta Isabel.

Cada vez que venimos explica algo curioso sobre algún lugar o sobre historia. De verdad que no sé cómo conoce sobre la cultura de distintos países.

-Ya te explicaré si alguna de ellas es cierta. – Le contesto amablemente.

-Lo digo en serio, tened cuidado cuando salga la luna llena, ha habido noticias de gente muerta o desaparecida últimamente por allí. – Esta mujer nos quiere arruinar el viaje asustándonos o qué. Sé que lo dice realmente preocupada por nosotros, pero a mí me está angustiando.

-Tranquila, estaremos bien. – Le contesto, ignorando el mal trago que me ha dado y le abrazo.

Mientras Jordi se despide de su madre, decido buscar por internet está información y sí resulta que hay una noticia donde hablan de monstruos que salen a cazar en noches de luna llena, descubrir este hecho hace que me recorra un escalofrío por la espalda.

-Amor, ¿ya has ido al baño? – Me pregunta Jordi, sacándome de mis pensamientos. – Será un viaje largo sin parada. – Me advierte.

-Sí, ya he ido. – Le respondo.

Después nos volvemos a despedir de Isabel, cogemos el coche rumbo al aeropuerto y así en el avión me vuelve el entusiasmo de viajar a Noruega.

En Noruega:

-No me gustan nada los viajes largos. – Me quejo, mientras recogemos las maletas.

-Yo estaba por mandar al niño a dormir. – Se queja Jordi también.

-Se me ha rallado en la cabeza la maldita cancioncita que le han puesto sus padres para que pudiese dormirse. – Ruedo los ojos recordando otra vez la canción.

-Yo estaba con la Nintendo y los auriculares, así que ni me he enterado de eso, pero el niño de atrás no paraba de molestar.

-¿De verdad? ¿Ni si quieras has escuchado al que estaba roncando? – Le pregunto sorprendida, mientras caminamos con maletas en mano a la salida del aeropuerto de Noruega.

-A ese sí. – Me responde riendo. – Sobre todo cuando alguien le ha ido tirando bolitas de papel de aluminio y como no reaccionaba al final le han dado una colleja. – Explica y le acompaño en las risas cuando recuerdo el momento.

-Sí, la cara del pobre hombre ha sido buenísima, no sabía cómo se había despertado. – Le comento sin parar de reír.

Cuando logramos salir pedimos un taxi para dirigirnos a la casa alquilada. Al cabo de dos horas y media, llegamos a la casa. La casa por fuera es estilo rustico, pequeña y sencilla. Todo lo que rodeaba la casa era un bosque lleno de verde y olor a hierba mojada. Allí si podías respirar oxigeno puro, nada de la contaminación de la gran ciudad, ni olor a tabaco de vez en cuando o de alguna fabrica en funcionamiento.

-¡Esto es el paraíso! – Grito entusiasmada respirando profundamente tan pronto bajo del taxi. Jordi en ese momento se tira un pedo y el taxi no tarda en irse, una vez que logramos bajar todas las maletas. - ¡Amor! Eres un asqueroso. – Me quejo, riendo de su guarrada.

La llave de la casa estaba debajo del felpudo tal y como especificaba el anuncio. La casa por dentro era acogedora, con una habitación, un cuarto de baño y un salón comedor con cocina incluida. Sencillo e ideal para parejas como nosotros. Deje la maleta en la entrada para ir a explorar la casa. Me quede maravillada cuando observo la habitación, ya que hay un pequeño porche y la pared es toda acristalada con dos puertas correderas.

Al poco aparece Jordi por la puerta con las dos maletas en mano. Era ya entrada la noche, por lo tanto, decidimos acomodar las cosas y descansar del trayecto. Estaremos aquí cerca de un mes.

-Amor, ¿quieres que pida algo? – Me pregunta rodeándome con sus brazos y dándome un ligero beso en los labios.

-Sí. – Le contesto.

Jordi se separa para coger el móvil y hacer el pedido, mientras yo aprovecho para ducharme y ponerme cómoda. Una vez lista, decido esperar apreciando las vistas del bosque desde la cristalera de la habitación. Cuando llevo unos minutos mirando, siento la mirada intensa de alguien, intento buscar a Jordi, pero no es él, entonces decido mirar hacia el bosque y en lo más profundo que mi vista da, encuentro dos puntos de color rojo en el fondo. Desde hace unas semanas estoy inquieta por este viaje, tengo una sensación en el pecho de que este viaje es un punto importante en mi vida, pero las historias sobre las leyendas locales que nos ha estado explicando Isabel cada vez que la visitamos me ha puesto paranoica. Me recorre un escalofrío por el cuerpo y en ese momento suena el timbre, con el cual doy un pequeño salto del susto.

-Ya tenemos la cena, mi vida. – Anuncia Jordi entrando por la puerta de la habitación para volver a rodearme por la espalda con sus brazos en la cintura. – Estas sexy. – Me dice en el oído, mientras me da besitos en el cuello provocando que me estremezca. – Me toca ahora ponerme cómodo. – Menciona, mientras roza su parte delantera como si no quisiera la cosa por mi trasero y siento su gran erección.

-Vale, ya voy yo a preparar la cena. – Le digo lamiendo mis labios y apartándome de él porque si no vamos a acabar con la cena fría o directamente sin cenar. Le doy un pico antes de salir corriendo hacia la cocina.

Cenamos tranquilamente y antes de dormir hacemos el amor estrenando el nuevo colchón. Durante el acto Jordi no paraba de decirme cuanto me amaba y yo ponía mi cara de excitada complacida, mientras le contestaba "y yo a ti".

IMPROBUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora