CAPÍTULO 12

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DÉBORA

Todo o nada, porque a medias no sirve.

"Maldita manera de cortar el rollo." Pienso. Ya sé que no está bien, joder, no he podido hablar con Jordi, así que teóricamente no hemos roto y le he sido infiel. "He sido infiel a mi pareja." Pienso, en un estado de shock y trance. No sé cómo sentirme al respeto porque sé que Jordi deberá cortar la relación que tiene conmigo cuando despierte y sepa que Ella es su mate, se olvidará de mí. Yo seré un bonito recuerdo de su pasado. Pero... Es cierto, esto es un error.

-Está bien. – Le respondo seria. Me levanto de encima de él. - ¿Podrías ponerme la crema en la espalda? – Le pregunto después de darle la espalda y meditar unos segundos lo que acaba de ocurrir. Suelto el aire contenido. – No lo digo provocativamente, ni nada por el estilo, lo juro, la doctora dijo que debo ponerme la pomada cada 6h, pero yo misma no puedo y Emma no está. – Me justifico para no mal entienda nada. Sin embargo, no puedo evitar estar excitada por el beso dado y seguro él debe olerlo.

-Vale... - Responde tragando saliva y veo como recoloca incómodamente su paquete.

Esto es muy malo, estoy cachonda. Si de verdad existes, Diosa Luna, perdóname por esto, pero quiero hacerlo con uno de tus hijos Lykon.

-La tengo arriba. – Le comento dándole una señal para que me siga.

-Te espero en mi cuarto. – Me contesta Oliver para él seguir su camino.

Voy para el cuarto de Emma a coger la crema y me dirijo rápidamente a la de Oliver. Al llegar no pico a la puerta, puesto que está abierta y paso encontrándome a Oliver sentado en la cama pensativo, con su mirada ida.

-¿Me estiro en la cama? – Le pregunto para saber cómo quiere ponerme la crema.

Observo como asiente con la cabeza. Seguidamente me quito la camiseta, delante suyo y algo provocativa me estiro sobre su cama justo estirándome por su lado. Al poco tiempo siento como echa la pomada en mi espalda, justo donde tengo el hematoma, y siento sus manos calientes sobre ella.

-Mmm. – Murmuro mientras masajea hasta zonas donde no se encuentra el hematoma.

-No hagas eso. – Me advierte Oliver.

-¿Hacer qué? – Pregunto inocente.

-Me estas poniendo mucho Débora, ya te advertí que como sigas así tendrás que tomar la responsabilidad. – Advierte.

-¿Responsabilidad? ¿De qué? – Pregunto.

-De esto. – Y siento en mi trasero toda su longitud restregándose a lo que me hace gemir de anticipación.

-O-Oliver. – Le digo sin saber realmente lo que quiero.

-¿Sí, Débora? – Pregunta él sonriendo sabiendo que esta vez es él quien me está provocando. – Tú te lo has buscado.

Repentinamente dejo de sentir su contacto, me giro para ver que hace y veo como se ha levantado para acercarse a su armario, abrirlo y de ahí sacar dos cinturones diferentes.

-Ahora vas a recibir un castigo. – Dice mirándome con los cinturones en mano y se acerca como si me estuviera cazando. Sus ojos ahora mismo son de un verde oscuro y esa mirada me devora, me consume.

-¿A qué te refieres? – Le pregunto confundida. Me coge una de mis muñecas y con el cinturón hace una especie de nudo, lo justo para impedir que libere mi mano y luego repite el mismo proceso con la otra muñeca.

-A esto, nena. – Me responde. Para luego estirarme y atar el otro extremo de cada cinturón en la punta de la cama, de tal manera que me quedo en medio de está y él de pie en el centro mirándome.

IMPROBUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora