CAPÍTULO 2

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DÉBORA

Mientras el lobo no tenga a su luna, seguirá aullando a las estrellas.

A la mañana siguiente decidimos desayunar en el pueblo y para nuestra sorpresa hoy hay mercadillo, así pues, fuimos paseando por las calles observando las diferentes paradas.

-Jovencita, ¿quieres elegir una de mis hermosas joyas? – Me pregunta una anciana.

Dirigí mi vista a la anciana y mi expresión sin poder evitarlo cambio, la anciana tiene una cicatriz horrible que le atraviesa media cara. Rápidamente cambie mi expresión e intente no mirar mucho fijamente la cicatriz, por eso dirijo mi atención a las joyas que tiene expuestas en la pequeña mesa. Hay de diferentes tamaños, colores, estilos y formas, pero todas tenían en común que transmiten un brillo especial que no sé identificar que es.

-Yo te recomendaría esta. – Menciona la anciana cuando ve que llevo unos minutos mirando entre todas las joyas sin saber cuál escoger. – Esta podría llegar a salvarte de la vida de no ser marcada por un lobo reclamándote como suya. – Me explica exponiendo la joya de color fucsia envuelta por una cuerda negra. Era bonita, de mi estilo y encima la joya es de mi color favorito.

-¿Es una leyenda? – Le pregunto curiosa sobre la historia que hay detrás de la joya. Ya estoy delirando otra vez. Ahora pienso que todo está relacionado con leyendas.

-No del todo. – Me responde la anciana. – Se dice que los lobos habitan estas tierras pertenecientes a una manada bastante fuerte, los cuales escogen a hembras humanas reclamándolas como suyas y mordiéndoles el cuello.

-Parece una película de terror. – Le digo asustada, mientras cojo el brazo de Jordi fuertemente y este ríe por mi exagerada reacción. ¿Qué le voy hacer? No me gustan las películas de miedo y todo lo ligado a lo tenebroso. ¡Hasta una simple araña o abeja les tengo pavor!

-¿Cuánto cuesta la joya? – Le pregunta Jordi a la anciana.

-35 coronas. – Le contesta. Ambos hacen el intercambio de bienes.

-Gírate. – Me ordena Jordi. Hago lo que dice y retiro mi pelo liso castaño claro para que le sea más accesible ponerme la joya.

-¿Cómo me queda? – Le pregunto girándome hacia él, pero antes de que pudiera contestarme alguien me hace un placaje con el cual caigo al suelo con esa persona encima de mí.

-¡MÍA! – Grita una voz masculina en mi oreja. Se encuentra encima de mí con su cabeza en mi cuello, oliendo mi pelo, ¿o el cuello?

-¡¿Qué haces?! – Le reclamo, intentando apartarle, pero mis esfuerzos no sirven de nada, este chico es demasiado pesado. Siento escalofríos en mi cuello cuando vuelve a oler, específicamente en una parte sensible de mi cuello y levanta su cabeza, mirándome con una expresión confundida.

-Lo siento, pensaba que eras otra persona. – Menciona el hombre, mientras se levanta de encima de mí y ofrece su mano para ayudarme a levantarme. Sin embargo, Jordi le aparta y acaba siendo él quien me ayuda. Escucho un pequeño gruñido, pero lo ignoro, seguro será mi estómago. Empiezo a tener hambre.

-Pues vigila como saludas a la gente, me has dado un buen placaje. – Me quejo, mientras acaricio la zona adolorida con la esperanza de aliviar el dolor. – Seguro que tengo un moratón en mi trasero. – Exagero. El chico dirige su mirada preocupada hacia donde mi mano está acariciando, pero Jordi le tapa la vista y me coje de la cintura.

-Lo siento, de verdad. – Vuelve a disculparse el chico desviando su mirada para ahora dirigirla hacia Jordi. – Soy Oliver Haugen. – Se presenta. – Dejadme invitaros a tomar algo como disculpa. – Nos ofrece.

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