Last Waltz [Newjeans]

VIII

No pasó mucho tiempo, tal vez ni siquiera una semana, las chicas no eran conscientes del tiempo al no tener un celular ni un calendario a mano. Pero cuando Danielle se levantó de su cama, siendo como siempre la primera, y caminó con los ojos medio cerrados y con una leve sonrisa, feliz de vivir en su fantasía, llegó a la habitación de Haerin y el caos comenzó.

Cuando las enfermeras la notaron, corrieron con rapidez hacia ella para agarrarla y que no haga ninguna locura. Lo que menos querían era que Danielle se fuera de sus cables y es por eso que ni siquiera tardaron en inyectarle midazolam.

—¡Es injusto!—gritó Danielle—¡Ella no hizo nada malo! ¡No la echen de NewJeans!—a los treinta segundos de la inyección dejó de gritar.

Haerin bajó la mirada y cerró su bolso. Ya no tenía muchas razones para quedarse en el hospital. Había mejorado lo suficiente para poder seguir viviendo en el mundo real. Esperaba que cuando Danielle volviera a ser consciente de su vida pudiera entenderla. Estar en el hospital psiquiátrico le estaba arruinando la vida, estaba perdiendo oportunidades de seguir y aún le faltaba terminar el colegio.

Agarró su bolso y caminó hacia la salida de su cuarto. Encontraba extraño no seguir usando la ropa blanca, la extrañaría, era cómoda y no tenía que preocuparse de que usar. Siguió a Seulgi que le hablaba con emoción lo feliz que estaba de que haya decidido, a voluntad propia, a dejar el lugar. El segundo proceso más difícil de un paciente era dejar el hospital. Muchos fingían seguir estando mal para no volver a lo que las llevó a ser internada.

Se detuvo al frente de la habitación de sus amigos. Las dos estaban despiertas. Alzó su mano y Hyein corrió para abrazarla con todas sus fuerzas. Hanni se quedó en su cama, parecía confundida de verla con ropa de color. Minji seguía dormida.

—Cuídate mucho—le susurró Hyein—Este mundo es cruel, más que el mío, pero nunca olvides que siempre puedes confiar en los animales, los de esta realidad entienden todo—se alejó para mirar a Haerin—es bueno que hayas terminado tu condena.

—La pasé muy bien—dijo con una sonrisa tímida—ustedes ayudaron mucho, sin ustedes no hubiese podido.

—Cualquier cosa, si la reina te quiere hacer algo malo, estaré atenta a la ventana—agarró su mano y la miró a los ojos—Le pediré al conejo que te vigile, yo puedo sin él—Haerin negó con la cabeza.

—Estaré bien sola, solo me concentraré en mis estudios y espero recuperar a mis amigos—Hyein soltó su mano.

—No es tiempo de estudios. Debes de seguir con tu misión, tienes que luchar contra

—Hyein—la interrumpió y sacó de su bolsillo una carta—¿Puedes pasarle esto a Dani?

—Cierto ¿Qué haremos con el concurso?

—Pueden hacerlo sin mí, no les afectará mucho que falte una, ¿no?—dijo con una sonrisa y desvió su mirada a Hanni, que seguía sentada en la cama, mirando con mucha atención lo que pasaba—Las iré a ver—se dio vuelta y se fue del lugar, con todas las intenciones de no volver nunca más a ver esas paredes.

Cuando terminó de bajar las escaleras se encontró con sus padres. No pudo evitar llorar y corrió a abrazarlos. Los había extrañado. Se ocultó entre los brazos de su madre como quiso hacerlo hace 7 meses.

—Perdón—sollozó la menor.

—No te preocupes—le dijo su padre que acariciaba su espalda—Vamos a un restaurante de calidad para que nos pongamos al día.

—Te va a encantar nuestro nuevo hogar, tenemos piscina—dijo su madre y los tres se agarraron de la mano para ir hacia el auto.

(...)