Capítulo 9

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TW: Referencias a autolesiones, pensamientos de autodesprecio.



Where the fuck am I?

Tell me, did I just die?

'Cause I don't understand why

I'm in a room I don't recognize


En los mejores días, cuando las pesadillas no eran tan malas, Huijun abriría los ojos y vería los montones de stickers de vegetales caricaturescos que Minjae había pegado a la litera de Seungmin para molestarlo.

Esta vez, al abrir los ojos, solo vio un techo blanco, liso y vacío. La luz de la mañana que entraba por el ventanal le daba en la cara y frunció el ceño, frotándose los ojos en un momento de confusión que, al igual que en los últimos días, desapareció cuando su mente salió de la bruma de las pesadillas y se puso al día.

Ya no estaba en el dormitorio.

Huijun había llegado a Manchester hacía cinco días.

El señor Kim, o Jung-Sun, como insistía que le dijera, le había dejado quedarse en un apartamento tipo loft de esos de dos pisos en los que no cabrían más de dos personas. Al principio Huijun no entendía por qué lo dejaba quedarse en ese lugar, por qué esa confianza con alguien a quien no conocía, pero Jun-Sung insistió en que quería que su estadía fuera cómoda y tranquila (y también algo sobre favores que le debe a Andy, lo que sea que se refiriera con eso). "Se suponía que era de mi hijo mayor, pero se mudó más cerca de la Facultad y no queríamos vender este apartamento. Las vistas son codiciadas, ¿sabías?". Era vergonzoso, pero lo apreciaba. Bastante.

El sonido de su alarma lo sacó de sus pensamientos. Jay, que en algún punto de la noche se había subido a la cama con él, se levantó de un brinco por el ruido repentino. Huijun extendió una mano para acariciarla entre las orejas y sonrió con somnolencia.

—Buenos días, Jay-ah —murmuró. Jay no respondió, sino que se echó de nuevo en la cama.

Huijun acarició el suave pelaje de Jay por los treinta minutos que tardó su alarma en sonar de nuevo. Con un suspiro pesado, se estiró sobre el borde de la cama y sacó un frasco de pastillas de la mesita de noche.

¿No se supone que tengo que desayunar antes?, se preguntó. Sacudió el frasco; no quedaban muchas pastillas. Bufó. Lo que sea, ¿cómo voy a conseguir más?

Odiaba esto de las recetas. Y las terapias. Ni siquiera se había dado el tiempo de contactar a la doctora a la que su médico anterior lo transfirió...

Sacó una pastilla y la pasó con el agua que siempre dejaba sobre la mesa de noche. Tampoco era un animal que se tragaba las pastillas en seco, muchas gracias. Esperó un momento, comparando sus opciones de seguir durmiendo o bajar a desayunar antes de que la pastilla hiciera de las suyas con su estómago. Finalmente decidió que no le importaba y se acurrucó de nuevo entre sus mantas.

El jetlag estaba acabando con él. No es como si tuviera mucha vida de por sí.

Su paz duró poco. Cuando comenzaba a quedarse dormido, escuchó unos golpes en la puerta principal. Frunció el ceño y se cubrió hasta la cabeza con las mantas, esperando que así el sonido desapareciera. No lo hizo, sino que él tocó con más fuerza.

Imbécil.

A regañadientes, se puso su suéter con los agujeros para los pulgares en las mangas y bajó. Envidiaba a Jay por poder quedarse en cama todo el día sin hacer nada más que pedir comida y hacerle saber cuándo necesitaba salir a pasear. Tocaron la puerta otra vez y murmuró entre dientes algo que ni él mismo entendió, todavía medio dormido, y abrió.

Gasoline [MCND]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora