todo o nada

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Pov. Lisa

2 meses después

Abro una de las gavetas de mi escritorio y me enerva encontrar uno de

los portarretratos donde salimos Irene y yo abrazadas.

Había olvidado, que lo había dejado oculto allí.

Recuerdo que dos semanas después y obligada por mis

responsabilidades, tuve que regresar a la oficina, para concluir los planos de

un nuevo centro comercial, que nuestra empresa estaba por comenzar a

edificar en pleno centro de la ciudad.

Era evidente mi sufrimiento en aquel momento.

Las terribles ojeras alrededor de mis ojos y mi mal genio, eran pruebas

más que evidentes del terrible momento, por el que estaba pasando.

Aun así me llene de valor, uno que realmente no tenía y regresé a

continuar normalmente con mi vida.

Si, es que a esta forma de vivir, puede llamársele normal.

Cuándo llegué a la oficina, lo primero que vi, fue la maldita foto sobre mi

escritorio.

En un impulso de furia, arrasé con todo lo que había allí.

Afortunadamente era la socio mayoritario de la empresa—gracias a todo

el esfuerzo que durante varios años realicé, para comprar las acciones que

habían sido colocadas a la venta, hacía apenas algunos meses.

Esa era la gran noticia, que esa inolvidable y nefasta noche le daría a mi

ex prometida—de lo contrario estaría de patitas en la calle.

Aun envuelta en el inmenso amor, que sentía por esa mujer, no tuve el

valor de tirar la foto a la basura y la escondí, cómo una maldita estúpida en

mi escritorio, esperanzada de que algún día, ella recapacitara y volviera a

mi lado.

Pobre idiota de mí.

Tomo el portarretratos y saco la foto y está vez, determinada por mi gran

rencor ante los recuerdos dolorosos, que todavía siguen ardiendo dentro de

mi pecho, la rompo en mil pedazos y la arrojo al cesto de la basura.

Son cerca de las ocho de la noche.

No quiero volver a la casa y revolcarme nuevamente en mi eterno

despecho, pensando una y otra vez sobre el, porqué de su abandono.

Decido que es hora de salir y desahogar toda mi rabia en los brazos de

otra mujer, que me haga olvidar cada recuerdo de ella.

Tomo mi chaqueta de cuero y las llaves de mi moto.

Sé que no es buena idea, combinar y manejar con la bebida, pero hace un

tiempo que me dejó de interesar mi maldita vida.

Bajo al sótano y subo a mi moto.

Pronto la adrenalina se esparce por todo mi cuerpo, cuándo tomo la

carretera y alcanzo la máxima velocidad.

La brisa fría congela mis pensamientos y me evita pensar,

constantemente en su engaño.

embarazada por accidente - jenlisa adaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora