Capítulo 8: Aegon y la Flota de Volantis:

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Aegon pov:
Tierras de la Casa Targaryen: Mar Angosto: Rocadragón: Fortaleza de Rocadragón: Año 13 A.C.

En la cima de un muro de hielo me hallo, siento un frío del cual no puedo escapar, ciego en la oscura penumbra, el filo de un cristal helado atraviesa mi pecho, sordo ante los gemidos ahogados de las pesadillas durmientes... Del muro soy lanzado, el frío aliento del invierno me envuelve, la oscuridad de la noche es erradicada por la luz de la luna, mi corazón se siente ligero aunque vacío, mis sordos oídos vuelven a escuchar... A la nieve caigo manchándola del rojo de mis entrañas, el calor de la vida regresa para darme su último adiós, de los árboles salen hombres pálidos, rotos y de ojos fríos, mi muerte es el arma del enemigo, un rugido atronador hace presencia y el mundo se ennegrece...

Despierto rápidamente de mi aterradora pesadilla y entre jadeos con respiros asustados me intento calmar, cuando parece que lo eh logrado me miro al espejo solo para ver una triste imagen de mí: pálido, con ojeras y tan sudoroso que las telas de mis sábanas se pegan a mi cuerpo como mi pelo platinado se aferra a mi frente sudada. Ante tal vista me levanto y procedo a asearme por mi mismo antes que cualquier sirviente me encuentre en este estado; el agua era fría me recordaba a aquel sueño cosa que obviamente no me gustaba y cada vez que pasaba mi mano para restregar el líquido en mi pecho me detenía en la línea que dividía ambos pectorales; aún podía sentir aquel vacío de perder el corazón, sin embargo en mi pecho no había marca alguna y mis latidos eran constantes. Uno pesaría que solo era una pesadilla, pero... no sé... eso no se sintió como un sueño, no, era como una... visión.

Detuve aquella línea de pensamientos tan rápido como escuché la puerta abrirse y paré de bañarme y salí del cuarto de baño con una toalla para cubrir mi entrepierna.

Sirviente: Señor, no esperaba encontraros ya despierto, esperaba poder despertarlo después de hacer su baño.

El sirviente que entró era mi mayordomo personal Jack: un hombre mayor de cabello cano, pero de un porte recto y una mirada firme; vestía de ropas elegantes en colores grises y negro; traía una tina con agua caliente en las manos y en uno de sus hombros estaba mi muda de ropa.

Yo: No importa Jack, la emoción hizo que me despertase temprano.

El puso la tina en el escritorio vacío al lado suyo y me alcanzó la ropa para que me la pusiera. Mientras me la ponía el empezó a arreglar las sábanas de la cama las cuales olvidé tender.

Jack: Me sorprende que no haya hecho la cama antes de yo venir mi señor... *lo interrumpo*

Yo: Lo siento Jack fue en el apuro, no volverá a pasar. *dije mientras me colocaba el pantalón*

Jack: No ah de decir eso mi señor es mi trabajo hacer estas cosas, recuerde que alguien de vuestra posición puede delegar estas tareas *dijo mientras doblaba una sábana*

Yo: Sabes bien que prefiero hacer estas cosas por mi mismo amigo mío. *alegué poniéndome mi jubón de cuero*

Jack: Y cosas como esa es lo que os distingue de otros niños nobles pomposos.*dijo mientras terminaba*

Yo: jajajajaja *simplemente me reí mientras me ponía los guantes*

Jack: Me parece que os queda de maravilla mi señor, ninguna lady apartaría la vista de vos por nada del mundo. *dijo mientras me ponía al espejo*

Yo vestía un jubón de cuero negro con acabado en tela roja y pantalones negros con bordes hechos en hilo carmesí, además tenía puestos unos guantes rojos acompañados de unas botas negras. Me veía bastante bien para mí gusto así que lo dejé.

Juego De Tronos: El Terror NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora